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Macri vuelve al primer plano de la política argentina para renovar un partido noqueado por Milei

El exmandatario tendrá en sus manos la negociación de una alianza política con La Libertad Avanza con vistas a las legislativas de 2025

Mauricio Macri
El expresidente de Argentina, Mauricio Macri, en junio de 2019.Nur Photo (Getty Images)

Mauricio Macri regresa al partido que fundó en 2005 para renovarlo y recuperar protagonismo en la política argentina. Como nuevo presidente de Propuesta Republicana (Pro) tendrá por delante un desafío doble: ordenar las filas propias tras años de peleas internas por el poder —una de las claves de su derrota en las últimas elecciones presidenciales— y decidir si formaliza o no una alianza política con Javier Milei de cara a las elecciones legislativas de 2025.

Macri asumirá la presidencia sin esperar a la votación interna, fijada para junio, porque el martes por la noche, en el plazo límite para anotar candidaturas, se postuló al frente de una lista de unidad. La negociación se alargó mucho más de lo previsto por la pelea de la actual titular del partido, Patricia Bullrich, para retener puestos de poder. Al final logró imponer a uno de sus alfiles, Damián Arabia, como vicepresidente segundo.

La relación entre Bullrich y Macri ha sufrido varios cortocircuitos desde la campaña electoral, cuando la primera competía contra Milei y el expresidente parecía jugar a dos bandas. Tras la victoria de Milei, los roles se invirtieron y fracasó el intento de Macri de ser la única voz de diálogo con el presidente electo. Bullrich negoció por su cuenta asumir como ministra de Seguridad y lo mismo pasó con Luis Caputo al frente de la cartera de Economía y de Luis Petri en Defensa. El último desencuentro ocurrió semanas atrás, cuando Macri se movió entre bambalinas para solucionar el conflicto por fondos provinciales entre Milei y el gobernador de Chubut, Nacho Torres, y Bullrich, en cambio, expuso en público su apoyo al presidente argentino.

Durante las negociaciones por la conducción del Pro, la ministra de Seguridad, una de las mejor valoradas del Gabinete de Milei, llegó a amenazar con presentar una candidatura propia si no obtenía una cuota significativa de poder. Esta le otorga a priori capacidad de influencia en las listas legislativas si finalmente se presenta una candidatura conjunta con La Libertad Avanza el año que viene.

Alianza parlamentaria

Los dos partidos tienen por ahora una alianza de facto en el Congreso. Los 37 diputados del Pro votaron en febrero a favor de la ley de desguace del Estado, aunque finalmente no salió adelante por el rechazo mayoritario de la Cámara algunos artículos clave. En la misma línea, los seis senadores del Pro respaldaron en marzo el decreto de necesidad y urgencia presidencial para desregular la economía argentina, pero ese apoyo fue insuficiente para evitar la derrota en la Cámara alta.

Macri está en una encrucijada. En 2015 marcó una época al convertirse en el primer mandatario en un siglo que no pertenecía a los dos partidos estelares de la política nacional, pero nueve años después, muchos votantes lo asocian a la vieja política contra la que dispara Milei. Su imagen negativa —61%— es muy superior a la positiva —37%— y tiene en sus manos dar una nueva identidad partidaria al Pro sin ser fagocitado por Milei.

En las elecciones primarias del pasado agosto, sus votantes eligieron la línea dura que representaba Bullrich frente a la postura moderada encabezada por el exalcalde Horacio Rodríguez Larreta. Eliminados ambos de la carrera presidencial, en segunda vuelta se decantaron de forma mayoritaria por Milei frente al peronista Sergio Massa. Cien días después, la mayoría no se arrepiente: el libertario ganó con el 56% de los votos y retiene un apoyo del 50% pese a haber aplicado un ajuste fiscal draconiano que ha pulverizado jubilaciones y salarios.

El acercamiento instantáneo entre el Pro y Milei tras la primera vuelta electoral parecía que iba a culminar en un acuerdo de Gobierno que hasta ahora no se ha concretado. Con un pacto, el presidente ganaría poder parlamentario y territorial —el Pro gobierna en la capital argentina y en las provincias de Entre Ríos y Chubut—, pero debilitaría el discurso antipolítico que contribuye a su popularidad. El Pro, por su parte, ganaría poder a través de cargos políticos.

Rodríguez Larreta ha criticado con dureza esa posible alianza sin abandonar el partido, que se mantiene unido pese a las grandes diferencias internas. Por el contrario, la coalición de partidos con la que el Pro compitió en las tres últimas elecciones presidenciales — bautizada primero Cambiemos y luego Juntos por el Cambio— ha saltado por los aires. La centenaria Unión Cívica Radical (UCR) y la minoritaria Coalición Cívica se han distanciado del giro radical del macrismo y de su apoyo al Pro. Advierten que si le entregan las llaves al presidente ultra, su suerte quedará atada a la de él.

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