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Alejandro a vista de pájaro

El Museo L’Iber de soldaditos de plomo abre una nueva Sala de la Antigüedad El centro, que ha recibido 250.000 visitantes, cumple su quinto aniversario

Alejandro Noguera, Rita Barberá, Alberto Fabra y Lola Johnson, en el Museo L’Iber.
Alejandro Noguera, Rita Barberá, Alberto Fabra y Lola Johnson, en el Museo L’Iber. josé jordán

“Alejandro Magno creó una gran cuña con la caballería de los Compañeros y la falange de los hipaspistas, cargando directamente contra el lugar en que estaba situado el rey Darío III”, se puede leer en un cartel que explica la última fase de la batalla de Gaugamela, en el siglo 331 AC. Termina con la lista de bajas: 40.000 por los persas frente a 300 macedonios. Sobre la leyenda, una gran maqueta en la que el espectador tiene la impresión de contemplar casi al milímetro esas decenas de miles de persas a punto de morir y capta a vista de pájaro al formidable Alejandro. Junto a la vitrina, un oficial del Ejército muestra a un colega el lugar por donde avanza el rey macedonio, poco antes de que Alejandro Noguera, director de L’Iber, el museo de soldaditos de plomo de Valencia, explique la escena a las autoridades que lo visitan con motivo de su quinto aniversario y de la inauguración de la Sala de la Antigüedad. El director explica a las autoridades que su tesis doctoral versa, precisamente, sobre el ejército de Alejandro Magno. Ha sido él mismo quien ha recreado el combate de Gaugamela en miniatura. Sobre estos campos de batalla se imparten clases a militares.

El vencedor de Darío III comparte espacio con Aníbal en Sagunt y con Akenaton en su cámara de música, entre personajes en miniatura que se multiplican hasta alcanzar las 15.000 piezas en la recién estrenada sala. Todas las cifras son voluminosas en este museo, ubicado en la antigua casa palacio del marqués de Malferit. Un cuarto de millón de visitantes en un lustro de vida, amén de 400.000 personas que han participado en sus actividades, incluidos talleres para niños, a los que se enseña la historia en miniatura. Unos fondos que superan 1.200.000 piezas, algunas de ellas asociadas a la primera época de los soldaditos de plomo, que nacieron en 1780, y lo convierten en el mayor museo de estas características. “El inventario del museo es una pesadilla”, exclama con ironía su director tras exponer estas cifras, entre las que no hay que olvidar las correspondientes a la espectacular batalla de Almansa, una de las mayores maquetas del mundo de su especie.

Alrededor de 90.000 figuritas expuestas a lo largo de 15 salas. Un diorama de torneo medieval “importado” del Tirant lo blanc abre la puerta al visitante. Alabarderos de las guardias alemana y española de Carlos I caminan juntos. La guardia mora del dictador Franco y los mossos d’esquadra del president catalán Francesc Macià en vitrinas contiguas. Son parte de las decenas de miles de figuras en exposición permanente que se completan con muestras temporales como las actuales sobre La vida cotidiana en Inglaterra o sobre Las batallas napoleónicas. Detrás de todo hay una rigurosa tarea de investigación.

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