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Franco Battiato, el ‘pensautor’ maestro de la curiosidad

Nuevos libros indagan en la vida y la trayectoria artística del músico experimental siciliano. No hubo otro igual en el siglo

El músico italiano Franco Battiato, en un concierto en Milán en 1976.Foto: Dino Fracchia

El siciliano Franco Battiato (1945-2021) fue un intelectual que desarrolló su obra en el ámbito de la música. Tras unos inicios convencionales en la música ligera a finales de los años sesenta del siglo XX, apadrinado por el inolvidable Giorgio Gaber, se compró en Londres un sintetizador aún en fase de pruebas (había dos prototipos: el otro se lo llevó Pink Floyd) y publicó varios discos de música experimental que aún se reeditan en el mercado anglosajón. De ahí se pasó a la música clásica, que estudió junto a Stockhausen, antes de decidir fríamente tener éxito y a la vez renovar el concepto de canción.

Lo hizo con piedras miliares como La voce del padrone (1992), primer disco en Italia en vender un millón de copias a la vez que hizo saltar por los aires lo que cualquier oyente esperaba de una canción aparentemente pop, tanto por los textos (muchas veces inspirados en esotéricos como Guénon o Gurdjieff o en escritores como Leopardi o Fleur Jaeggy) como por una música que conjugaba su experiencia experimental y su raíz clásica adaptadas al formato de los tres minutos. En 1988, con Fisiognomica (justo después de su gran éxito en España con el álbum Nómadas, íntegramente editado en castellano) dio un nuevo giro que lo llevaba por los caminos del misticismo. Cuando parecía que ese era su último capítulo, cambió el teclado por la guitarra eléctrica para despachar otro disco mítico, L’imboscata, en 1996, ya con las letras escritas a cuatro manos junto al filósofo Manlio Sgalambro. Aquel disco contenía la inolvidable ‘El cuidado’. Por el camino habían quedado éxitos como ‘Centro de gravedad’, ‘La estación de los amores’, ‘Otra vida’, ‘Yo quiero verte danzar’, ‘Los trenes de Tozeur’ o incluso ‘Nómadas’, versión de una canción de su inseparable Juri Camisasca.

En sus últimos discos, como Apriti sesamo (2012), se dedicó a explorar el tránsito entre la vida y lo que haya más allá de la muerte, un tema que estudió a fondo en su documental Attraversando il Bardo (2014). Y es que su obra musical (que incluye cuatro óperas) se vio acompañada de tres películas sui generis, tres documentales (uno de ellos sobre Gesualdo Bufalino), un programa de televisión y la obra pictórica de su heterónimo Süphan Barzani. Cerró su obra con una canción compuesta junto a Camisasca, ‘Torneremo ancora’, una vuelta más al tema de la reencarnación.

A su muerte, la bibliografía sobre Battiato (ya amplia hace tiempo) se ha multiplicado. Destacan el Franco Battiato de Fabio Zuffanti, por lo bien documentado, y L’alba dentro l’imbrunire. Una storia illustrata di Franco Battiato, de Francesco Messina y Stefano Senardi, un precioso volumen con testimonios muy variados y fotografías desconocidas. Este de Aldo Nove que ahora se traduce tiene la peculiaridad de haber sido escrito por uno de los más destacados novelistas italianos hodiernos y, sin ser el mejor (de hecho, cita a menudo el de Zuffanti), es más que digno, bien documentado y bien narrado.

