_
_
_
_
_
Naciones Unidas
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Chile, nuevo presidente del Consejo Económico y Social de la ONU: un camino hacia la Agenda 2030

La presidencia de este Consejo constituye un reconocimiento al liderazgo de Chile en materia internacional y, en particular, en el ámbito del desarrollo sostenible

Paula Narváez, embajadora de Chile ante la ONU, en una reunión de la ECOSOC
Una reunión de la ECOSOC presidida por representantes chilenos.

Chile asumió hoy la presidencia del ECOSOC de Naciones Unidas en representación de los Estados de América Latina y el Caribe (GRULAC), por el periodo julio 2023-julio 2024, tras una elección unánime por parte de los miembros del Consejo. Este resultado, sin duda, constituye un reconocimiento al liderazgo de Chile en materia internacional y, en particular, en el ámbito del desarrollo sostenible.

El ECOSOC es uno de los órganos principales de la ONU, que en 1945 reconoció el vínculo conceptual e inquebrantable entre paz, seguridad y bienestar económico.

Inicialmente, tuvo competencias amplias y exclusivas en los asuntos económicos y sociales, a las que luego se le sumaron mandatos en materia de derechos humanos y libertades fundamentales, así como también en temas humanitarios.

Ya en 2015, con la crisis ambiental a cuestas, se le asignó una tarea aún más específica: hacer seguimiento y revisión de la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible de la ONU, lo que incluye también una dimensión medioambiental, que nos invita simultáneamente a reducir la pobreza y las brechas de desigualdad; fortalecer el diálogo y la participación ciudadana; transversalizar el enfoque de género, y tomar todas las medidas necesarias para la adaptación y mitigación al cambio climático.

Para nuestro país, tener la presidencia de este órgano es una oportunidad para fortalecer también el liderazgo de nuestra región, conectándola con la acción de la comunidad internacional y fortaleciendo las instituciones que las representan. Un gran aporte en esta tarea son los liderazgos capaces de proporcionar espacios y de dar soluciones a los problemas de naturaleza global cruciales para resolver o mitigar las diversas crisis que enfrentamos en el mundo.

Chile ha mantenido un irrestricto compromiso con Naciones Unidas desde sus orígenes, participando activamente en la promoción de su agenda global. Asimismo, como país hemos ostentado la presidencia del ECOSOC en cuatro ocasiones: en 1950 y 1951, bajo la conducción del embajador Hernán Santa Cruz; y luego en 1993 y 1998, bajo la presidencia del embajador Juan Somavía. Ambos figuras destacadas de la diplomacia nacional.

El legado de ambos aún es recordado y admirado; el primero, como unos de los redactores principales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y promotor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); y el segundo, como impulsor, entre otras muchas iniciativas, de la Cumbre de Desarrollo Social de 1995, que en su declaración representó un consenso único sobre los objetivos de desarrollo social, tales como la erradicación de la pobreza, la promoción del empleo pleno y productivo, y el fomento de la inclusión social.

Con esta trayectoria, el liderazgo de Chile en el ECOSOC se ha caracterizado por un legado sólido que ha contribuido al fortalecimiento del pilar de desarrollo de Naciones Unidas, y de la protección y promoción de los derechos humanos, así como también la inserción del elemento social en el debate, poniendo al centro a las personas y sus necesidades. Por cierto, este concepto se transformó en la dimensión social de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con un reconocimiento explícito en los resultados de la Cumbre de Desarrollo Social de 1995.

La vara es alta. A través de este nuevo rol, Chile dará continuidad a su política exterior y será un intermediario que permitirá al resto del mundo establecer alianzas con la ONU y participar en ella, siendo este órgano un excepcional punto de encuentro para la celebración de diálogos entre gobiernos, parlamentarios, empresas, jóvenes, academia, sociedad civil, indígenas, mujeres, personas mayores, entre tantos otros.

Por otro lado, seguiremos trabajando para continuar fomentando y promoviendo una cultura de paz, tolerancia y respeto. Tenemos que avanzar en el reconocimiento global y protección de los derechos de las niñas, niños y adolescentes; los derechos sexuales y reproductivos; los derechos de los pueblos indígenas. Todo ello, siempre a través de la solidaridad intergeneracional, pensando en el bienestar de las personas mayores y en el mundo que le entregaremos a las futuras generaciones.

Por ello, que el ECOSOC dé cuenta de los avances que se han llevado a cabo en la Agenda 2030, es crucial. Esta agenda refleja el sueño de miles de personas que aspiran a avanzar hacia un mundo sustentable al año 2030, en el cual se concilian armónicamente las necesidades económicas, sociales y medioambientales del desarrollo.

Chile está comprometido con el avance de esta agenda a nivel nacional y seguirá trabajando activamente para su progreso en el plano global desde la presidencia del ECOSOC. Como país hemos buscado construir condiciones de vida que aseguren la dignidad y derechos de las personas con la convicción de que los derechos humanos deben defenderse siempre, y también de que la agenda de derechos económicos y sociales es fundamental para construir sociedades más prósperas, sostenibles, inclusivas y resilientes.

Por último, es claro que la presidencia del ECOSOC reafirma la valoración que Chile hace de Naciones Unidas como el espacio multilateral más relevante que la comunidad internacional se ha dado para promover la paz y la seguridad de los pueblos. Nuestro compromiso país será siempre aportar al sistema multilateral desde nuestra propia visión y capacidades, haciendo realidad los principios que inspiran nuestra política exterior; el respeto al derecho internacional, la promoción de la democracia y el respeto a los derechos humanos y la responsabilidad de cooperar para abordar los riesgos de alcance global.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_