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CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Frescura y encanto ante un clásico para desmontar tópicos

El director Jakub Hrusa y la violinista Viktoria Mullova esquivan la tentadora reiteración ante un repertorio popular con un sensacional concierto en el Palau de la Música

La violinista rusa Viktoria Mullova.
La violinista rusa Viktoria Mullova.

Las orquestas alemanas muestran con orgullo una tradición y una rotundidad sonora que, por lo general, entusiasma al público. Así lo hizo, en un sensacional concierto en el Palau de la Música, la Orquesta Sinfónica de Bamberg y su titular, el director checo Jakub Hrusa, con la violinista rusa Viktoria Mullova como solista. En el programa, que abría con éxito la segunda temporada de BCN Clàssics, desmontaron los tópicos que pesan sobre el gran repertorio, dando frescura y encanto a clásicos populares mil veces escuchados.

Cuando en los atriles figuran, como es el caso, obras que el público identifica fácilmente y los melómanos conocen de memoria, siempre acecha el peligro de caer en la rutina. Por fortuna, no hubo asomo de rutina, sino agradables sorpresas, en la interpretación que brindaron en el templo modernista del poema sinfónico El Moldava, de Bedrich Smetana, y la Sinfonía núm 9, Del Nuevo Mundo, de Antonin Dvorák, obras maestras de la música checa que ostentan la condición de clásicos populares.

‘SINFONÍA DEL NUEVO MUNDO’. DVORÁK

Sinfónica de Bamberg.

Viktoria Mullova, violín.

Jakub Hrusa, director. Obras de Smetana, Sibelius y Dvorák.

Palau de la Música Catalana.

Barcelona, 10 de noviembre

Hay que repartir el mérito interpretativo con justicia. Al dominio del estilo y el talento de Hrusa, los músicos de la Sinfónica de Bamberg respondieron con calidad y actitud despierta. Atesora este joven director, nacido en Brno en 1981, las cualidades de la escuela checa, que ha dado figuras como Vaclav Talich, Karel Ancerl, Rafael Kubelik o Vaclav Neumann; su huella queda patente en la gestualidad, el equilibrio y la claridad de planos sonoros que ofrece este talentoso director.

Animó el póetico viaje por el río Moldava pintado por Smetana con brillantes colores y dio alas con claridad e incisivos contrastes al Concierto para violín del finlandés Jean Sibelius, sin duda uno de los más geniales conciertos del siglo XX. De nuevo cayeron los tópicos; ni rastro de la pretendida frialdad de una música de hermoso lirismo y vigor rítmico que Viktoria Mullova interpretó siempre con virtuosismo, delicados matices y ausencia de efectismos.

Las sorpresas fueron en aumento a lo largo de una impresionante versión de la Sinfonía Del Nuevo Mundo, clásico explotado hasta la sociedad en la radio, la televisión, el cine y la publicidad. Gracias a los finos y sugerentes detalles instrumentales, se pudieron redescubrir los encantos melódicos y la fuerza orquestal de una obra que Hrusa animó con la elección de tempi flexibles y variedad en los acentos rítmicos que dieron relieve al material folclórico. El vigor de dos danzas eslavas cerró la velada por todo lo alto.

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