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La crisis de la salud pública de Medellín

El Hospital General y Metrosalud atraviesan una complicada situación financiera. La oposición atribuye las razones del apuro a malos manejos administrativos

Juan Pablo Vásquez
Un hospital de Metrosalud en Medellín (Colombia), en 2015.
Un hospital de Metrosalud en Medellín (Colombia), en 2015.David Castaño Burrieza (Creative Commons)

El cierre de año está siendo menos festivo de lo esperado para médicos y pacientes en Medellín. En días recientes ha reventado una burbuja de inconformidad que se infló durante los últimos meses y trascendió a la arena política, convirtiéndose en un nuevo motivo de crítica por parte de la oposición hacia la actual Administración. Malos manejos financieros, falta de pagos a trabajadores, escasez de medicamentos y comida descompuesta son algunas de las quejas formuladas. Las instituciones que protagonizan el episodio son el Hospital General de Medellín y Metrosalud, ambas adscritas a la Alcaldía de la capital antioqueña.

En la entrada del Hospital General, en marzo, se ubicaron dos canastas para recibir donaciones de alimentos no perecederos. La razón detrás de la iniciativa, encabezada por miembros del personal médico, eran los retrasos en el pago de salarios. El Colombiano, el principal periódico de la ciudad, registró que la crisis era tal que varios de los afectados organizaron rifas y vendieron embutidos, como chorizos y morcillas, para conseguir dinero suficiente y sostener sus hogares.

Las condiciones empeoraron con el paso de los meses. A partir de octubre, según cuenta Julián Patiño, médico del servicio de urgencias, fue evidente que algo no estaba funcionando, más allá del atraso en los pagos laborales. “Uno como médico no está al tanto de lo administrativo, entonces no se da cuenta de los problemas económicos a menos que sean innegables. Y eso pasó. Tenemos intermitencia en medicinas e insumos de uso básico. A la gente de servicios varios, por ejemplo, no les llegan implementos para limpiar. En los baños faltan toallas y papel higiénico”.

Agrega que los apuros trajeron imposiciones que pueden afectar la correcta atención a los pacientes. “Nos han dicho que no demos recetas con determinados medicamentos. A veces llaman desde la sección de farmacia a comunicar que toca cancelar una orden. Las muestras de laboratorio se están dañando porque se quedan represadas en las neveras, ya que deben ser enviadas a laboratorios externos y no hay cómo pagarlos”.

Esta realidad riñe con el reconocimiento que recibió la institución, en junio, cuando la revista Newsweek la incorporó en su listado de los mejores centros médicos del mundo. Este martes se llevó a cabo una marcha de una decena de trabajadores del Hospital frente a La Alpujarra, sede de la Alcaldía de Medellín, exigiendo la aparición del alcalde Óscar Hurtado, quien ocupa el cargo tras la dimisión de Daniel Quintero el 30 de septiembre.

El Hospital General cerró 2022 con un déficit de 66.000 millones de pesos (16.500 dólares), luego de que las ganancias por la prestación del servicio de salud disminuyeran y los costos operativos aumentaran. La crisis no tardó de pasar de las páginas de contabilidad a los consultorios y los pasillos. El área encargada de la atención a neonatos tuvo que cerrar 15 de sus camas y padecer excesivas demoras en procesos que antes eran sencillos, como la toma de biopsias y muestras de sangre. El 26 de septiembre, además, fue el escenario de un doloroso episodio: un bebé murió por la falta de un cirujano especializado que lo atendiera. Fuentes consultadas atribuyen esa ausencia a las dificultades financieras.

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Manuela Restrepo, abogada y excandidata al Concejo de Medellín, afirma que el problema se debe “a los manejos indebidos de la última administración del Hospital”. Relata que los recursos, de por sí escasos, se invierten de forma equivocada. “Esta semana no había dipirona, un analgésico, y ahí es cuando uno se pregunta por qué decidieron gastarse más de 2.000 millones de pesos en la remodelación del auditorio”.

EL PAÍS contactó a la directiva del Hospital, pero no recibió respuesta al momento de la publicación de este artículo. Sin embargo, en un comunicado del pasado 16 de noviembre, el gerente Mario Córdoba reconoció que la entidad tenía una cartera por recoger de 260.000 millones de pesos (65 millones de dólares), de los que 180.000 millones eran adeudados por entidades promotoras de salud (EPS), y los restantes 80.000 millones por entidades que el Gobierno liquidó.

Los líos se extienden a Metrosalud, que administra 9 unidades hospitalarias y 43 centros de salud regados por la ciudad. La Federación de los Trabajadores de la Salud hizo público que la institución debe 1.500 millones de pesos a médicos especialistas en pediatría y anestesiología. Los afectados advirtieron que de no resolverse su situación, entrarán en paro. La oficina de comunicaciones de Metrosalud emitió un documento en respuesta, asegurando que las acusaciones generaban “desinformación y pánico” y que la deuda en salarios había disminuido.

Alfredo Ramos, concejal del opositor Centro Democrático, asevera que los problemas iniciaron “el 1 de enero de 2022″, la fecha en que se posesionó Quintero como alcalde. “La salud está completamente entregada a mafias de la contratación pública. Metrosalud ha tenido una histórica crisis económica, en la que al Gobierno le ha tocado meter plata. Debido a la gran red hospitalaria con la que cuenta, eso es un costo grande, pero la ciudad ha sido capaz de subsanar esa pérdida. Para que eso funcione tiene que haber una buena administración, que no existe hoy”.

Por el tamaño de los pasivos, es bastante probable que el conflicto no se dirima antes de finalizar el año. Será un problema que heredará Federico Gutiérrez, alcalde electo de Medellín y detractor de Quintero. De por medio están miles de pacientes y médicos.

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Juan Pablo Vásquez
Es periodista de la edición colombiana de EL PAÍS. Nació en Bucaramanga, Santander. Anteriormente se desempeñó como periodista judicial en 'Revista Semana' y de investigación en Caracol Radio y 'Cambio'.
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