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“Nadie hace nada”, la crítica tras un fin de semana de violencia en los estadios

Este año vence el plazo de ejecución del Plan Decenal de Fútbol, que prometía erradicar los desmanes. El Gobierno reconoce que cerca del 90% de su contenido no se cumple

Hinchas de Millonarios durante un partido en Bogotá, en 2019.
Hinchas de Millonarios durante un partido en Bogotá, en 2019.Vizzor Image (Getty Images)
Juan Pablo Vásquez

El sábado 16 de marzo, por la decimosegunda jornada de la Liga Betplay, Deportes Tolima controlaba el partido e iba en ventaja. A los cinco minutos había abierto el marcador gracias a un disparo inatajable de Yeison Guzmán, su volante de creación y principal figura, quien aprovechó un error defensivo de Independiente Santa Fe, el cuadro local. El estadio Nemesio Camacho El Campín, en Bogotá, albergaba su mejor asistencia en lo que va del 2024, casi 30.000 espectadores. Cuando faltaba poco para que finalizara el primer tiempo, el encuentro tuvo que suspenderse a raíz de unos desmanes en el costado norte del escenario deportivo. Las cámaras registraron a un grupo de hinchas del Tolima saltando las barandas de su tribuna para intimidar a los seguidores de Santa Fe que se encontraban en la grada vecina, a unos pocos metros. La Policía intervino para evitar una riña y capturó a cuatro sujetos.

Al día siguiente, decenas de seguidores de Millonarios causaron estragos en el barrio Moravia, en Medellín, después de que su equipo empatara con Envigado, equipo que juega en el municipio homónimo y está conurbado con la capital de Antioquia. Antes del partido, las autoridades habían informado sobre la incautación de navajas, machetes y drogas en los filtros de seguridad del evento. Solos unas horas después, a 400 kilómetros de distancia, en el estadio Palmaseca de Palmira, Valle del Cauca, seguidores del Deportivo Cali invadieron el terreno de juego mientras su equipo perdía por la mínima con el colero Patriotas de Boyacá. En redes sociales permanecen los videos de cómo en las tribunas se desataron peleas entre los propios hinchas de la escuadra caleña.

Dos de los políticos que más han trabajado alrededor del barrismo en Colombia son los representantes a la Cámara Daniel Carvalho, del partido Verde Oxígeno, y Juan Sebastián Gómez, del Nuevo Liberalismo. Independientes frente al Gobierno, son apasionados por el fútbol. El primero es hincha del Deportivo Independiente Medellín (DIM) y el segundo del Once Caldas de Manizales, equipos que se enfrentaron en la última fecha del torneo y cuyas hinchadas protagonizaron un inusual episodio de camaradería. Con la participación de grupos musicales y colectivos feministas que pertenecen a ambas barras, organizaron un espectáculo a las afueras del estadio Atanasio Girardot de Medellín, que se extendió a lo largo del encuentro. La Secretaría de Convivencia aplaudió el caso de fraternidad en sus plataformas digitales.

La pacífica interacción de estas barras, sin embargo, se vio opacada por los acontecimientos violentos que se originaron en los otros partidos. Carvalho, en conversación con EL PAÍS, afirma que las administraciones locales deben estar dispuestas a invertir recursos a largo plazo para implementar iniciativas de paz y convivencia que involucren a los miembros de las barras de los distintos equipos, incluyendo aquellos que no sean de la propia ciudad. Se refiere al acto que desembocó en los altercados de Bogotá: el hurto de una bandera del Tolima por parte de un seguidor de Santa Fe. “Nunca hay que bajar la guardia porque los programas han tenido resultados exitosos. Hay que seguir insistiendo a los jóvenes, por ejemplo, que robar un trapo [como se le dice en la jerga de las barras a las banderas de los equipos] es una provocación que genera actos de violencia. El barrismo es un fenómeno influido por diferentes variables; las personas entran y salen de una barra con facilidad, y con ello se ganan o se pierden las enseñanzas”, explica.

