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Lula, el juez Moro, Odebrecht…
Qué fue de los protagonistas y las víctimas del caso Lava Jato en Brasil

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Lula, el juez Moro, Odebrecht… Qué fue de los protagonistas y las víctimas del ‘caso Lava Jato’ en Brasil

La mayor investigación de corrupción en la historia de Brasil, con ramificaciones en toda América Latina, cumple diez años sumida en la irrelevancia y con muchas penas anuladas en el país donde nació

Naiara Galarraga Gortázar

La política brasileña ha vivido los últimos años embarcada en una montaña rusa por los efectos (y vaivenes) de la investigación contra la corrupción Lava Jato. La policía la bautizó así, lavacoches, en portugués, porque nació en una anodina gasolinera con taller de limpieza de Brasilia, donde el 17 de marzo de 2014 fue detenido un blanqueador de dinero que operaba allí. En días, el primer shock. Un alto cargo de Petrobras entró en la cárcel. Aquello era solo un anticipo de un caso que este domingo cumple una década. Creció para convertirse en una enrevesada madeja, con la empresa estatal Petrobras como epicentro de la trama, que sacudió como nunca la política y la justicia de Brasil.

Former Brazilian President Luiz Inacio Lula da Silva
Lula da Silva al salir de la cárcel, en São Bernardo do Campo, en noviembre de 2019.AMANDA PEROBELLI (REUTERS)

Tuvo infinidad de derivadas. El Partido de los Trabajadores fue expulsado del poder por el Congreso en 2016. La lucha contra la corrupción se convirtió en la gran bandera nacional y allanó a la ultraderecha, en 2018, el camino a la Presidencia. Luiz Inácio Lula da Silva, que fue encarcelado y recuperó la libertad 580 días después, llevó a la izquierda de vuelta al poder en 2022. Una semana después, el bolsonarismo protagonizó una intentona golpista en Brasilia.

El caso Lava Jato en Brasil suma 174 condenas, más de 200 acuerdos para que los investigados confesaran y las arcas públicas recuperaron 4.300 millones de reales (860 millones de dólares, 790 millones de euros), la mayoría para Petrobras.

Este es un repaso, a grandes pinceladas, a los principales protagonistas de la trama: dónde estaban en el auge del caso y dónde están ahora. El destino de los más destacados ha dado un giro de 180 grados. Parte de los procesos judiciales han sido anulados. Y, como esta es la patria de la telenovela, el héroe se convirtió en villano y viceversa. Léase, el antiguo juez Sérgio Moro y en su principal presa, Luiz Inácio Lula da Silva.

Sérgio Moro, 51 años

El juez instructor Sérgio Moro encarnó durante años la Lava Jato y su promesa de que significaría el fin de la corrupción y de la impunidad de los poderosos. La némesis de Lula. Pero los días en que era aclamado como héroe por multitudes gigantescas y sondeado para la Presidencia de la República están olvidadísimos.

Protesters are participating in an act in support of the Minister of Justice and Public Security, Sergio Moro, and Operation Lava on Avenida Paulista, central region of the city of Sao Paulo, Brazil, on 30 June 2019
Una multitud de manifestantes apoya a Sergio Moro en junio de 2019, tras conocerse los mensajes que intercambiaba con fiscales del caso Lava Jato.Fabio Vieira (Getty Images)

En 2018 aceptó la invitación del ultraderechista Jair Bolsonaro para ser ministro de Justicia (lo que implicó colgar la toga y olvidarse de una jugosa pensión). El Tribunal Supremo dictaminó en 2021 que fue parcial al juzgar a Lula.

Y ahora se enfrenta a un proceso por irregularidades en la campaña electoral en el que puede perder el escaño en el Senado donde se refugió cuando las cosas se le torcieron del todo. Dos momentos precipitaron su caída en desgracia: la salida con un portazo del Gobierno Bolsonaro que, en un santiamén, le convirtió en un traidor a ojos del bolsonarismo y la revelación en The Intercept, EL PAÍS y otros medios, de los mensajes que intercambió con los fiscales del caso, demostró que no era imparcial.

Su intento de ser la alternativa a las candidaturas presidenciales de Lula y Bolsonaro fracasó estrepitosamente. Se tuvo que contentar con el Senado. Cuando él ganó el escaño, en 2022, su esposa consiguió otro como diputada.

Su interrogatorio a Lula es uno de los momentos más recordados de la investigación; un duelo en toda regla entre un expresidente veterano y un joven juez de provincias. Lula se ha declarado partidario de que mantenga su escaño.

