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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Barcelona: liderar el humanismo tecnológico

Barcelona tiene las condiciones para ser el lugar de referencia para Cataluña, España y Europa para acoger, promover e impulsar el debate del humanismo tecnológico

Hace tan solo un par de semanas se produjo el último gran y trágico tiroteo en el Centro Comercial de El Paso (Texas, Estados Unidos), donde murieron 22 personas y otras 24 resultaron heridas. La policía se refirió a este hecho como un “crimen de odio”. Uno más, en una espiral que parece que no tiene límite. En lo que va de año, se han producido alrededor de 250 tiroteos múltiples en Estados Unidos, con casi un millar de víctimas, cerca de 250 de ellas mortales. El debate sobre el papel de la tecnología en la proliferación de los discursos del odio se reavivó una vez más. También el de la responsabilidad de las empresas de tecnología y de las administraciones para regular, acotar e impedir el odio digital.

Unos días después, un colectivo de los CEOs de tecnología más relevantes se agruparon bajo el nombre Build Tech We Trust (Tecnología contra el odio) y publicaron un rotundo manifiesto: “La tecnología debería mejorar la experiencia humana y la calidad de vida para todos. Las empresas y líderes tecnológicos deberían asumir la responsabilidad por el daño que causan sus plataformas y herramientas. Creemos que la tecnología tiene el poder de transformar nuestras vidas para mejor, pero solo si priorizamos a las personas, sobre las ganancias para unos pocos”. Este es uno de los muchos ángulos del debate necesario e imprescindible que debemos abordar para limitar el lado oscuro de una tecnología que nos envuelve y marca todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana.

Humanizar la tecnología o, dicho de otra manera, ponerla al servicio de las personas y la ciudadanía exige compromisos múltiples. Empresas de tecnología, organizaciones sociales, activistas, y administraciones (también locales con vocación global como Barcelona) deben impulsar múltiples iniciativas para embridar el caballo desatado de la potencia tecnológica. Desde la autorregulación necesaria, hasta la regulación —hoy por hoy— insuficiente que debemos acelerar. Desde los debates éticos sobre la Inteligencia Artificial (IA), hasta cómo vamos a competir, desde Europa, en la nueva fase de la economía digital basada en los datos, la IA, la robotización del trabajo y en las nuevas síntesis persona-máquina. Todo va tan rápido que la política pública y el interés general van muy por detrás de la realidad. Debemos reaccionar.

Barcelona puede aspirar a liderar parte de estos debates transcendentales, al tiempo que sigue impulsando su ecosistema digital para hacer de nuestra metrópolis el lugar más estimulante, dinámico y exigente para la nueva economía. Pero también para ver cómo esta nueva economía es compatible, por ejemplo, con los derechos sindicales, las garantías en la privacidad de los datos personales, la fiscalidad justa, o la igualdad tecnológica.

Barcelona tiene las condiciones para ser el lugar de referencia para Catalunya, España y Europa para acoger, promover e impulsar el debate del humanismo tecnológico. Nuestro enjambre de escuelas de negocio de alta reputación, junto a un rico y diverso sistema de investigación universitaria; nuestra realidad de feria de productos y servicios sobre tecnología móvil y para la ciudad; la vitalidad de nuestro activismo socio tecnológico; así como nuestra efervescente capitalidad de start up y la capacidad de atraer grandes inversiones en conocimiento de las grandes corporaciones, hacen de Barcelona la metrópolis mejor situada para impulsar, sin complejos, estos debates desde una realidad equilibrada de actividad económica, investigadora, divulgadora y activista.

El Ayuntamiento ha impulsado, desde hace tiempo, varios proyectos para aprovechar la transformación digital de la sociedad y de los procesos de gestión de las políticas públicas, como parte de un plan de modernización y transformación de la administración. Pero podemos ir más allá, mucho más. Aspiramos a que toda la actividad municipal pueda gestionarse, interactuar y vivirse desde las pantallas de proximidad y ofrecer más y mejores servicios a nuestros ciudadanos, empresas y emprendedores. Vamos a utilizar la data que la ciudad genera y vamos a impulsar protocolos de data pública para que la nueva economía no provoque o agrave viejas fracturas.

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Los debates son apasionantes. Estamos dispuestos a liderarlos con ambición y capacidad de escucha. Todas las voces son relevantes y creemos en el compromiso de todos los sectores para hacer posible que Barcelona sea la referencia global sobre los debates tecnológicos como ya lo es, en parte, sobre los productos, servicios y procesos. La nueva meta es la capitalidad de las ideas, la capitalidad del humanismo tecnológico y del espacio físico y virtual en donde explorar y proyectar otra tecnología posible, más humana, más justa y sostenible. Invertir en el futuro y en el presente. La ciudad de los prodigios debe ser la ciudad de las mejores ideas, que es donde nos jugamos el liderazgo y la competitividad.

Laia Bonet, teniente de alcalde de Agenda 2030, Transición Digital, Deportes y Coordinación Territorial y Metropolitana del Ayuntamiento de Barcelona.

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