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El largo camino de la izquierda colombiana al poder

Aunque la izquierda tuvo un espacio muy reducido en la democracia colombiana durante varias décadas, logró tejer un lento camino para que Gustavo Petro fuera elegido presidente

Camila Osorio
El candidato a la presidencia de Colombia, Gustavo Petro, en una imagen de archivo sin datar.
Gustavo Petro durante la campaña al Senado de Antonio Navarro Wolff.PRENSA GUSTAVO PETRO

La noche en la que Gustavo Petro ganó la presidencia, uno de los simpatizantes de izquierda que lloró cuando se anunció la victoria fue Germán Navas Talero, representante por Bogotá desde 1998 en el Congreso. “Desde los 14 años milito en la izquierda, ahora tengo 81 años, y desde los 14 vengo esperando este cambio, pensé que no iba a llegar nunca”, cuenta el congresista, que se retiró recientemente de la política. Cuando la victoria de Petro era un hecho, una grabación registró a Navas retirándose las gafas para limpiar sus lágrimas con un pañuelo, y un compañero gritándole “¡Gracias Navas!” y “¡No se fue de este mundo sin la izquierda ganar!”. El congresista cuenta a El PAÍS que lloraba esa noche “en parte por la rinitis, y en parte por la emoción: era el sueño de mi juventud, y ahora es el sueño de mi vejez”.

No fue el único que habló de sueños esa noche. En su discurso de victoria, el mismo Petro dijo que pensaba que un día así nunca llegaría: “Les agradezco este día histórico, me lo soñaba de vez en cuando, me preguntaba si iba a ser posible”. Y es que quizás lo más cercano que ha estado Colombia a la izquierda antes de Petro fue durante el gobierno del expresidente Alfonso López Pumarejo, del partido liberal, que en los años treinta llevó a cabo un número de reformas sociales que llamaba “La revolución en marcha”. Desde entonces, ha habido algunos gobiernos progresistas, pero nunca en la historia había ganado un candidato presidencial de un partido de izquierda.

Durante décadas, ser de izquierda en Colombia fue un término estigmatizado, casi sinónimo de ser guerrillero, o chavista, o con suerte, de ser un tremendo iluso. Cuando toda la región giró a la izquierda en la primera década del siglo XXI —Hugo Chávez, Evo Morales, Cristina Fernández de Kirchner, Michelle Bachelet, Lula da Silva— Colombia giró más a la derecha, eligiendo al expresidente Álvaro Uribe. Pero aunque la izquierda siempre tuvo un espacio muy reducido de oxígeno en la democracia colombiana, logró tejer un camino lentamente para llegar al poder. Petro ganó, en parte, recogiendo esos esfuerzos del pasado, de los que hizo parte Navas Talero, y muchos más.

Hubo cuatro momentos claves en la historia reciente antes de llegar a la elección de Gustavo Petro: la creación de la Constitución de 1991, la formación de nuevos liderazgos políticos, el proceso de paz del 2016, y el estallido social de los últimos tres años.

León Valencia es analista político y también militante de la izquierda, que en los años noventa dejó las armas después de estar con la guerrilla del ELN. “Yo fui comandante central y debo reconocer que los que siempre tuvieron en esa época mayor lucidez para actuar en democracia fueron los del M-19″, cuenta Valencia. El M-19 fue una de varias guerrillas que estaban activas en Colombia durante los años ochenta, y de la que hizo parte Petro. “Y los premió la historia, les dio un nuevo presidente”, añade Valencia.

Carlos Pizarro y Antonio Navarro Wolff en una imagen de archivo.
Carlos Pizarro y Antonio Navarro Wolff, líderes del M-19, firmaron un acuerdo de paz en 1990. Pizarro fue asesinado el mismo año. Navarro fue luego copresidente de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la carta política de 1991. CORTESÍA

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El camino hacia la democracia para la izquierda era casi imposible. Sus militantes no podían participar como partido durante el Frente Nacional —la época de 1957 hasta finales de los años setenta en la que solo el Partido Liberal y el Conservador se turnaban el poder. Simpatizantes en esas décadas se unieron a un grupo armado o militaron como ciudadanos fuera de los partidos, aunque en los años ochenta fueron duramente perseguidos por el estado. La Unión Patriótica, por ejemplo, un partido que había nacido en un proceso de paz con las FARC, fue eliminado por fuerzas del estado y paramilitares: fueron víctimas al menos 8.300 ciudadanos, 5.733 desaparecidos, de acuerdo a al tribunal de Justicia Especial para la Paz.

Ser candidato de la izquierda parecía ser una sentencia de muerte. Antes de las elecciones de 1990 fueron asesinados cuatro candidatos presidenciales: Bernardo Jaramillo y Jaime Pardo Leal de la Unión Patriótica, Carlos Pizarro, del desmovilizado M-19, y Luis Carlos Galán del Nuevo Liberalismo. Como escribió el historiador Pablo Stefanoni, que Petro haya llegado vivo a la presidencia de Colombia como candidato de izquierda, a pesar de estar seriamente amenazado, no es un detalle. “Llegar vivo y ganar, ya es pasar a la historia”, escribe.

