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El policía feminista que escribe para visibilizar el maltrato

El responsable de la unidad contra la violencia machista en Málaga cuenta sus vivencias en un libro para ayudar a las víctimas

El inspector de la Policía Nacional Álvaro Botias Benedit, en Málaga este miércoles.
El inspector de la Policía Nacional Álvaro Botias Benedit, en Málaga este miércoles.García-Santos

“Mi nombre es Álvaro y soy feminista”. Así comienza el inspector jefe Álvaro Botías, responsable de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional en Málaga, encargada de los casos de malos tratos; las charlas que ofrece a los adolescentes y el libro que acaba de publicar para mostrar su trabajo, visibilizar la violencia de género, ayudar a las víctimas y luchar contra una “lacra social” que trasciende las fronteras de una pareja. “Hay que generar conciencia social y exponer al machismo, que no pueda esconderse más”, afirma al preguntarle por sus inquietudes literarias.

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En La lucha contra la violencia de género: Vivencias de un policía (autoeditado con Círculo Rojo), el inspector novela seis casos que lo han marcado en los últimos tres años de trabajo, desde que se puso en marcha la unidad policial que coordina los grupos de investigación y protección. Con nombres ficticios, desgrana el maltrato de una adolescente, el caso de una víctima acosada por su expareja con la difusión de imágenes pornográficas y el de una mujer que sufrió maltrato, junto a su hija, durante décadas. Todas ellas lograron salir de “la espiral” de violencia. Su intención ha sido mostrar distintos perfiles para dejar claro que en realidad no hay un modelo de víctima. “El único requisito es ser mujer”, recuerda.

¿Y qué pasa con el maltratador? Botías, de 33 años, expone que tampoco existe un patrón generalizado de agresor en cuanto a edad, formación o entorno familiar y social, aunque da varias pistas y cita rasgos “comunes”. “Son manipuladores, machistas hasta la médula, en algunos casos narcisistas, maestros del engaño, sutiles a más no poder y, por regla general, muy duchos en las relaciones sociales”, escribe el policía, que donará el 25% de los beneficios del libro a las asociaciones de lucha contra la violencia de género Federación Ágora y AIVIG.

“Hay que tener los ojos muy abiertos para detectarlos”, continúa el inspector sobre los maltratadores. Es crítico con el hecho de que, ante un caso de violencia machista, se ponga el foco sobre la víctima y casi nada sobre su verdugo. “Si un hombre tiene una condena por malos tratos, sus vecinos y su familia tienen que saberlo”, afirma. Cada uno de sus relatos está acompañado de reflexiones con pautas para detectar y prevenir el maltrato, con claves como el apoyo de familia y allegados y la coordinación de medios. La víctima está “anulada” y “necesita que una mano amiga la agarre fuerte y tire de ella”, subraya Botías. También expone los recursos a disposición de las mujeres, en todos los ámbitos de actuación, para denunciar, embarcarse en el proceso penal y salir adelante. “Hay que deconstruir los roles de género, capacitarla [a la víctima] para retomar las riendas de su vida con optimismo”, añade el policía sobre la necesidad de empoderarla.

El responsable de la UFAM en Málaga insiste en la importancia de la educación y, por eso, uno de los grupos con el que más le gusta trabajar es el de los adolescentes. Cuando empieza sus conferencias en un aula, suele lanzar una pregunta: “¿Cuántos os consideráis feministas?”. Botías cuenta que muy pocas manos se alzan, todas de chicas. Entonces hablan de música, de redes sociales, de relaciones afectivas. “Dejo que me cuenten, los escucho, debatimos”, explica. Él les relata su caso personal, que su mujer es empresaria con horario de tarde y que él se encarga a diario de recoger a su hijo de tres años de la guardería y de cuidarlo. Al final de la charla repite la pregunta del principio y, entonces, casi todos los asistentes levantan la mano. “¿Cómo se puede no ser feminista? ¿En qué cabeza entra no perseguir la igualdad de oportunidades y derechos?”, se pregunta el policía.

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Sus ponencias se dirigen también a padres, profesores o funcionarios. Ha notado una evolución en los últimos tres años y cada vez más público masculino se sienta a escuchar y participar. “El hombre tiene que estar presente”, apunta Botías, y resalta que el giro ha sido aún más pronunciado desde el pasado 8 de marzo. Él, en su libro, se dirige directamente a las mujeres y a las posibles maltratadas. Y les hace un ruego: “Por favor, no sintáis vergüenza en contarlo”.

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