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Vox pasa en apenas dos meses del éxtasis a la irrelevancia

De los 529 escaños obtenidos en el conjunto de España, solo tres proceden de Cataluña

Simpatizantes de Vox en la sede electoral del partido en Barcelona
Simpatizantes de Vox en la sede electoral del partido en BarcelonaCarles Ribas

En apenas dos meses, la formación de extrema derecha Vox ha pasado del éxtasis —a rebufo de la euforia por sus resultados en Andalucía en diciembre y la posibilidad de que la derecha desbancara al PSOE de la Moncloa— a la casi absoluta irrelevancia en Cataluña. De soñar con hacerse un hueco en la política catalana —clave en su crecimiento en el resto de España— a tener menos presencia municipal que el partido xenófobo Plataforma per Catalunya (PxC), al que absorbió precisamente con el objetivo de sacar un buen resultado en los comicios locales celebrados el pasado 26 de mayo.

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La cúpula catalana de Vox confiaba en que el 28 de abril iba a ser una gran noche. El partido de extrema derecha había alquilado una sala en un céntrico hotel de Barcelona para seguir los resultados de las elecciones generales. El CIS proyectaba que Vox podía lograr hasta tres diputados por Barcelona. Finalmente fue solo uno. Aún así, hubo celebración y palabras grandilocuentes de sus dirigentes, aunque también caras largas de decepción entre los simpatizantes. Fue un presagio de lo que llegaría un mes después. El 26 de mayo el partido ni organizó un acto de seguimiento electoral en Barcelona temiéndose lo que acabó ocurriendo: solo obtuvo concejales en Salt, uno de los 45 municipios catalanes a los que concurría y el cómputo de votos se desplomó en un mes.

“Estamos bastante desilusionados”, dice una militante muy activa de Vox en Barcelona, que pide el anonimato. “A la gente leal se nos ha pedido que no abandonemos ahora. Estamos desencantados de la poca valoración que se ha hecho de las bases”, agrega. Sostiene que la cúpula del partido ha hecho autocrítica, pero denuncia que la formación que dirige Santiago Abascal no ha sabido controlar su crecimiento en los últimos meses.

La militante se muestra especialmente crítica con la absorción de PxC por parte de Vox el pasado febrero y que desató tensiones internas en la elaboración de las listas municipales. Por ejemplo, los coordinadores de Vox en L'Hospitalet de Llobregat y Mataró fueron apartados por personas procedentes de Plataforma. La mujer tilda de “gran error” el pacto con la formación xenófoba, dice que es un sentir generalizado en las bases y sostiene que ha ensuciado la marca de Vox. “Tenemos peor imagen ahora que hace tres meses”, señala. Pero asegura que los resultados en las municipales no han sorprendido al partido porque, alega, se esperaba un descenso.Un portavoz de Vox no respondió a las preguntas de este periódico.

El paisaje electoral en Cataluña dibuja una radiografía incómoda para la formación. De los 529 escaños obtenidos en el conjunto de España, solo tres proceden de Cataluña, emblema de su discurso ultranacionalista contra el estado de las autonomías y donde aspiraba a debilitar a Ciudadanos y al PP. Las cifras quedan muy lejos de los 67 concejales en 39 municipios que logró PxC en 2011 a caballo del lema xenófobo Primero los de casa. Y también por debajo de los ocho concejales en cinco ciudades de ese partido en 2015.

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Tres ciudades con ediles de ultraderecha

Cinco formaciones de ultraderecha se presentaban en 52 municipios catalanes el 26-M y lograron representación en tres de ellos. Al margen de Salt, con tres concejales de Vox, en Ripoll el secesionista Front Nacional de Catalunya, que nació en los años cuarenta como antifranquista pero ahora critica la inmigración en su programa, logró un 9,4% de votos y un asiento en el pleno. Hizo lo mismo en Manlleu SOM Identitaris (con un 6,2%), el partido impulsado por Josep Anglada, el fundador de Plataforma per Catalunya, tras su expulsión de la formación. Anglada no logró revalidar su asiento de concejal en Vic, su cuna política. Vox además ha sufrido una pérdida de votos en municipios como Castelldefels y Sant Adrià del Besòs respecto a las generales, donde superó el 5%.

Xavier Rius, un experto en ultraderecha, atribuye el batacazo de Vox a su retórica anticatalana, con propuestas como cerrar TV3, y a carecer de programas electorales adaptados a los municipios. “Vox es un voto emocional del tipo ‘Puigdemont a prisión’. Este voto en Madrid, Baleares o Andalucía prende, pero aquí no”, opina. Y destaca cómo Vox no logró tampoco seducir a exvotantes de PxC que, tras la debacle de la formación nacida en Vic, se fueron al PP, Ciudadanos o a la abstención.

Vox obtuvo en los comicios de abril 148.481 votos en Cataluña, equivalentes a un 3,6% del total. Un mes después, en las elecciones europeas, el apoyo al candidato, el catalán Jorge Buxadé, se redujo casi un tercio, hasta los 68.824 votos, un 1,9% del total en Cataluña y por debajo del 6,2% en el conjunto de España. En las municipales, solo en Salt logró superar la barrera del 5% de votos que da concejales.

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