Hausson brinda un asombroso recital de magia de cámara

El mago Hausson ha regresado a La Seca (Escenari Joan Brossa) con un recital de cámara, sin maniobras orquestales. Él en solitario y sin grandes aparatos. Lo más voluminoso que saca al escenario es una discreta urna (sin intención política, más bien lúdica) y una cartera de mano. El espectáculo se llama El saló de les Meravelles y puede verse hasta el 24 de noviembre. La sala es pequeña —capaz para cuarenta espectadores— lo que permite una máxima cercanía entre público y artista. Magia de salón. Todo eso es pequeño, pero hay, en cambio, algo enorme: el pasmo que se instala en la sala. Un asombro perfectamente compatible con la sonrisa y la diversión.

Un gran número de efectos se basan en la profecía, la adivinación, augurios previamente documentados, escritos en un papel, sobre lo que va a suceder. Y Hausson acierta anticipadamente desde sumas aleatorias con una calculadora a qué espectador será el único ganador de un juego de acertijos con cartas en el que participan todos. En estos juegos utiliza dados, cartas, papeletas escritas por el público… en un espectáculo muy participativo, pero sin agobiar a nadie.

Hausson presenta un número, muy elaborado, de cartomagia a ciegas. Lo ha repescado de la literatura mágica clásica y de esta manera recupera, y actualiza, unos efectos que ahora no se ven en los teatros. Durante unos veinte minutos juega con las cartas con los ojos vendados y la ayuda de dos espectadores que han certificado, además, la opacidad de las vendas que cubren sus ojos. Gracias al mago, en la sala Palau i Fabre hubo una alquimia sin sustancias, de emociones.

Este espectáculo se engloba dentro de un ciclo que La Seca dedica a los géneros parateatrales que tanto defendió Joan Brossa. Hasta el mes de enero, pasarán por algunas de las salas del Escenari Joan Brossa: la payasa Pepa Plana, que recupera el dúo de una augusta y una carablanca; Selvin, con un espectáculo sobre la historia de la ventriloquía y un cabaret (Les variacions Bildelberg).