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Lari, un magnífico regalo de aniversario

El mago presenta un espectáculo donde abundan los grandes efectos

Tomàs Delclós
Mag Lari en un número de su espectáculo en el Teatre Condal.
Mag Lari en un número de su espectáculo en el Teatre Condal.

El nuevo espectáculo del Mag Lari empieza con una densidad mágica increíble. En tres minutos hay apariciones, desapariciones… en todo tipo de cajones y urnas. Un ritmo, que de prolongarse, sería insostenible no ya para el físico de los artistas si no para el propio público. Una dosis tan generosa y concentrada de milagros es aceptable como presentación de la antología, pero también demuestra que la magia no solo consiste en la ejecución perfecta de un truco si no en transmitir emociones. La velocidad de este inicio da una idea cabal de lo que es capaz Lari, pero la verdadera ilusión llegará en los 87 minutos restantes, más sosegados, con tiempo para generar suspense, lirismo y esos diálogos bromistas y puñeteros de Lari con su, amado, público. Un público que participa no solo cuando un espectador es invitado a subir al escenario sino cuando toda la sala baraja, siguiendo las indicaciones del mago, siete cartas que se ha encontrado en la butaca para llegar todos, o casi, a un mismo final.

Lari celebra en el Condal 25 años de arte y, también, de oficio porque la buena magia pide ensayos, pensar la presentación, el orden de la ilusiones… trabajarla. En el Condal, por ejemplo, hay un excelente labor en la banda sonora. Su espectáculo antológico recoge, algunos repensados, 25 juegos de su repertorio. No es una cronología. Aquí, al margen de su añada, Lari los presenta madurados, perfectos. Hay una generosa ración de grandes efectos, incluso demasiados, pero también deja espacio para juegos más pequeñitos, igualmente sorprendentes e incluso más emotivos. Lari Juega con esta alternancia y con cariñosa ironía le da el mismo valor contable a un juego de gran aparato que al diminuto efecto de sacar un pañuelo de una mano desnuda. Éste, como aclara desde el escenario, también cuenta para sumar los 25. No sé si cuenta el juego con una pequeña bola que, engatusado por sus buenos auxiliares que le vendan los ojos, deja a la vista del público el truco. Amante de tomar el pelo con elegancia -practica un humor con empatía- Lari también se lo toma a sí mismo.

Una cifra, 25, a la que se llega con el público habiendo disfrutado visiblemente de hora y media de magia. El día del estreno, Lari hizo un homenaje a la actriz Meritxell Huertas, que fue su partenaire al inicio, y a Joan Gimeno con quien coincidió hace años en El Llantiol, un antro singular. Los dos estaban en la platea. Y terminó el espectáculo con un elogio a la llufa, una figurita que se cuelga a otro para reír pero que, al mismo tiempo, es el dibujo de una persona. Una combinación, dedicada a su público, que resume la poética de Lari.

El espectáculo se presenta en un escenario vacío, rodeado de cortinajes que aluden a espectáculos anteriores del propio Lari. Unos cortinajes que, al final, son bajados hasta el suelo dejando a la vista la tramoya. Quizás sea una alusión a la idea que tiene el mago de que su próximo espectáculo no sea más de lo mismo. Le está dando vueltas al concepto de "magia contemporánea". Ya veremos. En todo caso, el espectáculo del Condal es un magnífico regalo de cumpleaños.

 

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