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El plan de la Xunta para As Fragas do Eume suscita un rechazo total

Vecinos, alcaldes y ecologistas descalifican la propuesta de regulación ambiental

Puente colgante sobre el río Eume en el parque de As Fragas
Puente colgante sobre el río Eume en el parque de As Fragasgabriel tizón

La regulación ambiental que demanda el parque natural de As Fragas do Eume, pendiente desde 1997, camina a trompicones en la primera fase de su tramitación y no contenta más que a la Administración que la redactó. Disgusta a los regidores de los cinco municipios que le sirven de frontera y que echan en falta compensaciones económicas similares a las de otros espacios naturales; no contenta a los ecologistas, porque lo consideran un mero “corta y pega” de otras normativas e “insuficiente” en personal y medios para preservar la joya verde “ya excesivamente enfocada al turismo”, y molesta, muy especialmente, a los más de 2.000 vecinos propietarios del 80% de la superficie de As Fragas, que se consideran víctimas de un “expolio”.

 “Esto es como una expropiación pero sin dinero, encubierta. Nos limitan tanto en el uso de nuestra tierra que no puedes hacer nada. Pierdes los cuartos de la madera y, a la mínima, te multan”, se queja Manuel Díaz, al frente de Unión de la Propiedad para la Defensa de As Fragas. Agrupa a unos 800 socios y es una de las dos entidades —la otra es Parque Natural del Eume, Naturaleza y Desarrollo— que reúne a los vecinos con terrenos en la zona de protección. El parque natural de As Fragas arrancó con mal pie desde el mismo día de su declaración, el 30 de julio de 1997, entre las agitadas protestas de los propietarios que se oponían a la creación de una reserva ambiental “impuesta”, lamenta Díaz, sin negociación ni compensación alguna.

Ahora la Xunta vuelve a empujar en solitario el Plan Reitor de Uso e Xestión (PRUX) que la ley exige pero sin apoyos ni consenso. El DOG publicó el pasado martes el inicio del plazo de exposición pública del borrador, al que le espera una avalancha de alegaciones. Han sido prácticamente dos décadas de gestación para un documento preliminar de 158 páginas que los propietarios critican porque suprime la opción de compensarles por los terrenos, que entienden que les han sido expropiados. “En los anteriores, aún lo dejaban caer. En este último, ya no aparece esa opción”, dice Ángeles Pita, presidenta de Naturaleza y Desarrollo. Los vecinos coinciden en que el parque estaba mejor cuidado hace dos décadas que hoy, pese a la protección ambiental. “A uno le metieron una multa de 8.000 euros por un pastizal y no sé qué de un camino, y así no se puede hacer nada”, se quejan los propietarios.

La urgencia de preservar el hermoso cañón del Eume, en su descenso hacia la ría de Ares, es el único punto en el que coinciden la Xunta, los alcaldes de los cinco municipios con los que linda este espacio protegido —As Pontes, A Capela, Monfero, Cabanas y Pontedeume— los ecologistas representados en la Junta Consultiva del parque y los propietarios. En lo demás, todo son diferencias. El primer gran tropiezo del esperado plan fue el desplante que los vecinos, la Federación Ecoloxista Galega y los alcaldes de A Capela, As Pontes y Monfero —socialistas los dos primeros e independiente el otro— dieron a la directora general de Conservación da Natureza, Verónica Tellado, en la única reunión que iban a mantener, el pasado 22 de enero, como preludio a su tramitación administrativa y de la que salieron casi todos al poco de empezar evidenciando que al documento le faltan apoyos en todos los flancos. Solo permanecieron dentro los regidores de Cabanas y Pontedeume, ambos del PP.

