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Deudas millonarias, poca familia y centenares de amenazas: las pistas tras el asesinato del argentino Fernando Pérez Algaba

La policía argentina investiga la muerte del hombre, de 41 años, que fue descuartizado en la periferia de Buenos Aires tras años de ostentar una vida de lujos como asesor financiero en redes sociales

José Pablo Criales
Fernando Pérez Algaba, en una imagen de sus redes sociales.
Fernando Pérez Algaba, en una imagen de sus redes sociales.

“Todos tus amigos te quieren entregar”; “Le arruinaste la vida a mi hijo”; “Yo no te voy a matar, te voy a arrancar la cabeza”. Las amenazas que había recibido Fernando Pérez Algaba, el argentino de 41 años que la policía de la provincia de Buenos Aires halló descuartizado el miércoles por la madrugada, han proliferado en las últimas horas en los medios nacionales. Un juzgado investiga ahora su asesinato vinculado a las deudas que había acumulado durante los últimos años. El caso de Pérez Algaba, que tenía casi un millón de seguidores en una cuenta de Instagram donde promovía alquileres de vehículos de lujo e inversiones en criptomonedas, ha cautivado al país desde el domingo, cuando unos niños encontraron sus brazos y piernas en una mochila dentro de un arroyo en la ciudad de Ingeniero Bunge, en una zona empobrecida de la periferia sur de la capital argentina.

La policía lo identificó por sus tatuajes. A Pérez Algaba lo estaban buscando desde el miércoles 19 de julio, cuando la dueña de un departamento que había alquilado en la provincia de Buenos Aires denunció que el hombre no le había devuelto las llaves ni le contestaba el teléfono. Pérez Algaba, según reconstruyen los diarios nacionales, había vuelto a Argentina por unos días desde Barcelona, donde se había mudado tras pasar temporadas de viajes repartidos por Tailandia, Europa y Miami. Los tatuajes de los restos encontrados el domingo coincidían con la denuncia de la mujer que buscaba a su inquilino. El miércoles, las autoridades encontraron su torso y su cabeza en otra maleta dentro del mismo arroyo.

Hasta el momento hay una sola detenida, una mujer a la que las autoridades llegaron siguiendo el rastro de la segunda maleta. Su implicación en la muerte todavía no es clara: en la valija, la policía había hallado documentos que los condujeron hasta una familia de la zona, que denunció que esta había sido robada por la mujer. Según el diario Página/12, las autoridades esperan su declaración indagatoria como presunta partícipe secundaria del homicidio.

Según fuentes judiciales citadas por Télam, Pérez Algaba había recibido casi 200 mensajes con amenazas en las últimas semanas. “Era ludópata y hábil para los negocios”, dijo esa fuente a la agencia de noticias, que rastreó su derrotero de deudas: una empresa constituida en enero de 2018 que empezó a rebotar cheques 10 meses después, casi dos millones de pesos (unos 7.000 dólares al cambio oficial) que debía a distintos bancos, y los reclamos de uno de sus contactos, que le exigía el pago de unos 70.000 dólares.

En marzo, Pérez Algaba había sido entrevistado en varios portales de noticias locales que contaban su historia como la de un empresario hecho por sí mismo, que había conocido el éxito fuera del país tras fracasar muchas veces por la endeble economía argentina. Pérez Algaba afirmaba haber dedicado su vida a escalar en los negocios: de adolescente había repartido pizzas y vendido helados en Buenos Aires; se había emancipado a los 17 años para coordinar viajes de bachilleres en la ciudad de Bariloche, y a los 24 años comenzó a dedicarse a la compraventa y alquiler de coches de lujo tras vender la primera motocicleta que se había comprado con ahorros.

Su hermano Rodolfo matizó la historia en la entrevista estelar del miércoles por la noche para la televisión argentina. “Era repartidor de pizzas, esa no es ninguna mentira”, contó a Telenoche. “Yo le compré su primer ciclomotor, con eso arrancó. Después falleció mi papá y cobró una plata. Con esa plata empezó a comprar un autito, venderlo, comprar otro... y así fue creciendo”. Rodolfo, un pintor casado con la encargada de un edificio, era su hermano mayor y su único familiar vivo. No habían tenido mucho contacto en los últimos meses. El abogado que lo representa, Sebastián Queijeiro, afirmó que sería la única entrevista que daría. Este jueves, el abogado le dijo al canal C5N que la investigación avanzaba en secreto y rápidamente, pero que no podía dar detalles. Quiso aclarar, eso sí, que el crimen había desatado mucho miedo entre los posibles testigos. “Hay más audios circulando en los medios de comunicación que en el expediente”, dijo.

“Incursionó en este tema de las criptomonedas, el trading y demás. Era una persona muy hábil para los negocios, entiendo que había hecho mucho dinero”, dijo el abogado, que ofreció una de sus hipótesis: una de las transacciones le salió mal, la persona que le había prestado ese dinero “para meterlo en la rueda” no lo recibió de vuelta, Pérez Algaba no tenía como pagarlo y empezó a recibir amenazas.

En algunas de las conversaciones filtradas este jueves en los medios de comunicación, Pérez Algaba discute con otro hombre, que le reclama sus deudas. “Te pagué durante 15 años”, se defiende Pérez Algaba. “Escuchá bien lo que te voy a decir, escucha lo que te va a decir Gustavo Iglesias”, le dice el otro hombre. “Cuando nos veamos, en breve, tenés que pelear conmigo, pelear como hombre. Te quiero mandar al hospital de por vida. Y cuando te termine de lastimar, no tendré problemas en ir a la comisaría a decir que fui yo, porque arruinaste a mi familia”. “Matame, eh. Si me venís a buscar, matame”, le dice Pérez Algaba en otra conversación.

Según el medio digital Diario Conurbano, que fue uno de los primeros en cubrir el suceso, Gustavo Iglesias es un ultra de la barra brava del club de fútbol Boca Juniors, que se presentó en dependencias judiciales el miércoles por la noche para presentar su declaración. Lo hizo como testigo mientras los investigadores siguen el rastro de otros grandes acreedores de Pérez Algaba.

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Sobre la firma

José Pablo Criales
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Trabaja en el diario desde 2019, fue redactor en México y parte del equipo de la mesa digital de América. Es licenciado en Comunicación por la Universidad Austral y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS.

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