La rebelión de los nadie
Los sectores más castigados por la crisis apoyaron al candidato que prometió reformas que recuerdan a la “cirugía sin anestesia” de Carlos Menem durante los noventa
Cuando empezó la veda electoral el pasado jueves las últimas encuestas publicadas y las que aún circulaban por redes sociales y aplicaciones de mensajería daban una diferencia ajustada al margen de error. El resultado de este domingo a escala nacional, en ese contexto, volvió a sorprender a propios y ajenos. Con alrededor de un 11% de diferencia entre el candidato oficialista, Sergio Massa, y el candidato opositor, Javier Milei, este último rápid...
Cuando empezó la veda electoral el pasado jueves las últimas encuestas publicadas y las que aún circulaban por redes sociales y aplicaciones de mensajería daban una diferencia ajustada al margen de error. El resultado de este domingo a escala nacional, en ese contexto, volvió a sorprender a propios y ajenos. Con alrededor de un 11% de diferencia entre el candidato oficialista, Sergio Massa, y el candidato opositor, Javier Milei, este último rápidamente y antes de la hora prevista resultó reconocido por todo el sistema político como el nuevo presidente de la República Argentina.
Tres reflexiones surgen en estos minutos que siguen al resultado.
La primera es que, de acuerdo con los datos, a partir del 10 diciembre, Unión por la Patria (el oficialismo actual) será la primera minoría en el Senado, con 33 bancas, pero podría lograr el quórum propio (37 votos) con el apoyo de bancadas aliadas provinciales. En tanto, Juntos por el Cambio se quedará con 21 escaños, algo que será una incógnita porque esa fuerza sufrió un cisma importante luego del apoyo explícito de la excandidata Patricia Bullrich y el expresidente Mauricio Macri a la candidatura de Javier Milei. En tanto, La Libertad Avanza, la fuerza original del próximo presidente de la nación contará solo con siete senadores.
En esta nueva conformación política, en la Cámara de Diputados, Unión por la Patria mantendrá la primera minoría con 108 bancas, seguido por Juntos por el Cambio (94) y, de nuevo, esto en tanto no se rompa la unión entre radicales y PRO, y La Libertad Avanza contará con un bloque de 38 diputados. Esto implica que ningún bloque contará con quórum propio y las tres (o cuatro) principales fuerzas deberán negociar entre sí.
En este sentido, entonces, todas las medidas de reforma estructural como el fin de la coparticipación federal o reformas penales como el fin de la interrupción voluntaria del embarazo, que fueron prometidas en campaña por el candidato a presidente hoy vencedor, se ven, por lo menos, difíciles de llevar adelante dado que requerirían de acuerdos parlamentarios complejos de alcanzar en estas configuraciones legislativas.
En segundo lugar, si las elecciones generales significaron un cisma para Juntos por el Cambio, cuando sin previa consulta con los socios de la coalición, la excandidata a presidente Patricia Bullrich, y seguidamente el expresidente Macri, dieron todo el apoyo al candidato Javier Milei, quien había declarado públicamente su aversión por uno de los socios mayoritarios de la coalición, la Unión Cívica Radical, su historia, principios y referentes, estas elecciones de ballotage dejan la puerta abierta a un cisma en el panperonismo nacional. Si bien Sergio Massa logró entre las elecciones PASO y este ballotage unir el panperonimso nacional detrás de una épica discursiva, dejando de lado las internas entre el peronismo provincial tradicional, el albertismo gobernante y el kirchnerismo cristinista, es muy posible que en los próximos días se produzca un pase de facturas interno que significará una reconfiguración del espacio. Sergio Massa arranca en esta reconfiguración con cierta ventaja, por la resistencia en una campaña épica que logró retener alrededor del 44% de los votos a novel nacional, con una inflación interanual que supera el 140%, pero el no haber logrado ganar la elección presidencial deja el cargo de liderazgo del peronismo nacional vacante y en disputa.
Finalmente, el descontento y el voto bronca respecto de la situación económica que se expresó territorialmente en las PASO, y se moderó en las generales, reverdeció fuertemente en este ballotage. Javier Milei supero el 45% en 22 de los 24 distritos y el 50% en 20 de los 24. Las amenazas a los consensos de los 40 años de democracia expresadas durante las últimas semanas de campaña por los candidatos de LLA no hicieron mella en el descontento de la mayoría de la población con la situación económica presente y del pasado reciente. Los votos obtenidos por la candidata Patricia Bullrich en la primera vuelta se trasladaron de manera casi matemática al candidato libertario, y la campaña de Sergio Massa, aun reteniendo el voto propio, no logro superar su techo de las elecciones generales. El interior del país y los sectores mas castigados por la crisis económica, los nadie no alcanzados acabadamente por la ayuda estatal, contundentemente se volcaron al candidato que prometió reformas que recuerdan a “la cirugía sin anestesia” del expresidente Carlos Menem durante los noventa.
En un país con una configuración institucional parlamentaria que requiere de acuerdos, con mayorías divididas y territorialmente localizadas entre interior y centro, con una idiosincrasia movimientista y una fuerza que hizo campaña ponderando la capacidad represiva del aparato estatal, que atraviesa otra crisis económica que requiere de reformas estructurales con costos sociales, el escenario de mediano plazo se avizora conflictivo e inestable.
Habrá que ver si el sistema político argentino cuenta con los anticuerpos institucionales mostrados en la crisis del 2001 para travesar una nieva posible crisis de gobierno.
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