El M-19, sin embargo, logró negociar un acuerdo de paz a finales de los años ochenta y generar nuevos liderazgos. A pesar de los ataques, la extinta guerrilla logró convertirse en un partido político de izquierda que fue la tercera fuerza en el proceso de escribir una nueva constitución: la del 91, que defiende un Estado Social de Derecho. Una constitución de corte más progresista que incluyó el derecho a la vivienda digna, a la salud, o a la vida.

“La Constitución del 91 fue una victoria de sectores progresistas”, dice Iván Cepeda, senador y militante de la izquierda cercano a Gustavo Petro. “Coincidió que en la historia hubo una victoria del campo llamado socialista, lo que implicó el surgimiento de una izquierda distinta, renovada, y otro tipo de liderazgos centrados en el espíritu de la constitución. Voy a nombrar, por ejemplo, la figura de Carlos Gaviria”.

Carlos Gaviria fue una figura central para la izquierda, primero como magistrado progresista en la nueva Corte Constitucional, y luego como el primer candidato presidencial que lograba competir contra los partidos tradicionales desde un partido de izquierda, el Polo Democrático Alternativo. En las elecciones del 2006 fue el segundo candidato más votado, después de Álvaro Uribe, y por encima del Partido Liberal.

“Gaviria era una figura que no venía del modelo soviético”, cuenta el senador Iván Cepeda. “Su discurso del cambio político estaba ligado a unas conquistas democráticas, como por ejemplo que en una sociedad exista el estado social de derecho, que los derechos fueran una realidad, que se defendiera el planteamiento social de la fundación del estado. Eso implicaba no monopolizar la propiedad, por ejemplo, y por eso es tan absurdo que a la izquierda se le acusara estos años de que queríamos expropiar a la gente —como se le acusó a Petro en esta campaña—, porque desde hace mucho la izquierda colombiana tiene una mirada reformista de la sociedad”.

Petro fue cofundador del Polo Democrático, un partido que luego logró llegar a la alcaldía de Bogotá, a la gobernación del departamento de Nariño, y logró consolidar una pequeña bancada en el congreso, entre otros cargos de elección popular. La izquierda del Polo se dividió ante un caso de corrupción contra dos de los líderes ―los hermanos Moreno― que denunció Gustavo Petro antes de separarse del Polo e irse a fundar el partido Colombia Humana. Años después, organizó el movimiento ganador en estas elecciones, el Pacto Histórico, donde están muchos de sus antiguos aliados.

Carlos Gaviria saluda a Gustavo Petro
Carlos Gaviria saluda a Gustavo Petro, durante el Congreso del Polo Democrático Alternativo en febrero de 2009, en Bogotá.OMAR VERA

Pero hubo un último elemento en este largo camino de la izquierda: el proceso de paz del 2016, con el que se desmovilizaron miles de soldados en la que era la guerrilla más grande del país, las FARC. “Si las FARC siguieran en la vida guerrillera, Petro no habría ganado nunca”, dice el analista León Valencia. “Porque se hubiera mantenido el discurso de la derecha, que fusiona izquierda con la guerrilla”.

Al ver el mapa electoral, es claro que las zonas que apoyaron el acuerdo de paz en 2016 —las que votaron sí al plebiscito, varias de las más afectadas por el conflicto armado— son las mismas que se movilizaron masivamente a votar por Petro: el pacífico y el caribe colombiano, el sur del país, y la capital, Bogotá.

En municipios como Timbiquí, en la costa pacífica del país y donde la mayoría de la población es afrocolombiana, Petro ganó con el 98% de los votos. “El voto negro le vota a la paz, el voto negro le vota al cambio, el voto negro le vota a una agenda de justicia social”, explicó después de la primera vuelta Ali Bantu Ashanti, director del colectivo de abogados Justicia Racial que ha hecho seguimiento a delitos electorales en estas elecciones. El apoyo electoral aumentó considerablemente en el Pacífico cuando Petro se alió con Francia Márquez como su fórmula vicepresidencial, una activista ambiental que ha sido víctima de la guerra y que representa los sectores más excluidos de la sociedad.

El pragmatismo del candidato en esta campaña para hacer alianzas, el haber apoyado al movimiento social de los últimos tres años, e incluso la desigualdad que generó la pandemia también jugaron a favor de Petro. Pero también esta larga historia de la izquierda que, a pesar de la violencia y las divisiones, no desapareció.

Navas Talero, el representante de Bogotá, concuerda que el momento actual está ligado a los esfuerzos iniciales del Polo, de Carlos Gaviria, de militantes de izquierda que fueron asesinados. Pero, añade, “creo que también tiene que ver con la perseverancia, y ahora ganamos gracias a la perseverancia de Petro”. Al día siguiente de la elección, le escribió un mensaje directamente al presidente electo. “Gustavo cumpliste tu sueño. Muy merecido el triunfo. Yo hice lo que pude pues tú eras la concreción de mi sueño de la izquierda”, escribió en Twitter. “El sueño se hizo realidad. Suerte Gustavo”

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Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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