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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El cortijo de Arenas

En su partido se ríen de las primarias. Les va más el 'dedazo' y las 'mayorías búlgaras'

"Nunca dejará la presidencia del PP en Andalucía. Porque es el único cargo que le garantiza el coche oficial de por vida". Me lo dijo hace meses un buen amigo de Javier Arenas ante la posibilidad, confirmada, de que no alcanzara la presidencia de la Junta.

El amigo lo clavó: Arenas será candidato único a la presidencia del PP andaluz en el próximo congreso. En su partido se ríen de las primarias. Les va más el dedazo y las mayorías búlgaras.

Además del coche, Arenas necesita seguir controlando su cortijo andaluz para tener mando en la difícil plaza de Madrid. Pasará la mayor parte de su tiempo en el cuartel general de Génova. Como vicesecretario de Política Autonómica, le vienen bien los galones de general de las huestes del sur. Aunque bajo la estrecha vigilancia de la capitana general, Dolores de Cospedal. Que no es precisamente su mejor amiga.

Pero Javier sabrá sortear esa dificultad. Lleva 33 años haciéndolo. Es un dirigente respetado en el partido. A pesar de que nunca ha alcanzado, como cabeza de cartel, una victoria en las urnas. No logró la alcaldía de Sevilla en 1987: solo consiguió 2.062 votos. Tampoco en sus cuatro intentos de ser presidente de la Junta.

Estas cuatro derrotas en 18 años han acuñado su imagen de candidato perdedor. Porque, aunque le cabe el justo honor de proclamarse vencedor en la batalla del 25-M, no ha ganado la guerra de la presidencia. Tiene más diputados (50) que el PSOE (47). Y más votos, 43.737 exactamente. Cierto. Tan cierto como que la diferencia con los socialistas es de poco más de un punto (1,14%), frente a los nueve que sacó Rajoy en las generales.

En cuatro meses, Arenas perdió 420.000 votos, que le impiden llegar a la presidencia y demostrar que iba en serio lo de convertir San Telmo en un museo.

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Porque a Arenas le va la modestia. ¡Para qué querría él un caserón tan grande! Lo ha machacado en campaña: un día se daba "un baño de humildad". Al siguiente, una "ducha de humildad". Al final, ha terminado ahogado en su propia falsa humildad.

Por el contrario, conforme avanzaba la campaña, se mostraba más prepotente. La negativa a debatir en Canal Sur, pensando que tenía la presidencia en la mano, fue un desprecio intolerable a los otros dos candidatos, a los trabajadores de la televisión pública y a millones de ciudadanos/espectadores.

Ha habido otros errores. Como confundir su programa con los autos de la juez Alaya sobre los ERE. Los andaluces repudian la corrupción. Pero todas: la de su viejo amigo Jaume Matas, condenado por corrupto, y la de los falsos ERE. La del PP y la del PSOE.

Forzó a su partido a silenciar los presupuestos hasta después del 25-M. Pero los andaluces sabían que tras la subida de impuestos y de los despidos masivos y baratos, vendrían recortes insoportables y una intolerable amnistía fiscal. ¿De haber sabido antes del 25-M lo que sabemos ahora, por ejemplo que Rajoy invertirá en Andalucía menos de lo que marca el Estatuto, se habría quedado el PSOE a un punto del PP?

La pregunta es: ¿Cuántas derrotas son necesarias para que Arenas reconozca que su tiempo político en Andalucía ha terminado?

Aunque Rajoy ha apoyado en público a Arenas, en Madrid y en Antequera, las aguas están revueltas en el partido. La agencia Europa Press (nada sospechosa para el PP) informó de que "un núcleo de dirigentes" nacionales esperaban que Arenas presentara su dimisión, como presidente regional, en la reunión del Comité Ejecutivo del lunes. No lo hizo. Por el momento.

Pero ya sabemos que hay dirigentes nacionales y andaluces que creen que Arenas ya no es, no puede seguir siendo, el señorito que pastorea a distancia el partido, como si fuera su particular cortijo. Quieren sustituirlo por alguien capaz de alcanzar la presidencia de la Junta.

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