Quién traicionó a Gustavo Petro... con los vídeos
La campaña duda entre una deslealtad interna o un espionaje de los organismos de seguridad del Estado como los responsables de filtrar las reuniones de los estrategas del candidato
¿Quién es el topo que ha traicionado a Gustavo Petro? Esa es la pregunta que más repiten estos días los involucrados en la campaña del candidato de izquierdas. Alguien ha filtrado a algunos de los principales medios de comunicación cientos de horas de reuniones en las que los estrategas de Petro discuten las líneas maestras de su candidatura a la presidencia de Colombia. Desde ese momento, se ha instalado en el petrismo el sospechosismo y la intranquilidad, justo en el momento en el que el candidato había recortado la ventaja en los sondeos de Hernández y parecía enfilar el camino a la victoria.
En un primer momento, tras lo publicado por Caracol Radio, Semana y El Tiempo, los asesores pensaron que se trataba de una traición interna. El petrismo, hace cuatro años, era un movimiento muy monolítico compuesto por fieles que se habían congregado alrededor de la figura del exalcalde de Bogotá. Casi todos se conocían entre sí y eran cercanos al líder. Aquel proyecto unipersonal se estrelló contra el que hoy es el presidente, el conservador Iván Duque. La conclusión de los que vivieron la derrota es que Petro debía ampliar sus alianzas y sumar corrientes políticas de otras sensibilidades. Ahora mismo, entre quienes le rodean hay gente que viene del centro, la derecha moderada y hasta del uribismo.
Este movimiento se llama Colombia Humana y en él está el petrismo puro, el de los orígenes, y los que se han ido añadiendo después. Gran parte de la fortaleza electoral de Petro, que ha sacado en primera vuelta el mejor resultado de un candidato progresista en la historia, proviene de esta unión. Entre ellos, los nuevos y los viejos, existe en ocasiones cierta rivalidad por ser quienes aconsejan a Petro o sencillamente por ocupar los puestos de más poder. Lo primero que ocurrió cuando se filtraron los vídeos es que unos y otros se miraron con desconfianza. Se llegó a pensar que el topo era alguien descontento con el nuevo rol que le había tocado en estas elecciones.
Es más: circuló en grupos de WhatsApp que el encargado de organizar esas reuniones que han visto la luz era el responsable. El administrador, concluyeron, es el que puede grabar las sesiones de Zoom. “Esa persona no ha sido, imposible. Es una teoría que queda refutada con las pruebas”, asegura alguien que aparece en los vídeos. Con el pasar de las horas, el equipo de campaña ha analizado las grabaciones y ha descubierto que empiezan en julio de 2021, hace casi un año. Y no todas las imágenes corresponden a la plataforma de Colombia Humana. Detrás de esos vídeos, comienzan a pensar y así lo ha dicho en público Petro, se encuentra un enorme poder técnico que, según su hipótesis, solo tienen los organismos de seguridad del Estado.
Están convencidos de que ningún particular puede invertir once meses de espionaje en diferentes plataformas, recopilar todo ese material y, llegado el momento –poco más de una semana para que los colombianos acudan a las urnas–, entregarlo en secreto a grandes medios de comunicación. Su sospecha es que se trata de un caso de espionaje estatal. En las grabaciones que se han publicado por ahora no se intuyen delitos electorales evidentes. En ellas se ve a sus asesores comentando cómo desacreditar al candidato de la derecha, Fico Gutiérrrez, o cómo contener una noticia sobre un supuesto escándalo carcelario que no le pasó factura en su momento.
La campaña rival, la del empresario de la construcción Rodolfo Hernández, quiere hacer ver que esas reuniones demuestran una actuación criminal de los asesores de Petro para acabar con sus rivales. Otros expertos en comunicación política señalan que son conversaciones naturales e informales entre unos asesores que no saben que les están grabando. El candidato ha dicho que dimitirá si en algunos de esos vídeos que están por publicarse en los próximos días aparece él pidiéndole a uno de sus estrategas que cometa algún delito.
El jefe de debate de Petro, Alfonso Prada, ha presentado una denuncia por las grabaciones ante la fiscalía general por violación a la intimidad, reserva e interceptación de comunicaciones. Los asesores han comparado esta filtración con el Watergate. Por ahora, nadie sabe a ciencia cierta quién está detrás de esta filtración masiva que protagoniza el final de la campaña. Su impacto está por conocerse. En los sondeos diarios que se publican no se ha visto reflejado un descenso brusco en la intención de voto a Petro. Desde la campaña, se cree que en realidad no tienen tanto impacto fuera de la burbuja en la que se crea entre políticos y medios de comunicación.
Más allá del contenido y su impacto, lo que queda claro es que existe una guerra entre campañas. En mitad de la primera vuelta, el candidato de la derecha, Fico Gutiérrez, mostró un micrófono que según él habían encontrado en su despacho. El jefe de la policía de Colombia, con actitud grave, se hizo cargo de la investigación y puso a sus hombres a trabajar en el caso. Hasta el día de hoy no se han arrojado conclusiones policiales. Fico acusó a Petro sin pruebas de estar detrás de aquel espionaje. Ahora, Fico ha celebrado que sus rivales hayan sufrido lo que él denunciaba como una intromisión inaceptable.
Las interceptaciones de comunicaciones son un deporte nacional en Colombia. Se conocen como chuzadas. A menudo se encuentran detrás las fuerzas de seguridad del Estado. El episodio más famoso fueron las chuzadas del DAS, cuando políticos de la oposición, magistrados de la Corte Suprema de Justicia, defensores de derechos humanos y periodistas fueron víctimas de espionaje por parte del Departamento Administrativo de Seguridad –una suerte de CIA colombiana– en el final del Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010). Una de las víctimas más notorias fue precisamente Petro, por entonces congresista. Ese escándalo fue de tales dimensiones que provocó la desaparición del DAS en favor de la Agencia Nacional de Inteligencia.
Los espionajes continuaron incluso después de que el DAS quedara borrado del mapa. En medio de los diálogos con las FARC, los negociadores de paz fueron espiados. Incluso se dio a conocer la existencia de una red de espionaje que aprovechaba los equipos de la Fiscalía para vender sus servicios al mejor postor. También se hallaron en su momento dos micrófonos en el despacho del magistrado de la Corte Suprema que investigaba el caso del expresidente Uribe y más recientemente, a finales del 2021, el entonces jefe del ejército, el general Nicacio Martínez, ordenó escuchar ilegalmente a políticos, periodistas, magistrados y analistas. Martínez fue retirado de su cargo. Ahora queda saber quién está detrás de las grabaciones al equipo de Petro, si un topo que traicionó al líder de izquierda o si se esconde una conspiración mayor.
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