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El dilema del centro se acentúa con las marchas contra Petro

El sector con más apoyo en la sociedad y menos en las urnas busca un rumbo para ser una alternativa real de poder

Personas se reúnen en la Plaza Bolívar de Bogotá para manifestarse, el 21 de abril.
Personas se reúnen en la Plaza Bolívar de Bogotá para manifestarse, el 21 de abril.Juancho Torres (Getty Images)
Juan Pablo Vásquez

En una manifestación se está o no se está. La derecha ciertamente hizo presencia en la jornada de marchas de este domingo en rechazo del Gobierno de Gustavo Petro. Sus líderes —con la notoria excepción del expresidente Álvaro Uribe— salieron a las calles, con pancartas y consignas en contra del presidente. No fue ninguna sorpresa, era lo que sus votantes esperaban. En cambio, los políticos del centro político, que también han tomado distancia de la Administración y se oponen a algunas de sus reformas, enfrentaban una disyuntiva: unirse a las protestas, corriendo el riesgo de que se les vincule con sectores de derecha; o no participar, reafirmando el prejuicio de su “tibieza” e incapacidad para sentar posiciones. La respuesta fue ambigua. Algunos salieron y otros prefirieron mirar desde la barrera, expresando en redes sociales su apoyo a las movilizaciones. Ante la falta de un liderazgo claro y la multiplicidad de fuerzas y partidos, el fantasma del desastre electoral de 2022 y la ausencia de consensos no se han disipado aún.

Más que con la derecha y la izquierda, los colombianos se identifican con el centro, como muestran los recientes resultados de la encuesta de cultura política del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). El 40,3% de la población se ubica a sí misma en el centro. La proporción es muy superior a la de aquellos que se sienten representados por la derecha (23,9%) y la izquierda (13,3%).

La afirmación es sorpresiva, especialmente porque en las últimas dos elecciones presidenciales el centro fue derrotado con Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín, como su candidato. El fracaso en 2022 fue especialmente fuerte. Su votación empeoró considerablemente. Mientras que en 2018 fue tercero y obtuvo 4,6 millones de votos, quedando a menos de 260.000 de pasar a la segunda vuelta, en 2022 consiguió solo 885.291 y a duras penas superó el umbral del 4% para asegurar la reposición de votos.

Sergio Fajardo en entrevista con el diario EL PAÍS,  en Bogotá, el 9 de junio de 2022.
Sergio Fajardo en Bogotá, el 9 de junio.Diego Cuevas

Pero las cifras de la encuesta de cultura política recuerdan que no es imposible un ascenso de fuerzas ubicadas más al centro, entre el actual presidente de izquierda, Gustavo Petro, y las fuerzas uribistas de la derecha. Si bien la identificación ideológica con las mayorías no siempre se traduce en un apoyo irrestricto en las urnas —como lo demuestran los comicios presidenciales—, aprovechar la desaprobación del Gobierno y emerger como una alternativa de poder puede incrementar sus posibilidades. Ese escenario tuvo lugar en 2022, cuando había un presidente de derecha con poca popularidad, como Iván Duque, pero en ese entonces Petro, en su condición de congresista, era un líder indiscutible en la izquierda. Ahora la derecha, escindida y sin cabeza, no tiene una fuerza semejante. Por eso las posturas que desde temprano tomen las figuras de centro ante la presente coyuntura, sobre todo viendo el poder de convocatoria de las manifestaciones, será clave para dictaminar sus posibilidades de éxito en 2026.

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Algunos decidieron salir a las calles. Fajardo participó de la jornada en Bogotá, donde vive, y no en su natal Medellín, una ciudad en la que las marchas fueron realmente masivas, y mucho más uribistas. “Vine a la marcha en representación de los que estamos inconformes con el Gobierno y que queremos construir una Colombia distinta por fuera de los extremos”, publicó en su cuenta de X. También participó Alejandro Gaviria, exministro de Educación de la actual Administración y precandidato del centro en 2022, quien salió a marchar en la capital del país con organizaciones de médicos y pacientes. Fue precisamente su oposición a la reforma a la salud lo que desembocó en su salida del gabinete de Petro, a solo seis meses de haber tomado posesión del cargo. Una posición diferente asumió Claudia López, exalcaldesa de Bogotá, quien no marchó a pesar de que asistió el sábado a la Feria del Libro de la ciudad para presentar un libro sobre la parapolítica del que es coautora. Se limitó a apoyar las movilizaciones desde sus redes sociales. “La gran mayoría de colombianos estamos frustrados y preocupados con la criminalidad envalentonada, la división constante y la falta de solución y Gobierno a las preocupaciones de la ciudadanía”, aseveró.

