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Paraguay busca la condena del torturador de la dictadura Eusebio Torres

La Justicia lo juzga por presuntos crímenes de lesa humanidad perpetrados en 1976. Víctimas del expolicía prestan testimonio en el arranque del juicio

Víctimas del torturador Eusebio Torres
Víctimas del torturador Eusebio Torres se concentran frente al Palacio de Justicia de Asunción.Santi Carneri

Los testigos aseguran que el comisario paraguayo Eusebio Torres chasqueó el látigo y reventó el ojo del hoy psiquiatra Carlos Arestivo en menos de un segundo. A Margarita Báez la colgó del cabello, le quemó el pecho y la vagina. Cuentan que a Carlos Casco, como a su hermano Luis, lo electrocutó y ahogó por horas en abril de 1976, como a su esposa Teresa Aguilera de Casco, ya fallecida, a quien torturó, aunque estaba embarazada de 6 meses. Su hijo nació en cautiverio.

A Guillermina Kanonnikoff la torturó con su hijo de ocho meses delante y a Constantino Coronel lo tuvo engrillado durante tres meses con sesiones de picana eléctrica cada tarde. Estas dos víctimas relatan a EL PAÍS las torturas perpetradas por el excomisario que este viernes comenzó a ser juzgado por crímenes de lesa humanidad.

Son las 8 de la mañana y solo faltan 30 minutos para que puedan entrar a declarar al Palacio de Justicia de Asunción contra Torres. Llevan esperando desde 2011, cuando se dio inicio al proceso judicial por la denuncia de los hermanos Casco.

Torres está acusado de ser el principal interrogador del régimen dictatorial más duradero de América, el del general Alfredo Stroessner en Paraguay, entre 1954 y 1989. Acumula una veintena de denuncias, pero hasta ahora sus contactos le han mantenido lejos de pagar hacerse responsable de ningún delito y cobra una pensión del Estado, según denuncian las víctimas.

“Esperamos que haya una condena a este gran torturador, mi vecino, Eusebio Torres, que me torturó estando en el Departamento de Investigaciones de la Policía en marzo de 1977 teniendo mi hijo 8 meses”, explica Kanonnikoff mientras sujeta una pancarta con los rostros de algunas de las 400 personas que hasta ahora siguen desaparecidas por las fuerzas del régimen dictatorial filofascista de Stroessner.

Constantino, fundador de las Ligas Agrarias Cristianas en Paraguay, cuenta que lo maniataron, lo tiraron a una camioneta y lo llevaron al Departamento de Investigaciones de la Policía de Asunción a cargo de Pastor Coronel en abril de 1976.

Recuerda que el jefe de la policía se subió sobre su pecho para que deje de respirar, pero antes de terminar la faena, recibió una llamada y salió sin matarlo. Desde entonces quedó a cargo de Eusebio Torres que lo mantuvo esposado y sometiéndolo a asfixia y electrocución entre otras torturas durante tres meses, según recordó el testigo. Estuvo encarcelado hasta 1981 cuando por mediación de Amnistía Internacional logró salir de prisión y del país.

“Como nueve tiros le dieron, tiene 92 años y aquí está declarando hoy”, dice Kanonnikoff a la gente congregada fuera del Palacio antes de comenzar la audiencia que coincide con el día que secuestraron y desaparecieron a Agustín Goiburú, feroz opositor al régimen, que intentó asesinar a Stroessner.

Eusebio Torres siguiendo el juicio desde su casa a través de una videollamada.
Eusebio Torres siguiendo el juicio desde su casa a través de una videollamada.Santi Carneri

Primer aire de justicia en mucho tiempo

Constantino fue el primer en declarar y lo pudo hacer en guaraní y en español porque tanto la fiscal como el tribunal lo hablaban. Lo hizo mirando de frente a una computadora portátil donde en una videollamada se refugiaba Torres, que no compareció a la cita. Le acompañaba una treintena de otras víctimas, hombres y mujeres fuertes, con canas orgullosas y mentes brillantes que el torturador no logró destruir, compañeros de celda y de resiliencia.

“Debe tener baja deshonrosa en la policía y devolver el dinero recibido y pedir perdón a las víctimas. Eso esperamos de la justicia”, deseó Kanonnikoff.

A diferencia de Argentina, Paraguay solo ha juzgado a nueve responsables de crímenes de lesa humanidad, y casi todos encontraron la forma de morir en sus casas u hospitales. No en la cárcel. Hace 35 años que terminó la dictadura del Partido Colorado en Paraguay, aunque este sigue gobernando, y desde entonces, víctimas, familiares, abogados defensores y de derechos humanos, así como fiscales, han intentado condenar a más responsables sin conseguirlo.

“La mayoría de ellos ha evadido todos los juicios y los trancado a través de chicanas, es decir, trampas legales para dilatar el juicio, como recurrir constantemente cualquier decisión del tribunal, etc”, dijo a EL PAÍS Antonio Pecci, periodista y escritor que también sufrió las torturas de Torres, tras declarar ante el tribunal.

“Es que los colorados y herederos de la dictadura siguen dominando la justicia. No digo que sean todos, pero su dinero controla a la mayoría”, explica a EL PAÍS, Arestivo, el psiquiatra a quien Torres destrozó un ojo. Arestivo es uno de los firmantes del informe final de la Comisión de Verdad y Justicia que investigó de forma sistemática los crímenes cometidos por el aparato estatal durante la dictadura y que contó hasta 18.000 detenidos y torturados. En un país que por entonces no tenía ni dos millones de habitantes.

En 2014, el entonces presidente paraguayo Horacio Cartes rindió un homenaje público a Torres y a otros policías denunciados por torturas. Hoy Cartes preside el Partido Colorado, y su discípulo y exgerente de banco Santiago Peña preside el país. Aún así, las víctimas esperan una sentencia ejemplar.

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