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AGOSTO SIN DESCANSO | Miguel de la Cierva, Emprendedor

“No soy empresario, soy un chapuzas que va improvisando”

“Hubo aberraciones al costear muchos conciertos con dinero público”

Miguel de la Cierva, en la terraza del Naútico de San Vicente do Mar. / CARLOS PUGA
Miguel de la Cierva, en la terraza del Naútico de San Vicente do Mar. / CARLOS PUGA

A Miguel de la Cierva no le gusta la etiqueta de empresario pero lo cierto es que algunos podrían tomar nota de la forma de actuar de alguien a quien el amor por la música y por la zona en la que vive le llevó a poner en marcha un proyecto que empezó medio en serio y medio en broma pero se ha convertido en uno de las propuestas más atractivas del verano musical gallego. Las noches del Náutico de San Vicente do Mar (O Grove) van camino de las dos décadas de existencia. Nombres destacados del pop-rock español como Kiko Veneno, Leiva, Iván Ferreiro o el fallecido Antonio Vega han dado fama a un lugar que permite a los músicos volver, aunque sea por unos días, a recuperar el sabor por los conciertos en pequeños lugares donde el dinero no es lo más importante.

Pregunta. ¿Cómo empezó este aventura?

Respuesta. Mi familia tenía el local que había sido una antigua fábrica de salazón y hace 25 o 30 años empezó a funcionar como bar. Yo era músico aficionado y también había hecho estudios de técnico de sonido. Trabajaba en el bar con mis hermanos y vi la posibilidad de organizar algún concierto. A partir del año 1994 empezaron a venir grupos como Los Potros, Los Limones, de los que yo formé parte, y a principios de la década del 2000 llegaron grupos más conocidos como Los Deltonos y el propio Kiko Veneno. Más o menos desde 2003 tenemos una programación estable.

P. Hay otros bares que intentan hacer cosas similares pero no les sale tan bien, ni atraen a gente tan importante. ¿Cuál es vuestro secreto?

R. Indudablemente creo que es el sitio en el que estamos. Eso hace que los conciertos de grupos desconocidos tengan una clientela mínima que son los clientes del bar. Por otra parte, a los músicos les resulta apetecible venir a quedarse un par de días y disfrutar del lugar. Ese atractivo ha sido la llave de acceso a grupos con proyección, que son los que más han ayudado a dar a conocer el local y, en buena parte, han permitido programar más conciertos de otros grupos que no son tan conocidos.

P. Este modelo de gestión ¿es exportable o solo sirve para un local como el Náutico?

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R. Creo que cada sala de conciertos exige una forma particular de gestión, que depende de muchas variables. Supongo que el secreto para que funcione es conocer bien el lugar y el público potencial.

P. ¿Con qué concepto se identifica más: empresario, emprendedor, promotor…?

R. Creo que soy más emprendedor. Lo de empresario es algo por lo que tengo que pasar pero sinceramente soy un chapuzas que improvisa según me lo exige el plan de la temporada y estoy muy lejos de llevar la parte empresarial con profesionalidad. Lo que siempre me ha gustado y preocupado es hacer bien mi parte, que es organizar una serie de actividades cada año, acertar en la viabilidad y poner los medios de que dispongo para que todo el mundo quede satisfecho y el proyecto sea sostenible.

P. ¿Se puede vivir hoy en día de la promoción de conciertos?

R. No soy un especialista en el sector, y aunque he hecho algo de producción y promoción fuera de aquí, lo que puedo decir es por mi contacto con grupos y mánagers y creo que se puede conseguir vivir de esto. De todos modos, están llegando tiempos difíciles para todos, y habrá que adaptarse al nuevo escenario. Hay que buscar la manera de seguir adelante con menos medios.

P. ¿No sería deseable una mayor unión entre las salas gallegas para conseguir más y mejores conciertos?

R. Creo que ya hay cierta unidad. De hecho, está institucionalizada en una asociación que se llama Clubtura. Partiendo de la nada y en solo unos años se ha conseguido reconocimiento y ayuda de organismos oficiales para mejorar la programación de las salas. También hay una coordinadora estatal de asociaciones que ha permitido mejorar la oferta de las salas.

P. ¿Cómo ves a los músicos ante la situación de crisis que vivimos? ¿Son conscientes de que ya nada volverá a ser igual?

R. Con la agudeza de la crisis se van precarizando las condiciones de trabajo de los músicos. Lo que no sabemos todavía es hasta dónde llegará, si ya estamos en lo peor o aún vamos a caer más. En cualquier caso, hay que ver lo bueno, y soy optimista en el sentido de que desaparezcan algunas aberraciones que se produjeron durante largos años de abundancia de dinero público para costear conciertos. Esto puede hacer que se racionalicen los cachés de muchos grupos y se moderen las diferencias entre los que cobran mucho y los que perciben menos. Sería lo más justo. También me parece que cada vez hay más y mejores propuestas de grupos. Esto es esperanzador. Lo que es seguro es que seguirá habiendo conciertos.

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