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La derecha sigue ganando adeptos y aumenta la presión para el Gobierno de Petro

Según una encuesta estatal, quienes se consideran simpatizantes de la derecha pasaron de 17,9% en 2021, el año del estallido social, al 23,9% en 2023

En política, los logros no se pueden confundir con conquistas definitivas. El impulso que tuvo la izquierda en Colombia en las elecciones de 2022, tras el estallido social del año 2021, está en la que podría considerarse una fase crucial de prueba. La derecha, representada especialmente en el uribismo, y golpeada por el cierre de la administración de Iván Duque con una imagen desfavorable del 61%, ha recuperado adeptos. El grupo de personas que se autoidentifican de derecha creció del 17,9% en 2021, el año del estallido, al 23,9% en 2023, un aumento de 6 puntos porcentuales, según la encuesta bienal de cultura política que realiza el estatal Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE).

El estudio Polimétrica de la encuestadora privada Cifras y Conceptos de diciembre pasado ya mostraba un giro después de transcurrido el primer año y medio de gobierno del presidente Petro. Ese sondeo reflejó que la derecha estaba en su mejor momento desde 2019, con un 33% de personas identificadas con esa corriente. La cifra era casi tres veces más alta que la de septiembre de 2021. Además de estos datos, los resultados de las elecciones regionales de octubre evidenciaron un respiro para el uribismo. El mayor triunfo fue la reconquista de Medellín y Antioquia, la cuna de esa fuerza política. En regiones como Santander, Meta, Tolima y San Andrés, la derecha en general concentró un gran poder local.

El politólogo y profesor de la Universidad del Rosario, Yan Bassett, explica que el vínculo ideológico con la izquierda o la derecha va más allá de la popularidad de un político o de una coyuntura, pero los cambios pueden responder a la aprobación o desaprobación del gobierno de turno. “Creo que hay una reacción frente a la impopularidad del presidente Petro, que se ve en una favorabilidad de más o menos el 30%. Hay menos gente atraída por la izquierda, y más gente pasando en reacción a la derecha. Es el movimiento inverso a lo que observamos en el pasado Gobierno”, afirma.

El gerente de Cifras y Conceptos, César Caballero, coincide: “Normalmente, cuando el gobierno es de derecha y la gente está inconforme, rechaza a la derecha, y viceversa. Lo natural es que haya una actitud contestataria particularmente entre los jóvenes frente a quien esté gobernando. El presidente actual ha tomado la mala decisión de transmitir sus mensajes frente a la gente que lo eligió y el resto del país no se siente incluido”.

Precisamente entre la población joven, que fue protagonista en las protestas de hace tres años, la inclinación hacia la derecha se expresa de manera más clara. En dos años y medio, el incremento que se observa en el Estudio de Percepción de Jóvenes ha sido gradual hasta escalar al 37% en octubre de 2023, 30 puntos porcentuales por encima del 7% de mayo de 2021, en tiempos del estallido social. La foto ha cambiado radicalmente.

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El representante a la Cámara del Pacto Histórico, David Racero, descarta que las cifras obedezcan a un desgaste del Gobierno, que ha empleado buena parte de su capital político en sacar adelante la reforma a la salud, además de la laboral y la pensional, así como su iniciativa de paz total, una negociación simultánea con grupos armados ilegales que no ha ayudado a cesar las acciones violentas contra la población civil. Para el congresista, se trata más bien de un comportamiento natural en un país con una influencia hegemónica de la derecha. “No es de extrañar que aún hoy, con un Gobierno de izquierda, culturalmente la gente se perciba de derecha. Una cosa es lo que puede ocurrir en momentos electorales como en 2022, una apertura democrática, un momento de fisura que fue aprovechado por Gustavo Petro y el Pacto Histórico, pero los procesos culturales se demoran más tiempo”, asegura.

Mientras la derecha crece, la izquierda permanece relativamente estable, con un 13,3% de simpatizantes, solo un 0,7% menos que en 2021. Esto, según Bassett, se debe a que el Gobierno se ha empeñado en cuidar sus bases, aunque no las amplía. “Esto de llamar todo el tiempo a la movilización social, escuchar las organizaciones de base, las asambleas, etcétera, de cierto modo alimenta las bases del Gobierno, pero evidentemente son bases minoritarias”, señala el experto.

Algo similar opina el senador de centro y exjefe negociador de paz con la antigua guerrilla de las FARC, Humberto de la Calle. “Cuando Petro entre en fase de rendición de cuentas, su juez más implacable será la misma izquierda. Su dilema es entre el “todo o nada” o consolidar logros parciales. Pero no está dando frutos la técnica del Pacto: usar el linchamiento frente a amplios sectores que le reconocen a Petro su genuino deseo de cambio pero rechazan métodos de corte neofascista para anular el pluralismo”, escribió en X.

Además de ampliar las bases que lo apoyan, el Gobierno tiene el reto de mostrar eficiencia en la inversión de los recursos públicos en un país con necesidades crecientes, donde casi cuatro de cada diez personas viven en condiciones de pobreza. La ejecución del Presupuesto General de la Nación (exceptuando los pagos de deuda) cerró en 86% el año pasado, cuatro puntos porcentuales por debajo del promedio histórico. “Deben concentrarse en gobernar y en ejecutar el presupuesto. No pueden tener cero ejecución en el Ministerio de Igualdad en el cuarto mes de este año, por ejemplo”, cuestiona Caballero.

Sin embargo, Racero confía en que este sea el año de mostrar más resultados y “de gasolina para el próximo año preelectoral”. “El futuro del Pacto Histórico, del bloque progresista, depende mayoritariamente de la gestión del gobierno del cambio, de lo que realice y de los resultados. En eso no podemos mentirnos. Si este Gobierno cambia para bien la vida de las personas ahí se tendrán las mejores condiciones para la continuidad de este proyecto”, reconoce el congresista. También estima que las apuestas se han inclinado al sector rural, pero no han tenido impacto en las clases medias urbanas, donde se puede estar generando el costo de valoración para el Gobierno.

En todo caso, la apreciación de la opinión pública marcará el rumbo político del país de cara al 2026. “Lo más probable es que el desempeño del Pacto Histórico y de sus aliados no va a ser igual al de 2022, va a sufrir un retroceso. Eso no significa que la derecha vaya a llegar, sino que el Pacto va a tener dificultades para mantenerse como el partido más votado, por ejemplo, en el Senado”, agrega el gerente de Cifras y Conceptos.

También será un tiempo determinante para los partidos de centro, un sector que, pese a haber descendido 3,6 puntos porcentuales en la más reciente encuesta de cultura política, sigue teniendo preferencias mayoritarias con el 40,7%, lo que muestra que el país no necesariamente está sumergido en la polarización, aunque las votaciones de 2022 señalen algo diferente. “Parte de lo que han hecho la izquierda y la derecha es que tienen líderes visibles. El centro no ha logrado emocionar, ni movilizar a sus votantes”, concluye Caballero.

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