Luiz Inácio Lula da Silva, 78 años

El veterano político que terminó en 2009 su segundo mandato con una popularidad del 86% (la envidia de cualquier demócrata del planeta) fue condenado por corrupción por el caso Lava Jato. El fundador del PT estuvo 580 días preso en una comisaría de Curitiba mientras proclamaba su inocencia. Luiz Inácio Lula da Silva siempre se ha considerado víctima de un complot contra él, y contra la izquierda brasileña, perpetrado por las élites con la complicidad de los principales medios y de EEUU, que según él tenía echado el ojo a Petrobras.

Lula fue excarcelado cuando Bolsonaro estaba a punto de cumplir su primer año en el poder, en 2019. Quedó libre, junto a miles de presos más, cuando el Supremo revirtió un cambio de doctrina anterior que llevó al expresidente a la cárcel; la corte volvió al entendimiento original —previo a la Lava Jato— de que los condenados pueden agotar hasta el último recurso en libertad.

Ya en 2021, el Supremo anuló la principal condena contra Lula. Quedaba expedito el camino judicial limpio si quería concurrir a las elecciones. Poco tardó en decidirse. Y las ganó, pero por la mínima.

Mientras estuvo en la cárcel, Lula leyó como nunca y se enamoró. El día que recuperó la libertad presentó a su novia, Janja, socióloga y militante del partido. Se casaron. La primera dama es una de las principales consejeras del presidente.

President Luiz Inacio Lula da Silva
Dos manifestantes con máscaras de Dilma Rousseff y Lula, durante una marcha en São Paulo, en marzo de 2015.Nelson Antoine (AP)

La trama

Los investigadores descubrieron un monumental sistema de sobornos, comisiones y financiación ilegal de partidos en torno a Petrobras y con gran protagonismo del PT. Funcionaba así: directivos de Petrobras cobraban mordidas de grandes constructoras a cambio de contratos artificialmente hinchados con la compañía. Y ese dinero iba después a los partidos que nombraban a los directivos de la petrolera. Al caso le nacieron múltiples ramificaciones, también en países como Perú, Colombia, México…

Ocurrió lo nunca visto en Brasil y otros países latinoamericanos. Acabó (o pareció que acababa) el guante blanco con los poderosos. Decenas de políticos y empresarios intocables fueron juzgados, condenados y encarcelados. Brasil proclamó el fin de la impunidad y buena parte del país se embarcó con entusiasmo en una cruzada contra la corrupción y contra el PT, considerado un nido de ladrones.

Impeachment of Brazil's President Dilma Rousseff in Brasilia
La palabra 'impeachment' proyectada sobre el palacio presidencial de Planalto, entonces ocupado por Rousseff, en marzo de 2016.Eraldo Peres (AP)

Durante años, el caso marcó la agenda política. A un ritmo vertiginoso, el Congreso destituyó a la presidenta Dilma Rousseff en 2016 y puso fin de manera abrupta y dramática a 14 años de gobiernos progresistas. Lula fue encarcelado y vetado por los jueces de disputar las elecciones en 2018, lo que allanó el camino a Bolsonaro, el primer presidente de extrema derecha de Brasil.

Jair Bolsonaro, 68 años

En el auge de la Lava Jato, Jair Bolsonaro era un mediocre diputado del llamado bajo clero. Dedicó su voto a favor del impeachment de Dilma al militar Carlos Alberto Brihante Ustra, que torturó a la presidenta cuando era una joven guerrillera (nunca pegó un tiro). Bolsonaro vio una oportunidad en la bandera anticorrupción y el ansia popular de renovación. Sin pudor ninguno se presentó como un antisistema, cerró una alianza política con los evangélicos, aprovechó las redes sociales y se subió a la ola del nacionalpopulismo que iba tomando forma con Putin, Trump o Modi.

National Social Liberal Party presidential candidate Jair Bolsonaro
Jair Bolsonaro pasa entre una multitud a hombros de un guardaespaldas, un mes antes de las elecciones de octubre de 2018.Eraldo Peres (AP)

Dio en la diana. Fue elegido presidente, nombró ministro a Moro. Su mandato fue convulso por la pandemia —que gestionó con políticas negacionistas— y las constantes amenazas golpistas. Perdió las elecciones por poco. Como fue inhabilitado, tendrá que esperar a a 2030 para poder presentarse a las elecciones. Las pruebas sobre su papel en urdir una trama golpista se multiplican. Corren las apuestas de si acabará en la cárcel.

