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CRÍTICA | rock
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Oscuros años de aprendizaje

Los mejores temas de Simple Minds regresan a Madrid como un bálsamo rejuvenecedor

Jim Kerr, líder de Simple Minds, durante su actuación en La Riviera.
Jim Kerr, líder de Simple Minds, durante su actuación en La Riviera.ALBERTO MARTÍN (EFE)

La iluminación es contrastada y tenebrosa, como si nos encontrásemos, tres décadas atrás, en algún tugurio de Liverpool. Y en el centro de todas las sombras emerge la silueta inconfundible de Jim Kerr, sinuoso como una extraña sirena. Así arranca ‘5x5’, el nuevo espectáculo con el que los escoceses Simple Minds reivindican aquellos cinco primeros álbumes que grabaron casi compulsivamente, entre 1979 y 1982, en busca de su propia definición. La curiosidad, espoleta incontenible, provocó que La Riviera se llenara anoche de un público maduro, informado y ansioso de rebuscar en aquellos tiempos de negruras e indagaciones.

Kerr viste gabán negro y enarbola su voz más solemne y plañidera, como invocando el espíritu eternamente recurrente de Ian Curtis. Se le intuye cómodo en esa pose manierista y afectada, elegante mientras agita el micrófono en el aire u ondula su cuerpo como un mimo atormentado. ‘I travel’ y ‘Life in a day’ sirven para introducir un repertorio industrial y denso, ajeno a los estribillos, amigo de los sintetizadores atribulados y machacones. La banda sonora ‘post-punk’ para aquellos tiempos de oscuridad, reconversiones industriales y desafecciones varias, aunque por entonces aún no conociéramos a ‘Merkozy’.

Hace apenas cinco años, Kerr y su viejo socio Charlie Burchill eran añejas glorias amortizadas, invitados perfectos para nostálgicos magazines televisivos. Pero ‘Graffiti soul’ (2009), el anterior trabajo de las Mentes Simples, era lo bastante sólido como para que a nadie le pasara inadvertido. Y la inyección de autoestima ha conducido a los de Glasgow a reivindicar sus años de aprendizaje; titubeantes e irregulares, pero maravillosamente indagatorios.

El espectáculo es extenso: dos bloques de diez temas y otras cinco piezas para la propina. En el arranque destacan la melodramática ‘Hunter and the hunted’, la inolvidable ‘Lovesong’ o la muy hipnótica ‘This fear of Gods’, mientras que la segunda parte nos obsequia con un par de casi-éxitos (‘Promised you a miracle’, ‘Someone somewhere in summertime’) o la teatral y espléndida ‘Calling your name’, con un deje a lo Roxy Music. Merece la pena repasar aquellos álbumes casi olvidados; anoche sonaron a bálsamo rejuvenecedor.

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