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Un halo de rock & roll

Diego Vasallo y Mikel Erentxun, que vuelven a los escenarios tras 12 años de separación, eligen la música y los recuerdos en su paseo por la ciudad que los vio triunfar hace casi 30 años

Mikel Erentxun y Diego Vasallo, en la puerta del Templo del Gato.
Mikel Erentxun y Diego Vasallo, en la puerta del Templo del Gato.ÁLVARO GARCÍA

1. Museo del Prado. Es uno de los mejores de Europa, sobre todo, porque contamos con una colección de arte español magnífica. En las paredes del Prado tenemos a los mejores maestros de la pintura de los últimos siglos. Es un lujo. Lo que más destacamos son las pinturas negras de Goya, es una sala que nos encanta (Paseo del Prado, s/n).

2. Templo del Gato. Fue la primera sala que nos vio tocar en Madrid cuando no éramos nadie. No nos conocían y, aún así, nos dieron tres días seguidos de conciertos. Flipábamos porque llenamos la sala en cada una de las actuaciones. El local no ha cambiado nada desde aquel 1985. Tiene un gran contenido sentimental (Trujillos, 7).

3. El Retiro. Es un lugar muy especial. Nos gusta mucho el toque de parque romántico que tiene. Es perfecto para leer, sentarse en alguna terraza a tomar algo o, simplemente, para pasear, como hiciera Pío Baroja tantos años atrás. Es una foto que tenemos muy presente.

4. Las calles que rodean la plaza Mayor. Son oscuras, viejas y atractivas. Son calles muy interesantes, ya sea de día o de noche, bajo la luz del sol o de las farolas. Su arquitectura es castiza, hermosa. Cuando las pisamos sentimos que estamos de vuelta en Madrid.

El sencillo retorno

No parece que haya pasado más de una década desde que los miembros de Duncan Dhu decidieran seguir caminos diferentes. El tiempo no se ha detenido, pero para Diego Vasallo (San Sebastián, 1966) y Mikel Erentxun (Caracas, 1965) el retorno ha sido de lo más fácil. Vuelven con muchas ganas de mostrar su último trabajo, un CD sencillo de seis canciones que presentarán en una gira por España, que pasará por Madrid el próximo 14 noviembre.

5. La zona del Rastro. No el de los domingos, sino el de los días de labor. Es una zona salpicada de tiendas de compra-venta y de locales que comercian con objetos de segunda mano. Rebuscar entre los trastos viejos de estos negocios es una gozada. Nos gusta, además, caminar por La Latina, que todavía no ha perdido su esencia de barrio.

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6. Chueca. Este barrio es perfecto para pasear, ver tiendas guapas y comprobar que hay restaurantes alternativos que se salen del tradicional bar castizo de jamón y calamares. Está muy bonito y arreglado desde que lo ha conquistado el colectivo LGTB. Se nota que tienen un gusto exquisito.

7. Librería Antonio Machado. Nos gusta la que está en el Círculo de Bellas Artes. Cuando queremos buscar algo concreto vamos ahí porque está muy bien surtida, de autores, de género, de novedades y fondos de catálogo. Su tamaño es perfecto, no es pequeña ni tampoco es una macrolibrería. Además, te atienden estupendamente y controlan muchísimo de literatura (Marqués de Casa Riera, 2).

8. Gran Vía. Es una calle que se sale de todo esquema lógico. Tiene todas las arquitecturas posibles y las vistas son acojonantes. Arquitectónicamente es muy fotogénica. Sin embargo, el ambiente de la calle no es tan apasionante. Hay mucha gente, muchos turistas, demasiado movimiento…

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9. Sala Clamores. Es un local muy apetecible para actuar y para escuchar. Su equipo es muy profesional, por lo que los conciertos siempre suenan muy bien. Además, es muy auténtico. Tiene ese aspecto de club envejecido, a medio camino entre local de jazz y club de striptease. Esperamos que jamás lo cambien, así es perfecto (Alburquerque, 14).

10. Malasaña. Era el barrio al que más íbamos. De hecho, era el lugar en el que era obligatorio estar en los ochenta. Te podías encontrar desde a Pedro Almodóvar hasta a Gabinete Caligari. Frecuentábamos la Vía Láctea y el Penta, que siguen todavía abiertos, aunque han cambiado mucho. En aquellos años de movida madrileña era solo un barrio de noche, ahora también lo es de día, aunque sigue conservando ese halo de Rock & Roll. Malasaña tiene corazón rockero.

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