_
_
_
_
_

En ruta con las emergencias médicas

EL PAÍS pasa una jornada con un equipo del Sistema de Emergencias Médicas: un par de accidentes, un ictus y una tentativa de suicidio en una mañana

EL PAÍS pasa una jornada a bordo de una ambulancia del SEM.Vídeo: gianluca battista
Jessica Mouzo

Apenas pasan 10 minutos de las 9.30 de la mañana. Hora punta en Barcelona. El tráfico congestiona la ciudad de mar a montaña. La central de coordinación del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) avisa por radio de un accidente a la altura del Paseo Colón. El doctor Jorge Morales, jefe territorial del SEM en Barcelona ciudad, activa la sirena y cambia el rumbo del vehículo de intervención que pilota. Sobre el techo del coche, una alarma luminosa de color azul intenta dispersar a la multitud. Parece un accidente leve, con un taxi y una moto implicados. “Suelen ser lesiones leves, erosiones o caídas. En verano, pasa por estar poco protegidos, con partes del cuerpo al aire”, explica Morales. Una ambulancia medicalizada y otra con un técnico y una enfermera, van también de camino.

Morales pisa el acelerador y comienza una conducción defensiva. Esto significa que puede hacer lo que quiera —saltarse semáforos, superar la velocidad permitida—, pero siempre bajo su responsabilidad. Cuando llega al lugar del accidente, Mossos d’Esquadra, Guardia Urbana y un par de ambulancias del SEM están ya atendiendo a los afectados. “La motorista tiene unas abrasiones en la pierna. Irá al hospital por sus propios medios”, resume una enfermera. Los equipos sanitarios finalizan el servicio y retornan a la base hasta nuevo aviso.

Cuando un ciudadano llama al 061 CatSalut Repon, la central de coordinación del SEM —tiene una sede en L’Hospitalet de Llobregat y otra en Reus—, se pone en marcha para atender la demanda y activar el recurso necesario. “Esto es el cerebro del SEM. Recibimos todas las llamadas, desde una urgencia a una consulta, y se da la solución más adecuada”, explica desde la sala de mando el jefe de guardia, Luís Herrero. En Cataluña hay 421 ambulancias, el 80% de apoyo vital básico, formada por dos técnicos sanitarios. Además, la comunidad dispone de cuatro helicópteros ubicados estratégicamente en el territorio.

De ruta por la ciudad, vuelve a sonar la radio: una persona con agitación psicomotriz. Ocurre a menudo. El SEM atiende más de seis casos diarios. “Una persona tiene un episodio de agitación y no tiene por qué estar vinculado a un trastorno mental. Hay una línea muy fina que separa el trastorno mental del estrés cotidiano que puede desbordar a la gente. Y si has tomado drogas, esto puede provocar alteraciones orgánicas o psíquicas”, explica Morales. El SEM ha firmado con los Mossos d’Esquadra un protocolo de actuación para inmovilizar, sin riesgos, a aquellas personas que se encuentran en un episodio de agitación psicomotora agresiva. Se trata de reducir su estrés y evitar compresiones torácicas al inmovilizarlo. “La complejidad es muy alta”, admite el médico.

En la zona cero del atentado

El doctor Morales ha lidiado con catástrofes y grandes emergencias a los dos lados del Atlántico. Se inició como paramédico en México y luego estudió Medicina, con la especialidad de cardiología. En Cataluña, estuvo en la zona cero del atentado terrorista perpetrado en las Ramblas de Barcelona en agosto de 2017. "No ha sido el trabajo más grande en número, pero sí el más significativo desde el punto de vista social. No estás preparado para algo así", admite.

No trabajaba ese día, pero se puso a disposición de la cúpula del SEM en cuanto se enteró del suceso. Se fue a la zona baja de las Ramblas, junto al paseo Colón, donde era imposible la comunicación por la saturación de las líneas. Luego se trasladó al puesto de mando avanzado, y hacía de enlace para dar parte de la situación sanitaria.

A última hora, llegó lo peor. "Tuve que certificar las muertes de los fallecidos. Algún médico tenía que hacerlo. Es una de las tareas más desagradables que he hecho en mi vida", rememora. La imagen final de ese día permanece intacta en su memoria: "La Rambla vacía, empezando a atardecer, y solo los fallecidos sobre ella".

Son las 12.51 del mediodía y la radio vuelve a sonar. Una mujer con un posible ictus. El accidente cerebrovascular es, junto al infarto de miocardio, dos de las patologías donde el tiempo es crucial para el pronóstico del paciente. Varios equipos de emergencia se desplazan al lugar del aviso y la central activa el código Ictus, un dispositivo de coordinación para tener preparados todos los recursos, desde la ambulancia al hospital de traslado, para atender al paciente en el menor tiempo posible. “Estas enfermedades son tiempo-dependientes. Hay una parte del tiempo que depende del sistema sanitario, desde que entra la llamada, se genera un recurso, se envía la ambulancia y ésta lleva al paciente a un hospital para que reciba el tratamiento. Pero hay otra parte que depende del paciente o de su entorno, que es el tiempo que tarda en avisarnos. Lo que tarda en avisarnos por dolor en el pecho o porque deja de mover una parte del cuerpo, es tiempo en el que el corazón o el cerebro, se está muriendo”, explica Morales. Cuando el médico llega con su vehículo, la ambulancia ya está arrancando al hospital Clínic, el más cercano. Han pasado 15 minutos desde el aviso. Allí, el equipo de neurología ya está sobre aviso y preparado para recibir a la paciente.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

De camino a la central de L’Hospitalet, la radio vuelve a lanzar una alerta: una tentativa de suicidio de un menor ingresado en el hospital Sant Joan de Déu. Varias unidades ya se han desplazado al lugar. Cataluña también dispone del Código Riesgo Suicidio, otro dispositivo de coordinación entre los servicios médicos para detectar y monitorizar las tentativas de suicidio. En este caso, además de la intervención inicial para estabilizarlo, el menor permanecerá bajo control de los servicios de salud infantojuvenil durante, al menos, un año.

Morales está curtido. Es experto en emergencias y ha coordinado las labores de emergencia en terremotos y huracanes. También en el atentado de las Ramblas en 2017. Pese a todo, asegura: “Este es el trabajo más bonito del mundo. Brindas una oportunidad de supervivencia. Tiendes la mano a toda la continuidad de esa persona hasta que estemos aquí”. Y la radio vuelve a sonar.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_