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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Júpiter, Juno, Baco y un excelso coro bajo el sello de Gardiner

El director británico saca brillo en el Palau de la Música al ‘Semele’de Händel con un orfeón Monteverdi estelar

John Eliot Gardiner, en el centro, con buena parte del elenco de la obra.
John Eliot Gardiner, en el centro, con buena parte del elenco de la obra.

A sus 76 años recién cumplidos, John Eliot Gardiner cautiva al público con una energía tan admirable como su sabiduría estilística. Fiel al Palau de la Música, el gran director británico volvió esta semana a conquistar al público con una gratificante versión semiconcertante de Semele, una poco conocida joya lírica de Georg Friedrich Händel que presentó en el marco de una gira internacional que incluye solo las principales salas de Roma, Milán, Londres y París. La espectacular actuación del Coro Monteverdi fue,sin duda, lo mejor de la velada.

SEMELE

De Händel
Louise Alder, Hugo Hymas, Lucile Richardot. Coro Monteverdi. English Baroque Soloists
Director: John Eliot Gardiner
Palau de la Música
Barcelona, 24 de abril

¿Drama musical u oratorio en tres partes? Poco importan las distinciones formales: en Semele, basada en las Metamorfosis de Ovidio, Händel cuenta con arias maravillosas, potentes escenas dramáticas y buenas dosis de humor los amores de Semele y Júpiter, la furia de su celosa esposa Juno y el nacimiento de Baco, cual Ave Fénix, de las cenizas de Semele. Gardiner recreó con serena madurez las bellezas de esta sensual partitura que en su estreno londinense en 1744 causó escándalo al presentar una relación adúltera en escena.

El Coro Monteverdi elevó claramente el listón de calidad de una versión también brillante en la prestación orquestal de los English Baroque Soloists, pero menos convincente en las voces solistas. El hábil movimiento teatral dirigido por Thomas Guthrie compensó las limitaciones del formato concertante, arropado por un diseño de luces de Rick Fisher y vestuario de Patricia Hofstede.

El encanto de la soprano Louise Alder en el papel titular y el histrionismo de la mezzoprano Lucile Richardot fueron las bazas más solidas del que en realidad fue un irregular reparto, que tuvo su eslabón más débil en la insuficiencia del contratenor Carlo Vistoli. El tenor Hugo Hymas perdió fuelle en el tercer acto, en el que, precisamente, mejoró su actuación el bajo Gianluca Burratto.

Pocas formaciones corales alcanzan sin duda hoy en día la pureza vocal, transparencia y calor expresivo que ofrece el Coro Monteverdi, fundado por Gardiner en 1964 y auténtico motor de sus proyectos musicales más ambiciosos: la plenitud y calidad de este conjunto coral —afinación perfecta, claridad meridiana en la articulación, empaste y proyección admirables— fue lo más relevante en una versión que deparó también momentos de gran belleza y delicadeza orquestal.

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