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Big Red Machine lideran la jornada de inicio del Primavera Sound

El festival convoca en su primer día a un público más variado de lo usual

Ambiente en la primera jornada ayer del Primavera Sound.
Ambiente en la primera jornada ayer del Primavera Sound.JUAN BARBOSA

Hace sólo dos años, un abarrotado Parc del Forum se emocionaba cuando Bon Iver, cabeza de cartel, tocaba los primeros acordes de Skinny Love. El año pasado, The National fueron los encargados de relevarle, y conseguir que un -entregado- público cayese rendido a sus pies. Este año, el festival ha decidido ir más allá y obsequiar con ambos cabezas en un mismo día y, además totalmente gratis. Vaya, un plan de lo más rentable. O al menos, eso les pareció a las centenares de personas que se acercaron en la noche del miércoles al Parc del Fòrum para presenciar la jornada de inauguración de la 19ª edición del Primavera Sound.

Como si se tratara de un pequeño aperitivo antes del gran festín, el festival siguió la tradición anual de obsequiar a la ciudad con conciertos en el mismo recinto con entrada totalmente gratuita. En este caso, los artistas encargados fueron Mow, Melenas, Hatchie, Cuco y, como plato fuerte, el proyecto de Justin Vernon (Bon Iver) y Aaron Dessner (The National), Big Red Machine. Estos últimos, que cerraron la jornada fueron la apuesta más ecléctica dentro de un festival que ha apostado por regenerarse creativamente.

Cerca de las cinco de la tarde, la brisa mediterránea amortiguaba la hora punta de sol y las multitudes ya empezaban a acumularse en el escenario principal, en el que la madrileña MOW ya había empezado su repertorio. Unas multitudes, cabe decir, mucho más diferentes de lo que se acostumbra a ver. Frente al usual público más mayor, esta jornada de inauguración también ha contado con un público adolescente, que desde primera hora ya merodeaba por el recinto, comprobando a efectos prácticos que el Primavera ha conseguido su objetivo: actualizarse para llegar a las nuevas generaciones.

MOW deleitó al público con un breve setlist de media hora en el que el dreampop, los sintetizadores y las melodías hipnotizantes al más puro estilo Let’s Eat Grandma fueron los protagonistas. A las seis, le relevaron el cuarteto de Pamplona Melenas, que cambiaron de registro a un garage rock mucho más gamberro y salvaje. Entre guitarras y psicodelia, las pamplonicas subieron los decibelios de la jornada, y avisaron antes de irse que, obviamente, “aún quedaba mucho festi por disfrutar”.

Tras ellas, la australiana Hatchie fue la calma después de la tormenta. Con melodías suaves y melosas, pero equipada con su bajo, chupa de cuero y gafas de sol que le daban un encantador aire de rebeldía, Hatchie intercaló temas de su EP Sugar & Spice (2018), entre la que destacó su hit popero Bad Guy, con algunas canciones inéditas de su álbum debut, que saldrá en junio.

A medida que transcurría la tarde, el público aumentaba y llegaba un perfil más adulto, aún manteniendo un inédito porcentaje adolescente. Y para complacer a los más jóvenes, a las ocho y media salió al escenario la estrella lo-fi millenial Cuco y su chamber pop, que fue recibido por un sinfín de gritos de sus fans más acérrimos, que se acumulaban en las primeras filas. Por primera vez en la tarde se percibió cierta mitomanía en el Fòrum, con el público coreando su famosa Lo Que Siento o, para la sorpresa de muchos, la versión de Devuélveme a mi chica con la que culminó el concierto.

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Fue entonces cuando llegaron Big Red Machine para rematar la ración de fanatismo. Dessner y Vernon, que ya son unos veteranos de este festival que -admitieron nada más comenzar- adoran, entraron al escenario en sudaderas y camisas largas, como si se tratase de un mero ensayo, para obsequiar al público con un espectáculo de sinfonías instrumentales complementadas por la ya mítica voz autotuneada de Vernon, autor de For Emma, Forever Ago.

Desde los primeros acordes de Gratitude hasta I Won’t Run From It o Lyla -en la que subieron al escenario a la cantautora Julien Baker- Vernon y Dessner se abrieron paso hasta el corazón del público entre ritmos experimentales, riffs exquisitos con marca The National - Dessner también subió al escenario a su hermano Bryce, también guitarrista en el grupo - y las vocales apoteósicas de Vernon. Y si bien colocar un proyecto tan alejado de lo mainstream como cabeza de día podía ser un paso en falso para el Primavera, pareció ser un triunfo entre el público. Quizás sea porque la lucha del festival por redefinirse está surtiendo efecto. El tiempo dirá.

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