Arte sin espacio ni tiempo
‘Nada se detiene’ pone en diálogo obras de la Fundación Suñol y La Panera
“Uno de los grandes problemas de este país es que somos reacios a compartir logros y conocimientos”, opina Sergi Aguilar, director de la colección de arte contemporáneo de la Fundación Suñol. Frente a una coyuntura económica que desfavorece la cultura e impone la precariedad, Aguilar señala que ahora, más que nunca, “hay que juntar esfuerzos entre las instituciones y compartir”. Este es el espíritu de la exposición Nada se detiene inaugurada este miércoles en Barcelona, organizada en conjunto entre la Fundación Suñol y el Centro de Arte La Panera de Lleida.
Frente a “la competitividad de las instituciones”, la “postura de cerrarse en sí mismo” y la creencia de que “todo lo que no sucede en grandes ciudades como Barcelona no tiene importancia”, esta primera colaboración entre las dos entidades —una privada y en la capital y la otra pública y en provincias—, quiere demostrar que “compartir enriquece la cultura”, explica Aguilar.
La exhibición —que permanecerá en Barcelona hasta mayo, y a partir de octubre viajará a Lleida— consiste en una selección de fotografías, pinturas y esculturas pertenecientes a artistas de dos generaciones distintas: la de los artistas de los ochenta y noventa del siglo XX y la actual. El objetivo es “demostrar visualmente cómo los artistas han interpretado el mismo tema con una diferencia de veinte o treinta años”. Como el estallido de la obra de Felicidad Moreno frente al silencio de la de Joan Hernández Pijuan; el cuerpo lleno de espinas de Miquel Navarro y la suave voluptuosidad de los desnudos de Julia Montilla o los pies atados fotografiados por Darío Villalba y el cuerpo enjaulado de los hermanos Rosado. Las 35 piezas, dispuestas por parejas o grupos, dialogan entre sí alrededor de temáticas que han inquietado a las dos generaciones: la relación con el cuerpo, la identidad y el género; la ciudad, el paisaje y su degradación.
Frederic Amat,en Cuerpo negro, muestra, mediante una técnica mixta sobre papel, la sombra de un cuerpo humano yacente. A su lado, dos fotografías de Eulàlia Valldosera, Sombras llenas y Sombras vacías, retoman la figura etérea de un ser humano encima de una alfombra que evoca los colores utilizados por Amat. Con distintas técnicas y motivaciones, ambos artistas han trasladado a la dimensión visual la necesidad de discutir sobre la fragilidad humana y el paso del tiempo. Según Aguilar, “el conocimiento se enriquece a través del pensamiento comparativo”, el verdadero protagonista de esta exposición.