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Electrónica / The KVB
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La seducción diferida

El dúo británico le toma el pulso a la nueva temporada en El Sol con una hábil pátina de misterio

El dúo The KVB.
El dúo The KVB.

Kat Day y Nicholas Wood, tan brillantes, menudos y retraídos, eran los candidatos perfectos para engrosar las filas del 'shoegaze' hasta que el veneno de la experimentación electrónica empezó a correrles por el torrente sanguíneo. Y la pareja dejó entonces de contemplarse la puntera de los zapatos para ampliar la paleta y, en consecuencia, las miras. Estos KVB que desembarcaron el miércoles en El Sol ya no emplean las máquinas como un pincel sutil, sino como un indisimulado arsenal. Y el resultado es mucho menos etéreo y más denso. No tan soñador como inquietantemente industrial.

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Anda la sala de la calle Jardines poniéndose más guapa con las obras y el público aún algo disperso por culpa de la 'rentrée', así que la entrada fue tibia y los ánimos, tirando a contenidos. Pero The KVB no es un tándem propicio para las grandes efusividades y la actitud de los británicos fue reconcentrada o, digamos, de interesante seducción diferida. La costumbre de sepultar la voz bajo los instrumentos, hasta que no haya manera de saber si Wood canta o murmura, es tan discutible como de costumbre. Pero se trata de una disquisición seguramente eterna. Lo importante es que el dúo sabe verter oscuridad sobre la noche. Y que hay alma en ese viaje absorto y a ratos pesadillesco.

La tripleta inaugural de su reciente Of Desire sirve casi como una suite de partida, con Kat disparando las secuencias y Nicholas aportando con la guitarra unas hábiles gotas de ruido post-punk. El repertorio de ese último trabajo abundará durante toda la noche, lo que incrementa esa pátina de misterio, incluso de algo parecido al glam a la altura de Never Enough. The KVB se decantan más por los interrogantes que por las certezas. Son unos Air en formato árido, una réplica siniestra de Orchestral Manoeuvres in the Dark y, en su lectura de Simpathy for the Devil, una versión de bolsillo de Primal Scream. En resumen, poco más de una hora y sensación de margen amplio para futuras visitas.

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