Carlos Lasso, el Indiana Jones de la biodiversidad

El biólogo, nacido en España y adoptado hace 14 años por Colombia, es el mayor experto en ecosistemas de ríos subterráneos, cuevas sumergidas y acuíferos que existe en el país

Carlos Lasso
El biólogo Carlos Lasso.Felipe Villegas

La vida del biólogo Carlos Lasso es la de un científico que está siempre (o casi siempre) en campo. Dice que su tiempo encerrado entre cuatro paredes, rodeado de instrumentos y microscopios ya pasó. Su pasión es explorar cuevas, caminar selvas, remontar condiciones difíciles, inventar artefactos para poder explorar, sumergirse en aguas profundas. Su especialidad, dice, son los “bichos raros”.

En las últimas semanas estuvo en San Andrés, buscando a un camaroncito cavernícola que está en peligro crítico de extinción; en el río Guayabero, en el Guaviare, explorando los peces existentes en la parte baja de la cuenca del río Orinoco, a la altura de una vereda llamada Bocas del Raudal; y en estos días anda en las montañas del Peñón, en Santander, acompañando, como investigador sénior del Instituto Alexander von Humboldt, a una expedición italocolombiana que hará un documental sobre un pez cavernícola ciego que él descubrió.

Usa sombrero, camisas de color crema y pantalones cafés, y proyecta esa imagen de un Indiana Jones que se vino a estudiar y a documentar estas tierras. En su haber tiene el descubrimiento de decenas de especies, pero ya perdió la cuenta. Su acento es una mezcla de español, venezolano y colombiano, países que considera suyos. Nació en Madrid hace 60 años y ha vivido 14 de ellos en Colombia, todos como investigador sénior del Instituto Humboldt.

Aquí ha tenido grandes oportunidades como científico, pero también como ser humano. “Independiente de la biodiversidad, de los paisajes, de los lugares recónditos, de las cavernas, de las cumbres altoandinas, de la selva, he podido conocer a muchísima gente y eso es lo que más me gratifica. Tengo increíbles redes de contacto a lo largo y ancho del país que me permiten investigar y apoyar las necesidades de las comunidades”, dice Lasso, en una parada relámpago en Bogotá.

El biólogo Carlos Lasso.
El biólogo Carlos Lasso.Felipe Villegas

Le insistieron mucho para que se viniera a trabajar al Humboldt y liderara las investigaciones en recursos hidrobiológicos de los ríos y demás cuerpos de agua dulce, pero siempre decía que no.

De familia andaluza, Lasso llegó a Caracas a los 14 años. Echó raíces, estudió biología en la Universidad Central e hizo su vida profesional explorando las selvas del Orinoco. En 2009, cuando llevaba 20 años en Venezuela y desde Colombia le hacían guiños permanentes para que se viniera a trabajar, las cosas empezaron a complicarse. Un jueves, lo recuerda muy bien, intentaron atracarlo, le golpearon la cabeza y le dispararon. “Esas señales me mostraron que tenía que irme. Una semana después estaba aterrizando en Bogotá”, recuerda.

Desde ese momento ha hecho innumerables aportes al conocimiento de la biodiversidad que tienen las aguas colombianas. Su primera publicación, escrita con otros colegas, fue un catálogo de 800 páginas de todos los recursos pesqueros de Colombia. Poco tiempo después lideró, junto con otros 30 profesionales, una expedición por los ecosistemas de la cuenca del río Orinoco, que cubrió Colombia, Venezuela y Guyana. En los años que lleva en el país se ha consagrado como el mayor experto en ecosistemas de ríos subterráneos, cuevas sumergidas y acuíferos, y también se ha especializado en peces raros de profundidad y ha creado sistemas para rastrearlos e identificarlos.

Con 35 libros en su haber, en los que ha sido editor o autor, Lasso es un científico que está por encima del bien y del mal. Ya no le importa ponerles nombres a los peces que descubre o publicar artículos especializados. Ahora le interesa escribir textos divulgativos sin abandonar el rigor científico y prefiere compartir la autoría con indígenas, pescadores o miembros de las comunidades. Para él, quienes viven en la selva o en los diferentes parajes de la Colombia profunda poseen invaluables conocimientos que pocos valoran y reconocen.

La vida aventurera e investigativa le ha pasado factura con un costo muy alto. Ha contraído innumerables enfermedades tropicales, infecciones por hongos y bacterias, ha padecido cuatro o cinco veces malaria y otras tantas veces paludismo (incluido el cerebral). Hace poco contrajo una histoplasmosis en unas cavernas en Providencia, lo que le impide sumergirse en grandes profundidades porque sus pulmones ya no son los mismos.

Pese a todo, no abandona su pasión de recorrer este país, de investigar y de documentar. En la actualidad, de la mano de médicos, trabaja en la primera guía biomédica del país para tratar accidentes generados por animales acuáticos, desde mamíferos hasta invertebrados, y los últimos tres años ha estado dedicado a un libro en coautoría con el descubridor de Chiribiquete, Carlos Castaño Uribe: “Para reconstruir 20.000 años para acá de qué especies pintaron esos paleoindígenas en las paredes, si están vivas o no, si se extinguieron en el pleistoceno, en la Edad de Hielo. Somos un biólogo, un arqueólogo y un antropólogo; estamos juntos, pero no revueltos”.

*Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS