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A una semana del plebiscito constitucional, Chile camina hacia un resultado incierto

El domingo 17 de diciembre, 15,4 millones de chilenos votarán A favor o En contra de una propuesta de nueva Carta Fundamental, tras más de cuatro años de proceso constituyente

Nueva constitución chilena
Distribución de copias de la nueva propuesta de Constitución, a las afueras del Palacio de La Moneda, en Santiago, el pasado 19 de noviembre.Esteban Felix (AP)
Rocío Montes

Chile camina a las urnas, nuevamente, a votar por una propuesta de nueva Constitución. Lo hace tras un primer proceso fallido que terminó en septiembre de 2022, cuando un 62% de la gente, con voto obligatorio, echó abajo una propuesta de una convención dominada por la izquierda radical. Luego de ese fiasco, las fuerzas políticas inmediatamente echaron a andar un segundo proceso –el que se lleva ahora a cabo– sin preguntarle a la gente. Solo dando por hecho que seguía vigente el mandato del 78% que en octubre de 2020 –en aquella ocasión sin voto obligatorio, un asunto clave– quería una nueva Carta Magna. El domingo, por lo tanto, debería culminar un proceso que tiene no solo cansado al electorado chileno, sino que ha metido al país en un cuatrienio de inestabilidad política y económica y, sobre todo, ha hecho aumentar la frustración de la sociedad. Porque los problemas a los que los chilenos le dan mayor urgencia, como la seguridad, no los resuelve necesariamente la Constitución.

Son unos 15,4 millones de chilenos los que acudirán a las urnas el domingo próximo. Es la tercera vez que regirá el voto obligatorio, luego de que se repusiera el sistema. La segunda vez, en mayo pasado, la gente dio una sorpresa en la elección del Consejo Constitucional que redactaría esta nueva propuesta de Constitución: de los 50 consejeros, eligió a 22 republicanos, de la extrema derecha. Es, en parte, por lo que los analistas en Chile han comenzado a repetir con mayor frecuencia que los resultados del referéndum del día 17 están abiertos, que no se trata de una carrera jugada. Porque el voto obligatorio ha hecho entrar al sistema a votantes desconocidos.

Los sondeos han dado mayoritariamente una mayoría al voto En contra. Antes del período de veda de encuestas que rige en Chile desde 15 días antes de las elecciones, Activa Research difundió su sondeo Pulso Ciudadano con un tercer pronostico electoral, sobre votos válidos. Para el En contra dio un 59,7% y para el A favor un 40,3%. Pero justamente el efecto del voto obligatorio hace que esta carrera, finalmente, se torne impredecible. No se descartan sorpresas, aunque existe cierto consenso en que sería una carrera más estrecha entre ambas opciones. No se repetiría la paliza de 2022, es decir, un 62% de una opción contra el 38% de la otra.

Chile está cansado del debate constitucional y prácticamente todos los sectores políticos lo reconocen. Se habla de la fatiga constitucional. Tanto, que la opción de quienes apoyan en nuevo texto, la derecha que empuja el A favor, ha apelado justamente a la idea de que se apruebe “para cerrar esta cuestión”, es decir, no por los contenidos. Por el otro lado, el oficialismo de izquierda que está por el En contra, ha prometido que se cerrarán los intentos al menos en el corto y mediano plazo, aunque algunos dirigentes del Partido Comunista se han mostrados entusiasmados con un tercer ciclo.

Es una de las grandes paradojas de este segundo proceso, que finaliza justamente en un mes de diciembre caluroso, a pocos días de Navidad, con la gente con la mente más puesta en las compras y en las fiestas de fin de año que en la papeleta.

La extrema derecha, la que nunca estuvo por cambiar la Constitución actual –redactada en la dictadura, pero reformada unas 70 veces desde 1989–, es la que hoy empuja con mayor fuerza que se apruebe el nuevo texto. Por el contrario, la izquierda y centroizquierda, que por décadas batalló por reemplazar la Carta Fundamental vigente desde 1980, ahora quiere que mejor se mantenga. Porque consideran que la propuesta, liderada en su redacción por el Partido Republicano, es igual o peor que la actual.

Existen algunos sectores de la izquierda que, para justificar su voto En contra, han dicho que la Constitución actual no es la de Pinochet, sino del expresidente Ricardo Lagos. Algo de cierto hay, porque fue el socialista el que hizo las más grandes reformas en 2005 y, de hecho, el texto actual lleva su firma. Pero no fue el argumento que se utilizó por décadas.

Por lo tanto, la opinión pública tendrá razones para estar desconcertada, porque ni siquiera para alguien que sigue al dedillo la arena política es fácil de entender. Este segundo intento, además, ha sido especialmente alambicado.

Está en juego la Constitución que regirá a Chile, por cierto. El proyecto ha sido tildado de conservador incluso por la centroizquierda moderada –sobre todo en lo referente a la mujer–, aunque se le reconocen avances, sobre todo en lo relativo al sistema político. Pero, al mismo tiempo, todos los sectores políticos están apostando a asuntos diversos, sobre todo por el tren de elecciones que vienen por delante: las municipales y de gobernadores de 2024 y las presidenciales y parlamentarias de 2025. Lo que resulte ahora los deja mejor o peor parados. Mientras, el Gobierno de Boric no tiene por dónde ganar: si se aprueba el texto sería una derrota rotunda, pero, de rechazarse, como quiere, seguirá vigente una Carta Fundamental que tenía entre sus propósitos superar.

El país nuevamente está dividido en torno al proyecto. Lo muestran las opciones de los expresidentes. Mientras el democristiano Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1996-2000) y el derechista Sebastián Piñera están a favor, los socialistas Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018) están en contra.


Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.
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