Mónica Arto, de Verdegaia, la representante de los ecologistas en la Junta de As Fragas junto a otros 29 vocales, se queja de la ineficacia de este órgano “que de consultivo tiene poco”. “La Xunta excluye a los propietarios que nunca han tenido el peso que deberían. El parque no va a funcionar si no los implican”, advierte. Recuerda que los dueños han dejado de ingresar lo que sacaban vendiendo la madera rápida —eucalipto y pino, básicamente— y no se embolsan las compensaciones que esperaban por reforestar con especies autóctonas. “Son familias que están perdiendo renta y que no ven las ventajas de que sus tierras pertenezcan al parque”, señala Arto.

Más de 9.000 hectáreas

El parque de As Fragas do Eume, que abarca cinco municipios del área de Ferrol, se estira a lo largo de 9.126 hectáreas con la particularidad de que está dividido entre multitud de propietarios de minifundios. La mayor parte de las tierras (80%) está en manos de particulares y entre los dueños también figuran las eléctricas Endesa o Gas Natural Fenosa. El que más tiene suma unas 30 hectáreas. La mayoría no pasa de una, pero fragmentada en varias fincas. La Xunta también tiene su trozo de bosque verde con 1.478 hectáreas de monte público, los Ayuntamientos de As Pontes y A Capela otras 456 y los comuneros de Ombre y San Fiz, 274 más.

El 35% de la superficie es de fraga (bosque autóctono) y el 22,5% se repobló con especies de árboles foráneos (pinos y eucaliptos).

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A los colectivos ecologistas les crispa que la Xunta no aporte la documentación cartográfica que necesitan para un análisis riguroso de la zonificación del parque y tachan de “escandaloso” que el borrador del plan abra la puerta al vertido de lodos de depuradoras urbanas como sustrato de abono en las zonas de protección. Alertan, además, contra el perfil excesivamente comercial de un espacio natural con unos “accesos caóticos” y cuyo “gran potencial turístico” es precisamente uno de los ejes que destaca la Consellería de Medio Ambiente antes de matizar que esa línea tiene que ser “sostenible y compatible” con la conservación.

Los regidores de As Pontes, A Capela y Monfero han iniciado rondas de contactos con los propietarios para ir de la mano con una batería de alegaciones. Todos se han citado para coordinar su ofensiva en una asamblea el próximo domingo en el municipio de A Capela.

Incendios y basura descontrolada

Nadie discute la urgencia de preservar el manto vegetal que cubre las dos orillas del cañón rocoso del Eume, uno de mejores ejemplos de bosque atlántico europeo, a través de un plan que ponga orden a la gestión de un espacio natural tan valioso como vulnerable. La prueba es que fue presa de un voraz incendio forestal que le llegó hasta el mismo corazón, a las puertas del monasterio de Caaveiro, en la seca primavera de 2012. As Fragas ardieron sin control durante cinco días, con las llamas que se desataron a partir de un cigarrillo mal apagado y que fue la hipótesis más probable de una investigación judicial que se cerró sin un culpable. El fuego afectó a 520 hectáreas, 274 de ellas en zona de reserva natural, y le costó el puesto a Luis Costa, anterior director del parque, relevado por Jorge Vázquez.

Tres años después, el Plan Reitor de Usos e Xestión (PRUX) —uno de los requisitos legales pendientes desde la declaración del parque en 1997— todavía enfila la recta final de su tramitación burocrática levantando ampollas entre todos los agentes implicados. Arcoiris, una entidad ecologista coruñesa, recurrió a la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo para denunciar el “tremendo retraso” del plan. Tras 18 años de espera, ya han remitido a Medio Ambiente 15 folios de alegaciones al borrador. Lo cuestionan porque carece de un plan específico contraincendios y no refuerza la “exigua plantilla” del parque (16 personas) para garantizar un control que “proteja eficazmente esta joya natural”.

Los comuneros de Ombre (Pontedeume) destaparon en julio la existencia de un vertedero ilegal de 3.900 metros cuadrados dentro de los lindes de As Fragas. Una auténtica “montaña de basura”, denunciaron. Medio Ambiente reservó este año una partida de 350.000 euros para eliminarlo después de tres décadas.

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