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ARTE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nuevo Macba: por ahora, solo buenas intenciones

Con el pulso propio de una bienal, la reordenación de la colección del museo no pasa de insinuar lenguajes de diversidad contra la universalidad

La instalación 'Vitrinas CMYK' (2011), de Ignasi Aballí, en la nueva presentación de la colección del Macba.
La instalación 'Vitrinas CMYK' (2011), de Ignasi Aballí, en la nueva presentación de la colección del Macba.MIquel Coll

Colección, como canon, se ha convertido en una palabra casi religiosa. Genera inquietud, ansiedad, hacia el pasado y hacia el porvenir. No tanto en el espectador, que en principio se contenta con ver un conjunto de obras colocadas en hermandad compartida, intensas como una acción de Chris Burden, alegres como un tobogán de Carsten Höller. En realidad, es el director de museo, y nadie más, quien al hacer su elegía —un ensayo de observación social en un condensador social— se “expone” mientras intenta rellenar los huecos en el conocimiento que el público tiene de los patrones culturales.

Pero la vida es corta. Tenemos poco tiempo y los recursos son escasos. Las personas que sobreviven a nuestro día a día de manera hermosa y deciden con fervor entrar en un museo no quieren asistir solo a una exposición llena de ocurrencias, cuando no es provocadora o antiautoritaria. Esto es algo pesadísimo, incluso para el estudiante neomarxista más apasionado. Desean poder ver una historia que las transforme y no una colección de piezas a grandes rasgos didáctica o entretenida, combinadas como un juego infantil, algo que una vez que abandonen el museo tendrán que dejar atrás, como todo lo que es infantil. Una colección es un conmutador para diferentes públicos, sean jóvenes o adultos, turistas o locales, y su notoriedad vendrá de que pueda ser identificada con un determinado contexto y tiempo, que los comisarios hayan sabido articular algo único e irrepetible. Dicho de otra manera, que la selección de obras, sencillamente modernas o con sus discursos emancipadores, alteren ese plan preconcebido de salvación del arte. Algunos museos lo han logrado, contados han sabido mantenerlo. La volatilidad en los despachos de dirección ya no es una rareza, sino una condición, una musa más dentro de estos panteones. La experiencia de visitar la colección de un museo se está pareciendo, cada vez más, a la de pasear por una bienal. ¿Triunfante ­conversión?

La nueva directora, Elvira Dyangani Ose, prometió ilusionar y sacarnos de la mediocridad. Por ahora, no lo ha logrado

Ocurre en el Museu d’Art Contemporani de Barcelona, donde desde hace más de un año se esperaba lo que se ofrecía como audaz proyecto de su directora, Elvira Dyangani Ose. Entró en el edificio blanco de Richard Meier como un huracán, prometió ilusionar, “hacernos volar” (¡así!), arrancarnos de los infiernos de la mediocridad —la expresión no es suya, pero así nos parecieron los últimos largos ocho años del Macba— hacia otras tierras de supervivencia poética. De momento, no lo ha logrado.

Lo más coherente de esta nueva propuesta de colección es su título, Intención poética, porque todo en ella es intención, y sí, claro, hay poesía. Tomado de las lecturas del autor antillano Édouard Glissant, el epígrafe hace referencia a las “poéticas de relación” en la ciudad mestiza, criolla, donde se entreveran la psicoterapia, la etnografía y la emancipación política. Diversidad contra universalidad. Totalización contra totalitarismo. Poética de fracturas, de cántaros rotos que piden el relevo para volver a la tierra.

Obra prestada por Elena del Rivero al Macba en otra de
las salas de la nueva exposición.
Obra prestada por Elena del Rivero al Macba en otra de las salas de la nueva exposición.MIquel Coll

En la práctica, lo que hay son 127 piezas y 88 libros de artista, repartidos en tres secciones, “moradas múltiples” (Glissant) que insinúan nuevos lenguajes (sonoro-silencio), tiempos (microrrelatos) y espacios (lugares participatorios). Hay que aclarar que no todos los trabajos forman parte de la colección permanente. Si bien la mayoría son adquisiciones recientes (muchas de ellas, de artistas jóvenes), otros son préstamos de particulares, galerías o depósitos institucionales (Generalitat de Catalunya, Ayuntamiento de Barcelona) y la Fundación Macba. Otra imagen , esta vez grosera, que encuentra la institución para representar el “mestizaje” desde dentro.

Lo antiheroico es el “medio” escogido para afirmar la honestidad de esta selección, así que poco hay que embista nuestra mirada y sí un manto de asociaciones formales/conceptuales (las piezas de Mar Arza, Tres y Valcárcel Medina) y un culto a lo desabrido que ocupa demasiados metros cuadrados de salas. El ritmo del recorrido obliga a aceptar que estamos en una de esas muestras que tienen la disciplina de las bienales, poco aliento, gracia por momentos y lucidez en unas cuantas obras elegidas para una anotación.

La mayoría de las obras expuestas son compras recientes, pero también hay depósitos institucionales y préstamos de galerías

Josep Maria Mestres Quadreny, con sus “círculos de sonidos audibles”, partituras y acciones teatrales (años sesenta y setenta), es un autor mallarmeano capaz de alterar cualquier sintaxis de colección posible. Sin aparente crítica política, sus conciertos situacionistas en las calles y museos son totales, operísticos, la munición con la que se carga la mejor poesía. Más escalofríos placenteros en la película de los ingleses Otolith Group sobre Etel Adnan, pintora y poeta francolibanesa reconocida muy tardíamente (fallecida, como Quadreny, en 2021). En ella vemos a la artista de espaldas, en su apartamento parisiense, mientras lee fragmentos de su poema épico Sea and Fog (2012), donde constata el movimiento del océano y la imparable mutación de la materia, perfectamente transmutables en sus pinturas de paisajes de enorme poder cromático que cuelgan en las salas (préstamo de la galería Lelong), que ella misma resumió así: “Podría pensarse que el amor a la naturaleza es inofensivo, pero ningún amor lo es. Puede comprometer la totalidad de la existencia, y, en realidad, lo hace”. Resonante es también el vídeo del brasileño Jonathas de Andrade Jogos dirigidos (2019 (préstamo de Galleria Continua) y la película Modellen (1968), del danés Palle Nielsen, a la que se suma el material documental de aquel experimento que convirtió el Moderna Museet de Suecia en un parque infantil. Su director, Pontus Hultén, había accedido con la condición de que Nielsen asumiese la responsabilidad del coste de la organización. En la nota de prensa del proyecto se leía: “El juego es la exposición y se convertirá en el tipo de sociedad que quieren los niños, ellos explicarán tanto de su mundo que se convertirán en un modelo para nosotros”.

Volvemos a saltar en parques y museos, pero aquellos modellen son hoy monumentos muy diferentes en contra de su voluntad.

‘Intención poética’. Macba. Barcelona. Hasta mediados de 2024.

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