_
_
_
_
_

El tenor de los ‘beats’

El irlandés James McMorrow, que presenta un álbum de soul, niega el sambenito del folk

El músico irlandés James McMorrow.
El músico irlandés James McMorrow.

Barbudo, asido a la guitarra acústica o al teclado y a una preciosa voz de tenor que derivaba a menudo en falsete. De esa guisa debutó en Madrid James Vincent McMorrow (Dublín, 1983), hará en junio dos años, dentro de un cartel de El Día de la Música. Y fue la sensación del festival. Ahora regresa para actuar hoy en Joy Eslava, erigido en uno de los artistas del año gracias a Post tropical, su segundo álbum y un bofetón salpicado de beats e imaginativos arreglos a cualquier imagen trovadoresca. “Escribo canciones con mi ordenador, mi caja de ritmos, sintetizadores, piano, guitarra… Así que no me sentía cómodo con el sambenito folk”.

Dado que en su primer largo, Early in the morning (2010), predominaba lo acústico, tampoco era cuestión de ser borde con los etiquetadores: “Yo no soy así, y además la música se percibe de forma subjetiva. En una época acepté aquello. La gente comenzaba a prestar atención a mi música y yo no quería interferir”. Y lo práctico de las seis cuerdas para viajar de escenario en escenario: “Ya puedo desplazarme con todos los instrumentos que amo y tocar cada vez el que exactamente quiero”.

Post tropical ofrece una suerte de soul poético (“soy y siempre he sido un cantante soul”) que pasa de crescendos monumentales al intimismo sin cambiar de corte, y conjuga cuerdas, metales y demás instrumentos orgánicos con los toques electrónicos. La epifanía artística de McMorrow llegó al descubrir a un mito trágico del soul estadounidense, Donny Hathaway. “Yo seguía a Fiona Apple, Stevie Wonder, Chris Cornell o, por supuesto, Jeff Buckley…pero con Donny, para mí el mejor cantante de siempre, tuve una conexión que por primera vez me llevó a querer dedicarme a esto”.

El amor del músico por el hip hop es otra de sus claves: “De ahí proviene mi pasión por la producción. Este es el primer disco que realmente produzco, aunque el anterior lo hiciera yo no lo considero producido”. La ópera prima de McMorrow respondió a un presupuesto de guerra: la grabó en una casa de la costa irlandesa sin más compañía que guitarra, teclas y ordenador. Ese atisbo anacoreta rizó el rizo de las comparaciones con el aclamado Bon Iver, dado que la luminaria estadounidense concibió su debut en una cabaña en el bosque. “Según eso, el dueño del copyright sería Springsteen: confeccionó de ese modo mucho antes su Nebraska”, ironiza un McMorrow molesto con el paralelismo. No lo oculta: “Siempre me ha parecido un símil fruto de la pereza. Sólo nos unen el ser blancos y nuestras voces agudas. Es como si se metiera a Ryan Adams, Ray LaMontagne y Damien Rice en un mismo saco por tocar la acústica”.

McMorrow, que milita en un sello indie, tuvo hace años una prematura y fallida experiencia multinacional. “Pasé a alguien canciones maquetadas en un ocho pistas en mi habitación, y al mes me estaban llamando las discográficas y editoriales grandes. Me pedían shows, cuando yo carecía de experiencia y repertorio. Firmé y me trasladé a Londres pero no me sentía preparado, así que desistí y me volví a Irlanda”. Ese largo caminaba de puntillas hasta el impulso de una versión del Higher love de Steve Winwood que McMorrow grabó para un proyecto caritativo: “En una sola toma, porque acudí enfermo. Provocó un terremoto: se multiplicó el público en los conciertos y el disco alcanzó las listas”.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

McMorrow considera todas sus canciones “emocionalmente poderosas” y pretende que las que ya prepara para su tercera entrega sean “más directas en los textos, sin tanta alegoría”. En su web, When I leave, se describe como alguien que gusta de bailar sin testigos. Y a vueltas con la timidez, con el alcohol nos topamos: “Mi primer show fue en un bar. Una copa antes, otra arriba para los nervios…hasta que me di cuenta hace dos años de que llevaba toda mi carrera borracho sobre el escenario. En el Royal Albert Hall, conforme bajaba de las tablas, no recordaba el concierto. Así que decidí dejar de beber en las giras para disfrutar de esto en sí mismo. Y funciona”.

James Vincent McMorrow actúa hoy en Joy Eslava, 20:00 h.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_