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El Banco Mundial aumenta la previsión de crecimiento de Colombia para 2023 al 1,5%

Un informe alerta a la vez sobre la persistencia de las altas tasas de inflación y la reducida inversión

Camilo Sánchez
Banco Mundial Colombia crecimiento
Una trabajadora reúne flores en un cultivo en Sesquilé, Colombia, el 7 de febrero de 2023.Juancho Torres (Getty Images)

Colombia ya superó la crisis económica derivada de la emergencia sanitaria más aguda en un siglo. El país ha pasado la página, al igual que la mayoría de sus vecinos, y ahora se enfrenta al reto de escribir un nuevo guion. Quizá con nuevos argumentos. Así lo reconoce el Banco Mundial en un informe publicado este miércoles, en el que aprecia mejores proyecciones de crecimiento para este año: 1,5%. Se trata, sin embargo, de una buena noticia solo a corto plazo. El mismo organismo deja claro a lo largo de casi un centenar de páginas que se trata de un ritmo insuficiente, marcado por la persistencia de altas tasas de inflación (11,43%) y bajos niveles de inversión.

El organismo multilateral sugiere que, a pesar de que la caída en los últimos meses de la tasa de desempleo en Colombia ―que en agosto bajó 1,4 puntos hasta llegar a 9,3%― ha servido como dínamo en el proceso de recuperación, la calidad de los puestos de trabajo que se están generando no son los mejores. Dicho de otra forma: más colombianos han entrado a formar parte del mercado laboral, pero con peores salarios. Se trata de una tesis para empezar a resolver una paradoja que en el país aún pocos han abordado en profundidad: ¿por qué la economía crece con un pulso tan lento si los datos de la fuerza laboral lucen cada vez mejor?

De la misma forma, las gráficas del informe muestran que el país ha recuperado el aliento apoyándose de manera reteñida sobre el consumo privado de los ciudadanos, ya que la inversión empresarial es una de las más débiles de la región junto a la chilena. A esa debilidad ―la inversión de hoy es la producción de mañana― se suma otro asunto que no deja de preocupar a los expertos desde hace décadas. Y es que, a pesar de que los problemas del frágil comportamiento de la productividad del modelo económico colombiano han sido de sobra diagnosticados, la hoja de ruta del Gobierno de Gustavo Petro aún no es clara.

El documento del Banco Mundial refuerza viejas recetas para empezar a enderezar el rumbo: mejorar el acceso y la calidad de la educación, coser las brechas en tecnologías digitales y espolear la investigación. Evidenciando lo anterior, el la organización se sustrae del pesimismo y cita algunas experiencias que, como luces aisladas, han tenido impacto positivo en las cadenas de producción agropecuaria, o herramientas digitales para amortiguar las emisiones de carbono en la Orinoquía, por ejemplo.

“Las soluciones de tecnología digital”, se lee en el documento, “para la cadena de valor de la ganadería incluyen etiquetas de oreja con identificación por frecuencia por radio”. Se refiere a unos softwares que se utilizan en Colombia para monitorear mejor el ganado en temas de fertilización, alimentación y bienestar de cara al fomento de prácticas agrícolas más sostenibles. No cabe duda de que el campo es, ante las repercusiones del ya latente fenómeno de El Niño, el foco de varios apartados del estudio. El texto indica que mientras en Perú la actividad pesquera ya ha decrecido por las sequías, Colombia ha aumentado sus importaciones de gas natural licuado (GNL) para conservar su operación hidroeléctrica: “Al mes de agosto el país ya había importado un 60% más de GNL que el año pasado, triplicando los niveles de 2021″.

El impacto de estos traumas climáticos podría reflejarse en una reducción de hasta el 0,8% en el crecimiento de países situados en áreas tropicales como Colombia, según estudios citados de 2017. Otro obstáculo añadido en el proceso de estabilización económica que coincide con los aumentos por parte del banco central a las tasas de interés (13,25%). Un elemento que ha estado en los últimos meses en la mira de diversos analistas pendientes del curso de una política macroeconómica enfocada en enfriar la economía para bajar la inflación, según la fórmula elegida por varias naciones. Se trata, en todo caso, de un proceso que por lo pronto se antoja lento e inquieta por sus secuelas sobre el crecimiento.

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El informe, que se titula Conectados: tecnologías digitales para la inclusión y el crecimiento, también señala que en el ámbito regional los resultados promedio de Colombia sitúan al país en la mitad de la tabla. En general, los datos no son peores, pero tampoco mejores que los de sus vecinos en la mayoría de las mediciones. Pero una mirada en detalle al cuadro general alumbrará, probablemente, sobre una gráfica que compara el denominado balance fiscal. En ese indicador, que mide la correlación entre los ingresos y egresos corrientes del Estado, Colombia sí se ubica como uno de los actores peor posicionados.

Un hecho relacionado, quizás, con el impacto de la escalada en las tasas de interés de la Reserva Federal estadounidense. La coincidencia es, para más de un analista, clara: el país la está pasando peor de lo pensado a la hora de pagar sus encarecidas obligaciones crediticias con los acreedores. Una amalgama de factores que, quizás, han terminado por opacar el aún discreto repunte en las proyecciones de crecimiento para 2024 (2,1%) y 2025 (3,1%).

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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