Dilma Rousseff, 76 años

La heredera política de Lula, Dilma Rousseff, fue destituida tras ganar un segundo mandato por la mínima. Para cuando el Congreso la echó del poder y con ella al PT, Brasil estaba sumido en una recesión porque en la recta final abrió el grifo del dinero público en un intento desesperado por sobrevivir. Un pecado que la clase media todavía no le perdona. Su caída tuvo un componente muy machista, unido a las muchas críticas de que carecía de la cintura que la política brasileña requiere. Cayó en el ostracismo. En las elecciones de 2018 ni siquiera logró un escaño de senadora en Minas Gerais, su estado natal. Solo logró rehabilitarse con la vuelta de su padrino al poder. Lula sopesó nombrarla embajadora, pero eso hubiera requerido someterse a una comparecencia en el Senado, así que decidió enviarla a Shangái (China), a dirigir el banco de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica).

Brazil's President Dilma Rousseff
Dilma Rousseff, al término de una conferencia de prensa con medios internacionales, en abril de 2016.Eraldo Peres (AP)

Deltan Dallagnol, 44 años

Poco conocido fuera de Brasil, Deltan Dallagnol era la pareja profesional del Moro como fiscal del caso Lava Jato. Protagonizó otro de los momentos estelares del caso, en concreto la caza a Lula. Dallagnol compareció para anunciar que Lula era el señor X de la trama apoyado en una presentación de Power Point (con la palabra Lula en un círculo en el centro rodeado de otros 14 círculos con frases como “perpetuación criminal en el poder” o “el mayor beneficiado”) que aún da lugar a memes. Elegido diputado en 2022, en pocos meses perdió su escaño por irregularidades.

Prosecutor Deltan Dallagnol
Deltan Dallagnol durante una conferencia de prensa en Curitiba, el 10 de marzo de 2020.RODOLFO BUHRER ( REUTERS)

Eduardo Cunha, 65 años

Era el presidente de la Cámara de Diputados que aceptó a trámite la petición de impeachment contra Rousseff. Condenado a más de medio siglo en prisión, Eduardo Cunha pasó más de tres tras las rejas. Varias de las penas han sido anuladas. Inhabilitado, su hija Danielle Cunha, de 36 años, fue elegida diputada en 2022. Allí estuvo él, arropándola.

Bolsonaro logró que los dos presidentes del Congreso que le correspondieron guardaran en un cajón las más de cien peticiones de destitución presentadas contra él. Y, sin grandes alharacas, el ultra, que había llegado a la presidencia como el gran adalid contra la corrupción, redujo los medios de los investigadores y el caso Lava Jato fue languideciendo hasta convertirse en irrelevante. En los últimos tiempos, la trama solo es noticia por las continuas anulaciones de decisiones judiciales.

President of the Chamber of Deputies Eduardo Cunha
Eduardo Cunha (a la izquierda, con el micrófono), en una sesión de la cámara en la que se discutía la destitución de Rousseff, en abril de 2016.Eraldo Peres (AP)

El Tribunal Supremo

El juez del Supremo Teori Zavascki, que instruía el caso Petrobras, falleció en 2017 en un accidente de avioneta. Fue una conmoción. El caso pasó a manos de un colega. Como la corte retransmite en directo sus deliberaciones, los 11 jueces se hicieron tan famosos como la selección de fútbol. Seguirlo como si fuera la telenovela diaria se convirtió en un hábito para los más enganchados a la política. La Lava Jato llevó a los jueces a endurecer algunas normas en uno de los sistemas judiciales más garantistas del mundo.

Odebrecht y otras grandes constructoras

La constructora Odebrecht, que tenía un departamento secreto dedicados solo al pago y gestión de sobornos, fue investigada en EEUU por el caso Lava Jato y alcanzó un acuerdo judicial en Nueva York, en 2017, por el que se declaró culpable. Aceptó una multa de 2.600 millones de dólares, la mayor impuesta hasta entonces por corrupción.

El presidente y nieto del fundador pasó dos años y medio en la cárcel, condenado por sobornar a buena parte de la élite política de América Latina. Excarcelado con tobillera electrónica, nunca regresó a la esfera pública. La empresa cambió de nombre, ahora es Novonor. Las compañías condenadas perdieron sus puestos de preeminencia en el negocio. Las firmas que lograron sobrevivir intentan en este décimo aniversario renegociar las multas que aún tienen pendientes e incluso que las penas impuestas sean reducidas.

Marcelo Odebrecht
Marcelo Odebrecht, entonces presidente de la empresa, en la sede en São Paulo, en junio de 2011.Paulo Fridman (Getty Images)

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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