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TEATRO | CRÍTICA DE 'EN MIS MANOS'

Dime qué hago con todo este amor

Cristina Plazas emociona en la versión online de ‘En mis manos’, de Marilia Samper, nueva adaptación libre de ‘La voz humana’, de Cocteau

Marcos Ordóñez
Cristina Plazas, en la obra 'En mis manos'.
Cristina Plazas, en la obra 'En mis manos'.

Una actriz (Cristina Plazas) protagoniza una filmación (el equipo del rodaje, al fondo) en lo que puede ser su propia casa o un estudio. Luz de agosto, o sofisticados focos: a elegir. Y su propia historia, o una adaptación libre de La voz humana, de Jean Cocteau, que aquí se llama En mis manos, escrita por Marilia Samper y dirigida por David Selvas y Taida Martínez. Es una versión grabada que puede verse online en la programación a distancia del festival Temporada Alta de Girona. Una voz llama por el móvil. Es “Él”: quizás varios hombres posibles, porque oímos (a Pere Arquillué) pero apenas le vemos. Y el hombre tiene una mujer, aunque por otra podríamos situarle en Berlín. Oímos también la voz insistente de la madre, que quiere que le enseñe cómo funciona el Google, en plena crisis de nervios de su hija.

Cristina Plazas es una de nuestras mejores actrices: de las más versátiles, capaz de pasar en cuestión de segundos de un estado de ánimo a otro. De humor a llanto. Ojos amplios, profundos. Voz oscura. A ratos me hace pensar en Carmen Maura. Qué claridad de modulación y sentimientos. Parece que estamos ante varias mujeres. Incluso habla consigo misma, muy al estilo Cocteau, con una convicción intensa, pero con toque de alcohol a lo Piaf, aunque sin canto. O con el eléctrico tedio de un personaje de Monica Vitti. “Dime qué hago con todo este amor. ¿Y en esta película de domingo por la tarde? Porque aquí dentro quema”. Cómo se va rompiendo con una naturalidad constante. Una llamada de una compañera de trabajo. ¿Ella logra fingir una enfermedad, un resacón, un no saber por dónde le da el aire?

Hay pasajes preciosos en los que habla así con su hombre: “Si vamos a hablar…, si quieres que tengamos esta conversación, vamos a hacerlo bien…, ¿no? Vamos a escucharnos. A intentarlo, por lo menos. No quiero quedarme con el recuerdo de que nuestra última conversación fue una mierda, ¿vale? No, no pasa nada…, no importa. Esto no…, no es fácil para nadie. ¿Pensabas que te iba a montar una escena, un aluvión de llantos, insultos y de… de reproches? ¿Que mi vida ya no tendría sentido, que me tomaría un bote de pastillas? [Ríe. Suspira] No soy una adolescente”. Luego trata de recordar el título y una melodía de juventud. Se obsesiona con eso, porque le queda muy lejos. Hasta que se dice: “Mi hermano se acordará”. Le llama. Se acuerda. El himno de los dos era tan luminoso como la tarde: ­Wicked Game, pero en la voz de Chris Isaak, como un ­Johnny Cash angelical.

Diría que lo primero que vi de Cristina Plazas fue una comedia, la exitosísima Mandíbula afilada, de Carles Alberola, en 1997. Desde entonces, un carrerón: 21 episodios, 38 películas, 22 obras de teatro. Lo más reciente que he visto de Marilia Samper es la estupenda L’alegria, escrita y dirigida en 2017 en la Beckett. Y esto me hace recordar que Plazas había trabajado en el TNC en una obra de Samper: L’ombra al meu costat, en 2012. En mis manos es una producción de La Brutal, Mola Producciones y Temporada Alta. Los directores son David Selvas (lo último suyo fue Aquella nit, de David Greig) y Taida Martínez, realizadora de Late Motiv. El proyecto del equipo: “Explorar otros caminos para que el teatro llegue a los espectadores en estos tiempos de pandemia, para un público que está en sus casas, pero queremos que se sienta como en primera fila. Queremos levantar dos formatos. El primero, versión teatral en formato de una hora. Una actriz, un texto. El segundo, una pieza filmada de 40-45 minutos para verla online. Dos semanas de ensayos, pocos intérpretes, un equipo de rodaje muy reducido. Tres días de grabación”.

Vuelvo a uno de mis pasajes favoritos de En mis manos: pura Samper. “Sabes qué es lo que me gusta de nosotros? Que hablamos…, que hablamos y hablamos, y es… divertido y estimulante, porque siempre tenemos cosas que decirnos…, siempre…, y tenemos ganas de escucharnos, como si quisiéramos bebernos a través de las palabras, como si…, es como si nos excaváramos el uno al otro para ir adentro, lo más adentro posible para ir encontrando cosas, cosas nuevas…, y siempre hay más y siempre hay más que cavar, y eso es…, si es que hablamos hasta cuando estamos follando…, tenemos conversaciones enteras mientras…, y eso me encanta…, y eso es lo que más voy a echar de menos. Porque no creo que me vuelva a pasar con nadie más. Ese tipo de… de conexión… No…, con nadie más. Nunca más. [Silencio]. Y a ti tampoco”.

Me levanto para aplaudir a Cristina Plazas y a todo el equipo. He visto muchas versiones de La voz humana. Esta es una de las mejores.

En mis manos. Texto: Marilia Samper. Dirección: David Selvas y Taida Martínez. Festival Temporada Alta de Girona. Programación a distancia. Hasta el 8 de diciembre.

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