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‘Stitch’, las tres edades del artista

Richard Stern dibuja en esta novela, con una narrativa lúcida, cruel y sincera, las diversas formas del egoísmo narcisista del protagonista, un intelectual que, en pos de sus sueños, arrastra en su búsqueda a su familia hasta Venecia

La plaza de San Marcos de Venecia, tras una nevada, en febrero de 2018.
La plaza de San Marcos de Venecia, tras una nevada, en febrero de 2018.Simone Padovani/Awakening (Getty Images)

El asunto de esta novela es el del exilio, voluntario u obligado, del artista en pos de otro ambiente para su escritura. Hay muchos antecedentes en la literatura norteamericana, desde la obra de uno de sus más insignes representantes (Henry James) a una novela contemporánea de Stern, Esta casa en llamas, de William Styron. En el caso de James, el gran tema es el de la corrupción de la inocencia del americano que considera el viaje a Europa como parte de su estatus social y el contraste dramático con la malicia de la vieja Europa capaz de corromperlo. En el libro de Styron, la figura principal es el atormentado Cass Kinsolving, un artista alcohólico y frustrado que trata de dar un sentido a su vida en el sur de Italia.

El personaje central de la novela de Richard Stern es Edward Gunther, un redactor publicitario que emprende el sueño del éxito literario, quema sus naves en América y se traslada con su mujer, Cressida, y sus tres hijos a Venecia. Cressida lo ha seguido a regañadientes. Gunther trata de publicar sus ensayos mientras cierra los ojos a las dificultades económicas que a ella sí le preocupan. La confrontación entre realidad y deseo provoca en él un estímulo de pertenencia a la cultura cuando establece contacto, por medio de Nina, con Thaddeus Stitch, un anciano genio, escultor, ocupado en finalizar el conjunto escultórico que ha modelado en la isla de la laguna y temeroso de que desaparezca conjuntamente con él engullido por las aguas del Adriático.

Tenemos, pues, tres etapas de la figura del artista: la joven y encantadora Nina Callahan, poetisa novel, insegura, sin un céntimo, acogida benévolamente por Stitch. Un escultor genial, Thaddeus Stich, al final de su vida (el personaje está inspirado en la figura de Ezra Pound) y Edward Gunther, de mediana edad, que abandona un trabajo en América a cambio de un sueño. Son las tres edades de una vida de creador.

Para Edward, el encuentro con Stitch supone una suerte de entrada en el cenácu­lo de la gloria y lo vive como si ésta se le entregara. El gran hombre es para Edward un modelo de lo que desea llegar a ser, a falta tan sólo de que sus ensayos acaben por publicarse; pero en su actitud, tras el deseo de ser un artista, vive la mezquindad de su utilización de Nina y junto a ello asoma otra utilización, la de la familia obligada a trasladarse con él. Desde aquí comienza Stern a dibujar las diversas formas del egoísmo narcisista del intelectual en Gunther (y en el mismo Stitch, aunque éste está asomándose al vértigo del final y la duda de su propia perdurabilidad).

La relación de Stitch con Nina es paternal, acepta la devoción y entrega de Nina, también su inseguridad como poetisa, pero accede a dejar que ella le lea sus poemas, a él le importa más lo que ella tiene de persona que necesita protección y estímulo; justamente la situación contraria a la de Gunther y Nina. Stitch habla con Nina y le confiesa desde su propia duda: “A lo mejor he cometido más errores que aciertos (…) Ha llegado el fin de Europa. Mi obra ni siquiera dejará escapar burbujas cuando se hunda. Como si importase. Aunque en realidad sí importa. Si no hay supervivientes, tampoco hay recuerdos”. Entonces toma algo y lo regala a la joven: “Toma, Nina, cógelo antes de que se hunda”. Es un centauro de bronce, una pieza hermosa y llena de tensión, y “Nina sintió un gran amor por el viejo hechicero que le había hecho un regalo tan hermoso”. Es una relación de generosidad y emoción, al revés que Gunther con Nina.

Los personajes nos siguen conmoviendo porque sus ilusiones y sus defectos son la esencia de su humanidad

Tras ser invitado por vez primera a la casa de Stitch, Edward se siente integrado en la fama y en Venecia. Una Venecia invernal que Stern describe con la verdadera pasión con que la contempla su personaje, que aspira a percibirla como un verdadero artista. Sin embargo, la realidad es tozuda: el dinero se va acabando, el deseo de Cressida es volver a América, el entusiasta y optimista primo Wallie consigue para Edward una oferta en una fundación en Santa Bárbara para impartir clases…, pero éste se halla inmerso en la ficción de sí mismo. Los capítulos 11 y 12 marcan el punto de vista de Cressida y de Nina respectivamente sobre la situación y el 14 el punto más bajo de Nina; son tres capítulos que revelan el egoísmo narcisista de Edward. Stern es lúcido, cruel y sincero, pero sus personajes nos siguen conmoviendo porque sus ilusiones y sus defectos son la esencia de su humanidad. Sólo Venecia es más fuerte que ellos, sólo Venecia es capaz de recoger sus esperanzas y sus frustraciones, sólo ella permanecerá.

La escritura fluye y eso constituye su estilo. Stern se aleja de toda pretensión de linealidad y de trascendencia haciendo cruzarse las voces y los momentos vitales como un tejido en el que ninguno es más o menos importante que el otro, pero todos reunidos crean un entramado que obliga al lector a tomar parte activa de una novela que va a apresarlo como Venecia a sus personajes. Stern no pretende opinar sino mostrar, sugerir y preguntarse sobre las debilidades y las emociones que el arte es capaz de sustentar.

Portada de 'Stitch', de Richard Stern.

Stitch 

Autor: Richard Stern.


Traducción: Laura Salas Rodríguez.


Editorial: Siruela, 2022.


Formato: tapa blanda (248 páginas. 21,95 euros) y e-book (9,99 euros).

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