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El genio no decae

Rafael Riqueni retoma el formato de guitarra solista flamenca de concierto en su nuevo disco

El guitarrista Rafael Riqueni en el teatro municipal de la localidad sevillana de Arahal.
El guitarrista Rafael Riqueni en el teatro municipal de la localidad sevillana de Arahal.PACO PUENTES (EL PAIS)

Cuatro años después de su celebrado Parque de María Luisa, una bellísima indagación en su memoria personal con la música descriptiva como vehículo expresivo, el guitarrista sevillano Rafael Riqueni retoma el formato de guitarra solista flamenca de concierto con Herencia. El cambio de modelo apenas altera su terso discurso, que mantiene el reconocido lirismo, la inspirada capacidad compositiva y un tono recogido propicio para el diálogo íntimo. Todo ello se traduce en una verdad que huye del efectismo y busca el sosiego en el decir. En la misma elección de los estilos que componen la grabación, Riqueni muestra sus intenciones al abordar una mayoría de toques emblemáticos de la disciplina. El sonantero supera la exigencia y complejidad de estos con naturalidad y aparente sencillez, sin caer en la tentación de vacuos ejercicios de virtuosismo. Todos los recursos guitarrísticos puestos siempre al servicio de la expresión de sentimientos y emociones, volcados con sensibilidad y delicadeza. Las estructuras armónicas y rítmicas de los estilos escogidos no encorsetan al músico, que, a cambio, las enriquece con sublime respeto y sin dejar de transmitir la esencia y el aroma de cada uno de ellos, trascendiendo el canon con originalidad y frescura.

Las alegrías que dan título al disco se dedican a Pepe Habichuela. Son luminosas y salobres, mas contenidas y sin artificios innecesarios. Un estremecimiento de dolor parece recorrer la taranta ‘Minerico’, en recuerdo de Enrique de Melchor, pespunteada de pellizcos y solo aligerada por la fuente que las cuerdas emulan. Los tangos ‘Pureza’, a Joaquín Amador, contienen una contagiosa alegría con su cantarina melodía. ‘La soleá de los llanos’, para el maestro Sanlúcar, ejemplifica el poder de pausa y sosiego de las composiciones de Riqueni, con los aires del estilo aflorando en cada esquina. La ‘Farruca bachiana’, sin perder el dulzor que la identifica, presenta quizás la estructura formal más renovada, acorde con el baile transformador del dedicatario de la pieza, el gran Mario Maya. Reaparecerán las punzadas con la delicada granaína ‘Triste luna’, que evoca al gran amigo Morente. Por Tomatito brinda con el compás de la bulería y a Serranito ofrece unas airosas sevillanas. La seguiriya ‘Lágrimas’ es un llanto por el maestro Paco de Lucía, endulzado por los trémolos iniciales y finales de un tema que transporta toda la jondura que hace grande el estilo. El corte final, ‘In Memoriam’, es una fina fantasía de inconfundible sello.

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