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CRÍTICA: CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Centenaria Filarmónica

La Filarmónica de Valencia mantiene la llama del repertorio camerístico, pero ha perdido terreno en el ámbito sinfónico y de los grandes solistas

La festiva Danza del sable (Khachaturian) cerró, como regalo, una sesión que había empezado con otra danza, también rusa: la polovtsiana núm. 17 de El Príncipe Igor (Borodin). Se celebraba el centenario del primer concierto de la Sociedad Filarmónica valenciana. Obras de Chaikovski y de Henriette Renié completaron la velada. Hace 100 años, concretamente el 19 de febrero de 1912, el Cuarteto Petri de Dresde iniciaba una programación que, el domingo pasado, estuvo a cargo de la Orquesta de Valencia, dirigida por Yaron Traub. Con un solista señero en el campo del arpa: Xavier de Maistre.

La Filarmónica valenciana, al igual que otras entidades similares, funciona a partir de las cuotas de sus socios, además de las ayudas que recibe del Ayuntamiento, el Institut Valencià de la Música y la Diputación. La entrada a los conciertos, que actualmente se celebran en el Palau de la Música, está reservada a los socios. Hasta la apertura del mismo, en 1987, fue la única entidad que los organizó con regularidad, promoviendo la actuación en Valencia de solistas, grupos de cámara y, algunas veces, orquestas sinfónicas. Este último campo quedaba cubierto en muchas ocasiones por la entonces llamada Orquesta Municipal, hoy Orquesta de Valencia. La falta de auditorios hacía que muchas actividades teatrales y musicales, confluyeran en el Teatro Principal, con los consiguientes problemas de solapamiento. De todas formas, la Filarmónica, siempre con buenas relaciones en los ámbitos de decisión, casi consiguió tener el monopolio de los lunes. Cualquier aficionado entrado en años recordará la inexcusable cita con la música de ese día de la semana, a las siete y cuarto de la tarde, día y hora que el Palau de la Música ha mantenido. Porque esto de celebrar el centenario en domingo ha sido algo excepcional.

Por la Filarmónica pasaron en su día nombres tan significativos como los de Rubinstein, Arrau, Kreisler, Szigeti, Casals, Yepes, Horowitz, Cortot, Gieseking, Kempff, Argerich, Thibaud, Brendel, Iturbi, Caballé, Pogorelich, Victoria de los Ángeles, Federica von Stade, Barenboim, la Filarmónica de Berlín (con Clemens Krauss, en 1942) y la Orquesta Lamoureux, entre otros muchos. En la actualidad mantiene la llama del repertorio camerístico, pero ha perdido terreno en el ámbito sinfónico y de los grandes solistas, cuya actuación viene promoviéndose desde los auditorios surgidos en las últimas décadas.

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