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Mozart y su emperador bueno reinan en el Liceo

'La Clemenza di Tito' llega al teatro de la Rambla con un montaje monumental

Blanca Cia
Una escena de 'La clemenza di Tito'.
Una escena de 'La clemenza di Tito'. GETTY/ JORDI VIDAL

Mozart estaba trabajando en La Flauta Mágica y el monumental Réquiem cuando recibió el encargo de escribir una ópera para celebrar la coronación de Leopoldo II como rey de Bohemia y Archiduque de Austria en 1791. Dejó las dos a un lado para escribir La Clemenza di Tito que se estrenó en Praga el 6 de septiembre de 1791, el día de la coronación del rey. En contraste con otras de sus obras, La Clemenza di Tito,no fue del agrado del público e incluso María Luisa de Borbón, mujer del emperador para quien la compuso, la calificó de “porquería alemana”. Y eso que la ópera retrata la bondad de un emperador —en alusión a las cualidades del rey que accedía al trono— que en el primer siglo después de Cristo era un hombre clemente que perdonó a quienes querían traicionarle. Toda una rareza.

“Igual no fue bien acogida porque no se entendía que un emperador pudiera ser clemente. De hecho, en la época romana le llamaron el falso Nerón porque no estaban habituados a que un emperador fuera bondadoso”, explicaba Paolo Fanale, el tenor que encarnará al emperador Tito en el primero de los tres repartos de las funciones que se verán en el Liceo en dos tandas de funciones en febrero —se estrena el 19— y abril. Funciones que contarán con voces especialistas de canto mozartiano como la del propio Fanale, la soprano Myrtò Papatanasiu, la mezzosoprano francesa Stéphanie d'Oustrac o la soprano Anne-Catherine Gillet

La Clemenza di Tito que se verá en el teatro de La Rambla es un montaje monumental del director de escena británico David Mcvicar, creado para el Festival de Arte Lírico de Aix-en-Provence en 2011 y que solo se ha representado en cinco ocasiones: Aix-en-Provence, Toulousse en dos ocasiones, en Marsella y Chicago. Mcvicar, que ya dirigió Andrea Chénier en el Liceo en la temporada 2017/2018, recurre a una escenografía sobria, de arquitectura mediterránea, en la que el elemento más singular es la gran escalinata del capitolio por la que suben y bajan los artistas. “En el fondo es muy sencilla y la representación se entiende. Es una ópera que combina razón y emoción, enmarcada dentro de un drama político con historias de celos y violencia”, explicó Marie Lambert, encargada de la reposición de la producción en el Liceo.

La Clemenza di Tito relata la conjura de Vitelia, hija de Vespasiano, y de su amante Sesto para asesinar y derrocar a Tito, el nuevo emperador. Aunque la traición casi se consuma, el emperador, al conocer la trama, les perdona para no pasar a la historia como un césar sanguinario. En el montaje de Mcvicar no hay togas romanas y los artistas van vestidos con ropajes del estilo del Primer Imperio Francés.

“Mozart tuvo mucha presión para escribir esta ópera aunque él solía trabajar de forma simultánea en varias composiciones”, apuntaba el maestro Philipe Auguin que dirigirá la orquesta y los coros del Liceo. “Musicalmente tiene muchas direcciones y a veces se pueden reconocer variaciones de otras composiciones del maestro", añadía. Lo cierto es que esa obra quedó eclipsada por otras del mismo compositor y no se rehabilitó en cierta manera hasta el siglo pasado cuando se empezó a programar más. Al Liceo, por ejemplo, tardó dos siglos en llegar tras su estreno. Algo paradójico porque La Clemenza di Tito es Mozart puro y tiene extraordinarios pasajes musicales, empezando por una bellísima obertura, y varias de las arias de Tito —algunas en mi bemol mayor, una de las tonalidades masónicas— y del personaje Sesto, que tenía como misión matarle.

Los artistas alternan el recitativo —algo que fue criticado en la época— con el canto y los pasajes musicales. Ha sido calificada como la última ópera seria o clásica de Mozart, del estilo que predominó en Europa en las décadas centrales del siglo XVIII, y un precedente del romanticismo que llegaría en el siglo XIX. Una ópera que encierra un mensaje moral de la buena política, de la que pasa por no eliminar al enemigo. Una bondad y generosidad que cuesta imaginar en la vida real.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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