Su trayectoria incluyó un breve paso por la política como consejero de Cultura de Sicilia que concluyó cuando afirmó en Bruselas que el problema del Parlamento italiano es que era una casa de putas

Nove opta por alternar la biografía de Battiato con la suya propia como seguidor del pensautor siciliano. Esto último ocupa una parte escasa del volumen y contribuye a darle su tono ligero, casi de memorias, que no debe engañarnos: este es un muy buen libro sobre Battiato, recorre toda su vida y obra desde la infancia siciliana hasta su muerte como consecuencia de un mieloma múltiple, y ofrece muchas claves tanto para entender sus textos, más repletos de referencias cuanto más sin sentido pueden parecer a un oyente apresurado, como su música y su trayectoria personal, que incluyó un breve paso por la política como consejero de Cultura de Sicilia que concluyó cuando afirmó en Bruselas que el problema del Parlamento italiano es que era una casa de putas. Su traducción es un gran complemento al único libro digno que hasta ahora teníamos sobre Battiato en español, el que Eduardo Margaretto publicó en Cátedra en 1990, y al recién publicado Diagonal Battiato, en el que Chema Domínguez recorre la discografía de Battiato en nuestro idioma contextualizándola de modo muy acertado y recurriendo a los testimonios de quienes hicieron las versiones de sus canciones en castellano, como El Último de la Fila o Manu Ferrón y J, de Los Planetas y Grupo de Expertos Solynieve. De estos últimos son las versiones del último álbum de estudio de Battiato, Ábrete sésamo (2012), y J comenta cómo el experimento de Battiato en la última canción del disco, que comprime en cuatro minutos lo esencial de una sinfonía de Rimski-Kórsakov, le ha llevado a componer dos canciones sobre la séptima de Beethoven, aún inéditas. La cantante asturiana Lorena Álvarez afirma haber conocido al místico armenio Gurdjieff gracias a L’Ottava, la peculiar editorial fundada por Battiato que también publicó a Soseki o Ibn al-Arif, y descubrimos que llegó a estar lista la versión en español del disco L’ombrello e la macchina da cucire (1995), el primero con Sgalambro y el último para la EMI, que nunca llegó a grabarse. El libro de Domínguez es una gran aportación que realmente suma al caudal de la bibliografía disponible en italiano.

Nove se recrea en la infancia siciliana de Battiato, que sigue, con tino, en las imágenes que el cantante reunió en su primera película, Perduto amor (2003), que a su vez remitían a múltiples canciones y que tenía un tono claramente autobiográfico. Recorre sus primeros pasos en la escena milanesa, explica la crisis que lo lleva a la experimentación, cómo conoció a Stockhausen y cómo la colaboración con el violinista Giusto Pio resultó no en un establecimiento definitivo en la música clásica, sino en un inédito paso al pop, que nunca sería el mismo. Se detiene en la llamada Battiato Factory, por la que pasaron artistas como Alice, Giuni Russo o Milva. Recuerda su concierto en Bagdad en pleno embargo estadounidense, el inicio de su singularísima colaboración con el filósofo nihilista Sgalambro y los últimos discos entre la mística, la política y la filosofía.

Solo por ser italiano, y no inglés o estadounidense, Battiato no ha alcanzado aún el reconocimiento que merecería

En el videoclip de ‘Voglio vederti danzare’, Battiato aparece sentado junto a unos beduinos en el desierto. Uno de ellos le pregunta qué ha ido a hacer allí. Él responde que a defender la lengua árabe (en la que habla) de la invasión anglófila. La anglofilia exclusivista, castrante de la curiosidad, fue una de sus obsesiones. Solo por ser italiano, y no inglés o estadounidense, Battiato no ha alcanzado aún el reconocimiento que merecería como el singularísimo compositor y artista que fue. No hubo otro igual en el siglo. Y su obra y su ejemplo como maestro de curiosidad (siempre abierto a influencias árabes u orientales, pero no solo) siguen sin agotarse.


Portada de 'Franco Battiato', de Aldo Nove.

Franco Battiato

Autor: Aldo Nove.


Traducción: Andrea Tacconi.


Editorial: Escola de Vida, 2022.


Formato: tapa blanda (232 páginas, 19,90 euros).

Editorial MUZIKALIA.

Diagonal Battiato

Autor: Chema Domínguez.


Ilustración: Víctor Coyote.


Editorial: Muzicalia, 2022.


Formato: tapa blanda (200 páginas, 22,95 euros).

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