Para Sergio Guzmán, fundador de la consultora Colombia Risk Analysis, los líderes del centro “parten de una desventaja” en medio de un ambiente de marchas y fastidio con el Gobierno. “No se sienten a gusto en un entorno súperpolarizado porque encuentran pocas oportunidades para convocar a la gente. Es mucho más fácil apelar a los peores instintos del electorado, como lo hacen algunos sectores radicales, y decir que todo lo que se está haciendo está mal. Ahí el centro la tiene difícil porque sus críticas al presidente son puntuales”. Advierte que la falta de acuerdos, como consecuencia de su amplitud ideológica, les pasa factura en momentos en los que el electorado prefiere actitudes contundentes. “Están todavía en busca de elementos que convoquen a nivel nacional y que los distinga, tanto en fondo como en forma, del Centro Democrático [el partido fundado y encabezado por Álvaro Uribe] y otras fuerzas”.

Yann Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, resalta que la anchura del centro complica crear un proyecto político común, como pueden hacerlo partidos políticos que giran alrededor de líderes como Gustavo Petro o Álvaro Uribe. Las marchas del domingo, dice, muestran esta particularidad. “El centro es un espacio grande en el que están todos los que no se reconocen en el actual Gobierno de izquierda ni en el uribismo. Ahí hay mucha diversidad, al punto de que es difícil delimitar el centro y quizá sea más correcto hablar de los centros”. Señala que la propia naturaleza del centro, distante a caer en absolutos, choca con las movilizaciones. “Una marcha es un mecanismo que no permite matices. Por eso hay muchos conflictos de interpretación sobre el significado de ella entre los que participan, que no quieren ser identificados con una u otra posición”.

Daniel Duque, exconcejal de Medellín del centrista Alianza Verde, asistió a la marcha en la capital antioqueña. Pese a que la ciudad es un fortín del uribismo, Duque marca distancia de un sector al que ha criticado a lo largo de su carrera política y hace énfasis en la necesidad de que el centro tome un rol más protagónico, personificando una tercería ante las fuerzas dominantes. “En Colombia está empezando a hacer carrera que uno tiene que estar 100% de acuerdo o en desacuerdo. Y no. El centro tiene esa característica, que toma aspectos de un lado u otro dependiendo de las circunstancias. Por eso no somos de izquierda ni de derecha. Por eso no somos del Centro Democrático ni del Pacto Histórico. Somos una opción distinta”. Reconoce que eso puede representar un obstáculo de cara a futuras elecciones. “En todo el mundo está creciendo electoralmente quien más demagogia y populismo haga. Eso no puede significar que nos rindamos de hacer política y nos retiremos”, comenta.

Hace dos años, en las votaciones que concluyeron con la victoria de Gustavo Petro, el centro fue de más a menos. La coalición que reunió a sus candidatos prometía atraer suficientes votos para pelear la Presidencia, pero terminó resquebrajada y dividida. Algunos de sus miembros se declararon de entrada en oposición, como Fajardo; otros, como Gaviria, le dieron una oportunidad a la entrante Administración. Ahora todos parecen coincidir alrededor del rechazo al presidente, pero no es claro en qué más. Su falta de cohesión en la jornada de marchas no es el mejor de los augurios.

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Juan Pablo Vásquez
Es periodista de la edición colombiana de EL PAÍS. Nació en Bucaramanga, Santander. Anteriormente se desempeñó como periodista judicial en 'Revista Semana' y de investigación en Caracol Radio y 'Cambio'.
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