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“¿Subir el sueldo? Eso está prohibido en Lloret”

El municipio con más turistas de la provincia de Girona tiene la renta por hogar más baja de Cataluña

Cristian Segura
Dos turistas en un colmado de Lloret de Mar.
Dos turistas en un colmado de Lloret de Mar. toni ferragut

Una noticia sacudió en abril a Lloret de Mar: el Instituto de Estadística de Cataluña situó a este núcleo de la Costa Brava como el municipio con la renta familiar más baja de la comunidad. Pese a ser el primer destino turístico de la provincia de Girona, sus habitantes solo contaron en 2016 con 10.900 euros netos de promedio, un 35% menos que un catalán medio. Hay vecinos que no se creen esa última posición, pero una mayoría de consultados admiten un problema de precariedad laboral.

Àngels García es propietaria del colmado Ángela. Está lejos de la primera línea de mar, allí donde Lloret se convierte en uno de los templos del turismo de masas y de bajo coste del Mediterráneo. En Mas Baell, su barrio, residen lloretenses que dependen de los 1,2 millones de visitantes que recibe cada año el municipio. “Muchos vecinos intercalan contratos temporales con el paro. El poder adquisitivo ha bajado bastante, incluso después de la crisis”, dice García mientras vende golosinas a unos niños que acaban de salir de la escuela. No cree que aquí haya más pobreza que en otros lugares, pero está convencida de que los ingresos por hogar hoy dan para tirar adelante y poco más. Preguntada por si ha detectado una mejora en los salarios seis años después del peor momento de la recesión, García responde con ironía: “¿Subir el sueldo? Eso está prohibido en Lloret”.

La tasa de paro de Lloret en el primer trimestre (datos de la EPA) de 2019 fue del 15,4% mientras que en Cataluña era del 11,6%. El 87,2% de los nuevos contratos firmados en el municipio fueron temporales, según el Ayuntamiento. Las estadísticas, pese a la última posición, señalan que la renta familiar mejoró un 12% entre 2011 y 2016.

Lloret es el paradigma del precariado, según Marie Granados, empleada de una empresa que organiza visitas al Camp Nou, a otros pueblos de la costa, bautizos de submarinismo o veladas de flamenco. “Los convenios sectoriales o los derechos laborales en Lloret no se respetan porque hay demasiada competencia. Y si pides mejoras, te indican dónde está la puerta”, dice esta ciudadana de origen belga. Granados añora los años en los que trabajó como secretaria de dirección en una multinacional de ingeniería en Cerdanyola del Vallès, con un sueldo de 1.350 euros brutos mensuales, vacaciones, festivos respetados y un horario de ocho horas. Tras la crisis, la empresa solo pudo ofrecerle un contrato de media jornada y Granados volvió a Lloret: “Ahora solo tengo un día festivo a la semana, las vacaciones no existen para mí. Los contratos indefinidos tampoco existen en Lloret, y si te dan uno, el salario es más bajo”, asegura Granados.

La tasa de paro de Lloret en el primer trimestre de 2019 fue del 15,4% mientras que en Cataluña era del 11,6%

El momento en el que empezaron a torcerse las cosas en Lloret fue a principios de la década de los 2000, cuando se extiende el turismo del todo incluido, según coinciden Granados y Siro Luzzietti, napolitano encargado de la pizzería Il Brigantino. 250 euros, billete de avión, comida y bebida incluidos, eso es lo que puede costar fácilmente una semana en Lloret con un touroperador, dice Luzzietti. Lo peor, para él, son los bufés libres de los hoteles. “Mata a los restaurantes”, avisa Luzzietti. El pasado lunes, a la hora del almuerzo, Il Brigantinos solo tenía cuatro clientes mientras que el bufé libre —por 11 euros— del hotel Rosamar tenía doce mesas ocupadas.

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Las personas consultadas para este reportaje coinciden en que el gobierno local está aplicando medidas para elevar la calidad turística. Marc Palanques gestiona el aparthotel Nàutic. “Desde 2012 se están realizando esfuerzos para mejorar la oferta y reducir el turismo de borrachera”, señala. Reconoce que “los sueldos y recursos de Lloret son directamente proporcionales al tipo de turismo que acoge” y admite que son habituales salarios de 800 euros. Pero este hotelero añade que la situación está progresando: los que antes solo cobraban en negro, ahora están contratados con empleos temporales. Palanques subraya que la información sobre la renta familiar “causó indignación” porque no es real: asegura que no se tienen en cuenta variables como las horas extra pagadas en negro o que parte de los residentes sean extranjeros que durante meses trabajan en otro país.

María Jien es gambiana y lleva doce años en Lloret. Trabaja en una peluquería que también hace tatuajes y piercings. Jien afirma que el negocio cae año tras año porque el Ayuntamiento “está limitando la llegada del turismo más joven”. Para Jien, el municipio sufre porque su oferta sigue siendo para un público que el consistorio está ahuyentando.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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