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Aprendices de músicos

Un grupo de 36 niños de Xamfrà del Raval y Barris en Solfa debutan con la Simfònica de Barcelona

Los chicos de Xamfrà del Raval y Barris en Solfa en un ensayo con la OBC
Los chicos de Xamfrà del Raval y Barris en Solfa en un ensayo con la OBCCLAUDIA TORNER / L'AUDITORI

La música es tan rica en funciones como en géneros. A veces alegra, otras entristece o, simplemente, acompaña. También es instrumento para integrar socialmente. El ejemplo más conocido es el sistema nacional de orquestas juveniles de Venezuela, pero no es el único. Xamfrà del Raval, en Barcelona, y Barris en Solfa, en Badalona, son dos ejemplos cercanos de cómo a través de música los niños con riesgo de exclusión social pueden acercarse a la cultura. Un grupo de 36 chicos de entre 10 y 14 años vivirán esta noche su bautismo musical en el Auditori de Barcelona tocando con una orquesta profesional, la Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC), bajo la dirección de su titular, Pablo González. Y no es un concierto de final de fiesta, es una actuación incluida en la programación de la orquesta dentro del apartado Apropa y con entradas a la venta. 

Como si de auténticos profesionales se tratara, los chicos acatan sin problemas la disciplina de un ensayo de orquesta. El programa que se interpretará está integrado por Canción de cuna para dormir a un negrito, de Xavier Montsalvatge, de cuyo nacimiento se conmemora el centenario este año, y fragmentos de la suite Cuadros de una exposición, de Modest Mussorgski.

“No podemos ni imaginar el Auditori lleno, pero tenemos ganas de vivir esta experiencia”, aseguran Lanjuan y Pratima

Joy, May, Júlia, Mackenzie, Kathlyn y Adam, de Xamfrà del Raval, confiesan su nerviosismo, pero confían en que el trabajo previo surta efecto: “Hemos preparado el concierto con Ester Bonal [directora del centro] mucho tiempo. Ella es una más de nosotros. Nos va a salir bien”, afirman confiados mientras revolotean por el escenario durante el descanso del ensayo. Lanjuan y Pratima, de Barris en Solfa, se muestran expectantes: “No podemos ni imaginar el Auditori lleno, pero tenemos ganas de vivir esta experiencia”. Además de la orquesta y los 36 chicos, el escenario se llenará de variopintos instrumentos de percusión, unos 200, así como de algunos étnicos, como el didgeridoo, que emplean los aborígenes australianos, y otros construidos por los propios niños.

Pablo Persico, director del proyecto badalonés, ha hecho tres variaciones de 'Promenades', de Cuadros de una exposición, para que su grupo las interprete con el objetivo de que “los niños puedan jugar con los músicos de la orquesta”. Un grupo de Xamfrà también intervendrá en dos Promenades haciendo improvisaciones con percusión.

El director no duda en bajar del podio para mezclarse con los jóvenes cuando estos interpretan una de las improvisaciones.
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Los músicos de la OBC se muestran receptivos con la experiencia. Pablo González, con aspecto de sabio despistado y corazón de niño, confiesa que no son solo los chicos los beneficiados con esta unión. “La música es para compartirla y, frente a la posibilidad de olvidarlo con la cotidianidad, ellos nos han devuelto esa ilusión”, asevera.

La interacción entre los músicos y los niños es fluida. El director no duda en bajar del podio para mezclarse con los jóvenes cuando estos interpretan una de las improvisaciones. Por su parte, los chicos no dudan en interpelar a los profesionales. Emilio Fernández, de Barris en Solfa, escudriña el violín de José Valentín Centenero, encargado de orquesta. Pide permiso y hasta se atreve, arco en mano, a emular al profesional. “¡Mira, sé tocar!”, exclama. El violinista, asombrado, comenta: “Impactan las ganas, la formalidad que muestran”. Y añade que el beneficio es mutuo: "Te acercan a cosas que habitualmente no vives y ves que la música nos iguala a todos”.

Persico tiene un claro objetivo en Barris en Solfa: compartir la música con los niños para su crecimiento individual y social. La intención es crear una orquesta infantil y juvenil en el distrito de Badalona Sur. “El estudio y la práctica de instrumentos y la creación artística comunitaria son formas de acercar códigos”, dice en alusión a las diferencias culturales de los alumnos. Ester Bonal, de Xamfrà Raval, tiene clara la meta: “Hacer posible que todos los niños que quieran acercarse a las artes puedan hacerlo, al margen de su entorno social”.

“Los niños han pasado de lanzarse sobre los instrumentos y aporrearlos a detenerse a conocerlos y tocarlos”, explica Pablo Persico

Detrás del proyecto del Raval está la fundación privada L’ARC Música, creada en 1967. Barris en Solfa despegó después de que Persico lo presentase a la convocatoria de proyectos culturales de impacto social de La Caixa. Actualmente es el consorcio de Badalona Sur, integrado por la Generalitat y el Ayuntamiento de Badalona, el principal soporte. Ambas instituciones quieren reconocer el valor socializador de la música. El director de Barris en Solfa cree que va por buen camino: “Los niños han pasado de lanzarse sobre los instrumentos y aporrearlos a detenerse a conocerlos y tocarlos”.

Xamfrà del Raval reivindica que su centro es "para todos; en él conviven niños sin problemas sociales con otros de hogares desestructurados". Entre sus 230 alumnos hay niños catalanes e hijos de inmigrantes marroquíes, filipinos, etíopes, franceses y bengalíes, entre otros. En Barris en Solfa actualmente solo hay 20 alumnos. Su director recalca que “lo único común que tienen los niños es que no pueden acceder a actividades extraescolares por su cuenta”.

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