Los muertos del ministro de salud (bis)
Retomo una columna de hace año y medio porque si Guillermo Alfonso Jaramillo fuera médico de verdad, y no un político con título de médico, hace mucho tiempo habría abandonado el barco


En noviembre de 2023 en este mismo espacio escribí lo siguiente:
“Es innegable que el sistema de salud colombiano debe ser reformado. Es algo justo y necesario. Pero hay que ver si el doptor Jaramillo quiere la reforma para salvar vidas o simplemente para anotarse un cañonazo político. Por el momento la evidencia muestra que su interés está en lo segundo y no en lo primero, pues el ejemplo de estos medicamentos desabastecidos o el hecho de que no sea capaz de explicar como va a ser la transición para los pacientes con enfermedades crónicas (aquellos que sobreviven gracias a tratamientos ininterrumpidos) manda una señal lamentable: vienen muertes, muchas muertes”.
No me equivoqué. Y a pesar de que ello se podía anticipar desde hace por lo menos un año y medio, nadie hizo nada. El ‘doptor’ Guillermo Alfonso Jaramillo sigue en el ministerio de salud moviendo los hilos invisibles de una reforma impuesta a las malas y de paso los hilos invisibles de la Superintendencia de Salud de donde sacaron a sombrerazos a la única persona que iba a mostrarle al país el repugnante entramado corrupto que han creado políticos y empresarios del sector para desangrar el sistema que debería salvarnos.
Sería bueno que el ‘doptor’ Jaramillo nos contara qué hacía Guillermo Grosso, condenado por corrupción por el escándalo Cafesalud, en las reuniones técnicas del Fomag relacionadas con el sistema de salud de los profesores que, por demás, se acerca a cumplir un año funcionando en muchos casos peor que el anterior. Así mismo, sería bueno saber si el Estado derogó el derecho a la salud contemplado en la constitución que, mal que bien, se venía garantizando, pues el garante de los derechos ahora simplemente se convirtió en un endosador que repite todos los días: “a mi no me mire, es culpa de las EPS”. Como si el contrato social de los colombianos fuera con las EPS y no con el Estado. Como si ahora el Estado fuera un pelele incapaz de solventar las situaciones adversas cosa que sí hizo los últimos 30 años. Una cosa es cambiar el sistema de salud por uno mejor y otra muy distinta es joderle la salud a todo el mundo para luego ofrecer cualquier cosa que será bienvenida en medio de la tragedia.
Retomo la columna de hace año y medio porque sí Guillermo Alfonso Jaramillo fuera médico de verdad y no un político con título de médico, hace mucho tiempo habría abandonado el barco que abandonó a los colombianos con el embuste de salvar a los colombianos. Si a Jaramillo le dolieran los pacientes y la plata de la salud no habría dejado echar a Luis Carlos Leal de la Superintendencia sino que habría ayudado a avanzar en una investigación necesaria que hoy es acallada por Casa de Nariño.
Es penoso ver que aquellos que gritaban a voz en cuello “nos están matando” sean ahora los responsables de muchas más muertes que las que se achacan al gobierno Duque durante el estallido social. Es irónico ver a los estandartes de la lucha contra la corrupción convertidos en el escampadero los corruptos de siempre. Es triste saber que aquellos que dicen que luchan por los derechos de los colombianos han llegado a eliminar lo poco garantizado con la excusa de que ahora sí se podrá gozar de una vida mejor. Ya lo vemos con la salud. ¿Terminarán concretando la amenaza del presidente contra el Congreso? ¿Van a cercenar la democracia? ¿Qué dictaminará el ‘doptor’ Jaramillo, hoy convertido en Ministro de la Negación?
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