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Desde febrero del año pasado, el Ministerio del Deporte anunció la instalación cámaras de reconocimiento facial en los estadios para facilitar la identificación y judicialización de los responsables de actos violentos. Así como destaca su valor, Carvalho insiste en la gravedad de que dicha promesa aún no se cumpla. “Los actos de concientización tienen que venir acompañados de actos de sanción. Las personas sancionadas deben pagar multas económicas y que se les prohíba la entrada a los estadios durante cierto tiempo. El problema es que pocos estadios del país tienen la tecnología adecuada para llevar a cabo estas sanciones”, advierte.

Juan Sebastián Gómez lleva más de dos décadas en política electoral y otras tres como barrista. Su historial como cofundador de la barra brava del Once Caldas lo catapultó a convertirse en concejal de Manizales en 2003. Dio el salto a la escena nacional en las últimas elecciones legislativas, siendo uno de los dos congresistas elegidos por el centrista Nuevo Liberalismo. Aclara que, a diferencia de lo ocurrido en Bogotá, los otros incidentes del fin de semana “no fueron un problema entre dos barras”. Señala que se trata de “un montón de fenómenos internos que vienen ocurriendo hace mucho tiempo” sobre los que no se han estudiado soluciones. Es crítico con la inacción de los actores nacionales alrededor del deporte.

“A mí me sorprende que no pasen aún más cosas porque nadie está haciendo nada, ni los clubes, ni los gobierno departamentales o municipales. El Ministerio de la Igualdad hace reunioncitas de socialización de temas, pero nada de fondo. El Ministerio del Interior hizo una reunión a la que ni siquiera invitaron a las barras. Los únicos que están trabajando son las barras, con muchas dificultades, muy solos, con casos exitosos como el que tuvimos en Medellín”, comenta.

En 2014, durante el mandato presidencial de Juan Manuel Santos, se expidió el Plan Decenal de Fútbol, que prometía, entre otras cosas, ejecutar una serie de acciones para erradicar la violencia en los estadios. Gómez asegura que nadie le prestó atención. “Se hicieron unas comisiones locales, unas funcionan y otras no. En algunas invitan a los hinchas y en otras no. Ninguna ciudad cumplió con actualizar sus protocolos de seguridad cada seis meses. No se cumplió absolutamente nada”.

Gabriel Rondón es el líder de la estrategia del Sistema Nacional de Convivencia para la Vida del Ministerio del Interior. Admite que las metas trazadas hace una década no se materializaron. “Lastimosamente podemos decir que el 90% de ese documento se quedó escrito y no se llevó a cabo”. Como aspecto positivo, resalta la creación de la Dirección de Barrismo Social en el nuevo Ministerio de Igualdad, que se encargará de realizar “inversión social en los barrios en los que hay barrismo social”. Rondón reconoce la importancia de que exista un compromiso de todos los involucrados en el fútbol. “Uno de los primeros retos que tenemos es que todos los actores que hacen parte del ecosistema del fútbol trabajen unidos. Nos referimos a directivos, equipos, federación, presidentes de equipos, agremiaciones de futbolistas y barras”.

Carvalho y Gómez se unieron para radicar en el Congreso un proyecto de ley que pretende fomentar la paz y convivencia alrededor de este popular deporte. Sus propuestas coinciden parcialmente con lo dicho por Rondón. “Queremos vincular a los clubes profesionales a los programas de seguridad y convivencia en el fútbol ya que muchos de estos no discuten o participan de las acciones conjuntas entre el Gobierno Nacional, los gobiernos locales y las barras”; indica Carvalho. En un tono más fuerte, Gómez se pronuncia en el mismo sentido: “Hay que comprometer a los clubes para que empiecen a actuar. ¡Es que los hinchas son sus clientes! No puede ser que los clubes digan que no tienen nada que ver con sus hinchas”.

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Juan Pablo Vásquez
Es periodista de la edición colombiana de EL PAÍS. Nació en Bucaramanga, Santander. Anteriormente se desempeñó como periodista judicial en 'Revista Semana' y de investigación en Caracol Radio y 'Cambio'.
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