Vuelve la ambición morena
El cantautor Javier Álvarez regresa con ‘já’, un disco de cinco canciones, con fuerzas renovadas
El día que al fin reunió el suficiente arrojo para agarrar su guitarra y bajarse a cantar al metro, la primera canción que salió de los labios de Javier Álvarez (Madrid, 1969) fue Es una vida dura allá donde vayas, de la cantautora campestre Nanci Griffith. De aquella no podía intuir que esos versos adquirirían el hondo significado de la premonición. Álvarez ha conocido desde entonces los picos y los valles, el reconocimiento y la penumbra, los éxitos mil veces amplificados desde las radiofórmulas y el tiempo de silencio. "Como todo hijo de vecino", aduce él. Ahora, tras ocho años sin pasar por un estudio de grabación, ha reaparecido con dos noches deliciosas en el Teatro del Barrio y un EP de cinco canciones, já, en el que aprovecha para reírse de sí mismo y con todo lo que se mueva.
“Una vez dije que de mayor quería ser como [la cantante country] Linda Rondstadt, y lo mantengo”, cuenta. “Pero ahora me gustaría ser también como Michael Jordan. Un superdotado. Un dios. Si Madonna se convirtió en la ambición rubia, yo soy la ambición morena”. Álvarez habla dulce, sonríe mucho, pestañea poco y no necesita de circunloquios. “Se me puede conocer perfectamente a través de mis discos, porque mi personaje soy yo”, avisa. Pero hoy, tras tanto tiempo de guadianescas idas y venidas, se le notan las ganas de sincerarse. “La vida son luces y sombras y yo también he tocado la mierda y he sufrido como una perra, pero la luz no me ha abandonado. Ni en los momentos más horrorosos, en lo más profundo del túnel. Jamás han dejado de visitarme las musas, de hecho. La vida es cualquier cosa menos fácil, pero es un regalo. Y sí, me apasiona vivir”.
Nunca lo había verbalizado en público antes, pero ahora ya puede contarse. En los tiempos de los discos Javier Álvarez (1995), Dos (1996) y Tres (1999), mientras se erigía en cabecilla de la nueva canción de autor y vendía discos por centenares de miles, Javier hubo de hacer frente a dos brotes psicóticos “muy agudos”. Pero ni siquiera la enfermedad le doblegó. “Soy muy vulnerable, tengo muchísima sensibilidad, soy bastante artista”, resume, “pero he llegado al momento en que me noto centrado, concentrado y entero. Y esa sensación es la hostia. Nunca he querido ser convencional y me siento muy feliz con el papel que me ha tocado desempeñar en esta película de la vida. Me lo creo y me siento contento conmigo mismo desde pequeñito. Verás: no tengo abuela y soy medio gilipollas, pero soy coherente”.
Soy muy afortunado
Aquel muchacho aniñado, de aspecto frágil y con el pelo al uno que cantaba La edad del porvenir, Piel de pantera o De aquí a la eternidad luce hoy trenza, bigote y uñas esmaltadas en tonos dorados. Es una manera de simbolizar la dualidad chico/chica. Ya saben: la tierna heroína country y el baloncestista hercúleo. “Con mi parte masculina soy muy tímido, la tengo más censurada. La femenina aflora a cada rato, con independencia de mi sexualidad. Mi intuición, por ejemplo, es muy femenina. Sin ir más lejos, muchas canciones de mi disco Dos las escribí sin acabar de entender bien qué significaban. Y con algunas todavía me lo estoy preguntando…”.
Han pasado inviernos y, sobre todo, avatares, pero no hay añoranza en el discurso de este hombre que soliviantó radios y discográficas cuando acertó a cantar aquello de “Padre, soy pajillero, maricón y drogadicto…”. “No echo de menos a aquel tío de veintitantos”, avisa. “La nostalgia puede ser preciosa, y hasta la palabra misma huele a otoño, pero el pasado solo está muy bien para los ratos tontos. Mi amado Pablo Guerrero, que es autor de las frases más iluminadas de nuestra música, acertó a explicarlo todo con el título de uno de sus trabajos: Toda la vida es ahora. El presente es ley y el futuro es imaginar y soñar”.
¿Y los anhelos, ya que estamos? Álvarez se detiene unos instantes para besar a su adorada Mercedes Ferrer, con la que ha preparado una excelente versión de U got the look (Prince), y luego esboza otra de sus longitudinales sonrisas. “Tengo ya al productor de mi próximo álbum, The New Raemon, y estudio reservado para febrero de 2018. Aún faltan las canciones, pero ojalá sea capaz de entregar un disco de éxito”. Y remacha: “Ser libre como yo no casa con los intereses sociales, pero compensa. Soy muy afortunado. Mi madre me lo ha repetido: Hijo mío, tú has nacido de pie”.
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