Pipe Q-Ida: la voz de los bosques amazónicos

Felipe Henao sueña con convertir la Amazonía en un bosque digital, que se pueda monitorear árbol por árbol, para que el mundo ayude aún más en su conservación

Felipe Henao en un bosque de la Amazonía
Felipe Henao en un bosque de la AmazoníaArchivo particular

Contra todo pronóstico, Felipe Henao, de 29 años, se ha convertido en un agente de cambio en la Amazonía colombiana. En su infancia, cuenta, las posibilidades de un proyecto de vida giraban alrededor de actividades como la ganadería o la siembra de coca, que profundizan el problema de la deforestación en la región. Sin embargo, y más por empuje propio que otra cosa, forjó un camino que le ha permitido recuperar más de 500 hectáreas de bosque, proteger otras 1.800 con la siembra de 55.000 árboles y trabajar a fondo en la conciencia ambiental de los niños y jóvenes del departamento de Guaviare.

Es que Pipe Q-Ida (@pipeq_ida), como se le conoce en redes sociales, se ha dedicado desde que tenía 11 años al activismo ambiental, en contra incluso de las aspiraciones de su propia familia. Sus padres son colonos que llegaron a Calamar, un municipio del Guaviare, desde Antioquia y Quindío, atraídos por la promesa de una tierra rica en oportunidades. “Ellos se dedicaron al cultivo de coca, especialmente mi padre. De hecho, la primera herencia que me dejó fue una hectárea de tierra para sembrar coca y arrancar mi vida, cuando tenía 9 años”, relata.

En las fincas, porque tenían tres, trabajaban su papá, indígenas de la zona y mayordomos y jornaleros del interior del país. Todos le enseñaron sobre el bosque, las plantas que lo conforman y las especies que lo habitan. Cuando las fumigaciones del Plan Colombia acabaron con sus cultivos, y sus padres perdieron todo a manos de los grupos armados que operaban en el departamento, se dio cuenta de que era necesario hacer las cosas de otra manera.

Desde entonces, este entusiasta sin par combina las que considera son sus dos pasiones: el ambientalismo y la comunicación. Según cuenta, mientras cursaba el bachillerato hacía viajes de 12 horas hasta San José del Guaviare para tener acceso a Internet y descargar videos, libros y documentos sobre temas ambientales, que después socializaba con sus compañeros en Calamar. También creó la primera emisora del pueblo y, posteriormente, fundó el canal de televisión local, Telecalamar Siempre Contigo.

“Entiendo que sentarse una hora a hablar del medioambiente, de los ecosistemas, de la Amazonía, puede aburrir a cualquiera. Por eso creo que por medio de las comunicaciones puedo transmitir pasión, amor y sentido de pertenencia, porque quienes escuchan aprenden desde las ganas de hacer algo”.

Por eso, en 2016 creó Pipe Q-Ida, un proyecto para niños y jóvenes que inició con el propósito de hablar de medioambiente y de los ecosistemas del Guaviare. Lo transformó en 2018: la declaratoria del Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete como patrimonio mixto de la humanidad por parte de la Unesco lo hizo pensar en que tenía que convertir a su audiencia en guardiana de la que es considerada una extraordinaria gema cultural y natural del mundo.

“Parques Nacionales y Carlos Castaño Uribe ―el antropólogo que descubrió lo que es hoy la reserva― crearon Guardianes de Chiribiquete para recaudar fondos para la conservación del parque, pero eso no ha funcionado mucho porque es una campaña institucional y la gente de estos territorios no le copia a eso. Entonces, les pedí que me permitieran ser el embajador de la iniciativa y convertirla en una estrategia de la comunidad”, explica.

Con ello, y entendiendo que el parque, de 4,2 millones de hectáreas, colinda con Calamar –dice él que es su patio–, también surgió la Escuela Guardianes del Bosque, un proyecto que enseña sobre la relevancia de la reserva y temas relevantes como ambientalismo, activismo, liderazgo, acuerdos internacionales y comunicaciones a los niños y jóvenes del departamento, con apoyo de expertos internacionales, ONG y empresas privadas.

El proceso siempre finaliza con siembras de árboles y ha dejado al menos 600 niños y niñas graduados. Muchos de ellos, cuenta, se dedican ahora a estudiar ingeniería ambiental o a coordinar labores de protección de los ecosistemas locales en sus colegios y comunidades.

Con todo, el joven activista sigue pensando en nuevas maneras de generar impacto: “Creo que no nos podemos quedar en sembrar árboles, que es lo más fácil. Hacerlos crecer y sostenerlos es una tarea maratónica que nos debe poner a reflexionar. Uno de mis grandes sueños es convertir la Amazonía en un bosque digital, que se pueda monitorear árbol por árbol y que pueda llevar a los mercados, para que la gente pueda ayudar a la conservación”.

Hoy, su optimismo y su empuje se contagian en el hogar. Su papá, que recuperó una de las fincas, decidió proteger 600 hectáreas de bosque; con sus hermanos, uno que trabaja en una petrolera y otro que sueña con ser ganadero, mantiene un diálogo constante para que hagan su trabajo de la manera más sostenible.

“Cuando me di cuenta de que podía cuidar el ambiente con mi padre, mi madre y con mis hermanos, me sentí todavía más capaz de hacerlo con la gente y, ahora, con mi pareja y con mis hijos”, concluye.

Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.

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