Un hombre del siglo XX
El diseñador es adicto a los caprichos de escritorio, le gusta estar rodeado de flores y celebra su cumpleaños en un hotel ‘boutique’
1. Mad is Mad. Esta galería de arte me parece un proyecto precioso. Cada cierto tiempo organiza exposiciones que convierten la zona en un efervescente foco de gente muy interesante. Por sus paredes han pasado centenares de artistas, desde emergentes como Lidia Toga, Aitor Saraiba o Theo Firmo, hasta consolidados como Luis Úrculo, Óscar Mariné o Waldo Ballart. (Pelayo, 48).
2. Casa Florida y Moss Floristas. Me gustan mucho las flores, tanto para tenerlas en casa como en el taller. No tengo flores favoritas: me gustan las que estén frescas. No me gustan las orquídeas. Suelo enviar flores como regalo, tanto a hombres como a mujeres. (Marqués del Riscal, 12; Don Ramón de la Cruz, 51).
3. Hotel Casa Suecia NH. Me gustan los hoteles, y este es uno histórico. Fue inaugurado en los años cincuenta y en él durmieron Hemingway y Che Guevara. El año pasado lo remodelaron: Lázaro Rosa Violan y Mercedes Isasa firman su interiorismo. Frecuento su bar clandestino y su terraza, que es maravillosa. Allí he celebrado mi cumpleaños. (Marqués de Casa Riera, 4).
4. Zara. Aquí se toman los mejores mojitos que yo he probado nunca: hay que tener cuidado porque están tan buenos que tienen consecuencias. Se come muy bien; voy a cenar siempre que puedo. (Barbieri, 8).
5. Cock. Los de mi generación somos clásicos y este lugar, que forma parte de mi vida, no falla nunca. Allí viví la afamada noche madrileña. Me parece heroico que su dueña haya logrado mantenerlo abierto todo este tiempo y estar siempre ahí, en primera línea. Me gustan la novedad y lo moderno —bien entendido—, pero aprecio lo auténtico, lo que permanece. Voy mucho, pero nunca me han enseñado el túnel que conecta con Chicote.
6. Nakama. Esta librería, que abrió el año pasado, es una delicia. La selección es muy fina, organizan actividades y tienen un club de lectura. Hay que ser muy valiente para abrir un espacio así hoy en día. Rafa y Miren lo son. Allí me compré Los cinco y yo, la última novela de Antonio Orejudo. (Pelayo, 22).
7. Teatro Lara. He visto La llamada varias veces, y Burundanga también. Me encantan la programación y el rollo que le está dando al teatro Antonio Fuentes, al frente del mismo. Algo parecido ha ocurrido en el Museo Arqueológico (Alfonso XII, 68). Ambos son lugares clásicos —en algunos momentos, vetustos— que, cuando caen en las manos apropiadas, funcionan y llegan a la gente. (Corredera Baja de San Pablo, 15).
8. Papelería Salazar. Soy de caprichos de escritorio: recortables, bolis, agenditas, estampas... En este comercio tradicional, que lleva ahí desde 1905, me gasto un montón de dinero. Soy muy del siglo XX: me gusta que me atiendan, me gusta tocar y hablar con los dependientes. No compro por Internet así me maten. (Luchana, 7-9).
9. Cripeka. Esta cafetería es perfecta para quedar con un amigo en plan tranquilo, para desayunar o para merendar. Tienen muchos tés, aunque yo soy más de café —tomo dos o tres al día—, que también está riquísimo. (Santa Teresa, 2).
10. Restaurante Bogotá. Este restaurante, casero, de barrio, nunca te falla. Llevo 25 años yendo a comer allí (entre semana tienen un menú por unos 12 euros) y suelo frecuentarlo los sábados. Lo han reformado hace poco y lo han traspasado, pero sigue manteniendo su esencia. Eso me gusta. (Belén, 20).
El modisto de la reina
Lorenzo Caprile ganó la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes en 2016. Compagina la alta costura (ha ideado vestidos para la reina Letizia) con la ópera y el teatro: ejerce, desde hace más de una década, de figurinista en la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
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