Ricardo de Querol, subdirector de EL PAÍS: “Un medio de comunicación gana prestigio cuando es capaz de llevar la contraria a su propia audiencia”

El periodismo se ha visto forzado a cambiar de manera acelerada en los últimos 20 años. La crisis financiera global de 2008 y la caída de los ingresos por publicidad, la aparición de los celulares inteligentes y el auge de las redes sociales destruyeron los modelos de negocios tradicionales. Los periódicos se transformaron para sobrevivir en la era digital, con apuestas fuertes por las ediciones digitales y los modelos de suscripciones. Sin embargo, se mantienen las preguntas sobre cómo coexistir con ingresos menguados, la polarización de las redes sociales, la circulación de noticias falsas y el auge de los influencers. Así se reflejó este martes en el foro El impacto de la desinformación en la era digital, organizado por PRISA Media (sociedad editora de EL PAÍS) en la Universidad Javeriana.

Ricardo de Querol, subdirector de EL PAÍS y autor de La gran fragmentación, comenzó el debate con un mensaje optimista en una entrevista con Roberto Pombo, director editorial de PRISA Media en Colombia. Cree que los medios tradicionales tienen un lugar, pese a los desafíos que presentan la polarización y el sectarismo de la era digital, y que deben fortalecer una propuesta alternativa a los mensajes a veces rabiosos de las redes sociales, propensos a volverse virales y generar mayores rentas. “El periodismo debe mirar a largo plazo y resistir la tentación de echar carnaza a los más sectarios. Un medio de comunicación gana prestigio cuando es capaz de llevar la contraria a su propia audiencia”.

Los participantes compartieron la preocupación por la crispación que generan las redes sociales, con algoritmos que premian los mensajes divisorios. Fernando Carrillo, director adjunto de PRISA Media para América Latina, comentó que las redes suelen reafirmar los prejuicios de los usuarios, quienes buscan oír y leer opiniones afines. De Querol, por su parte, evaluó que han fomentado el activismo por causas justas —la Primavera Árabe, el Me Too—, pero que también han sido parte de los intereses de grandes empresas por tener usuarios enfadados y lucrar con ellos.

El autor de La gran fragmentación insistió en mantener el optimismo, partiendo del reconocimiento de que el periodismo ya no tiene el monopolio de la información. “Nos dirigimos a un lector que acude a nosotros en búsqueda de una visión del mundo. Va a ser imprescindible el criterio de alguien de quien puedas fiarte”, explicó en referencia a cómo la prensa de calidad puede aportar en tiempos de cantidades apabullantes de información y de inteligencia artificial. Asimismo, defendió el modelo de suscripciones: “Los medios tradicionales han entendiendo que la batalla es por una audiencia leal, no por lograr una mayor audiencia. Está bien que la viabilidad del periodismo de calidad descanse en sus lectores [y no solo en la publicidad]”.

Tras la entrevista con De Querol, hubo un panel con destacados periodistas colombianos. El director de EL PAÍS América, Jan Martínez Ahrens, moderó Los desafíos para el periodismo en la era digital, que contó con intervenciones del editor general de La Silla Vacía, Daniel Pacheco; el coordinador de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), Jonathan Bock; la directora de la maestría en Periodismo de la Javeriana, Gina Morelo; y el consultor Diego Santos. Al igual que De Querol, el director de EL PAÍS América transmitió optimismo. Inició la conversación con un pensamiento que el intelectual estadounidense Walter Lippmann expresó hace más de un siglo: “La gente ya no reacciona a las verdades, sino a las opiniones”. Las preocupaciones por el futuro del periodismo, en realidad, no son nuevas ni exclusivas de la era digital.

El optimismo estuvo presente en varios puntos del debate. La profesora Gina Morelo destacó los hallazgos de la investigación El hormiguero sobre el surgimiento de medios nativos digitales en América Latina: resaltó que estos medios más pequeños presentan nuevas agendas y que son de alta calidad. Además, valoró que la inteligencia artificial puede agilizar tareas periodísticas como la transcripción de entrevistas y que esto posibilitará que haya más tiempo para labores de investigación.

Los desafíos, sin embargo, tampoco estuvieron ausentes. El coordinador de la FLIP, Jonathan Bock, explicó que las elecciones regionales del próximo octubre suponen grandes retos en municipios donde faltan medios locales independientes. Recordó a Rafael Moreno, periodista cordobés asesinado en octubre del año pasado, y subrayó que varios políticos locales lo catalogaban como “un asesino con micrófono” por decir la verdad. Martínez Ahrens, por su parte, coincidió con Daniel Pacheco en los dilemas que tiene el periodismo respecto al cubrimiento y la visibilidad de los políticos que fomentan discursos de odio. Aunque se señalen las mentiras, los candidatos pueden seguir faltando a la verdad.

El más escéptico fue el consultor Diego Santos. “Los medios tienen que entender que tienen una audiencia de nicho y que no pueden contrarrestar la masividad de las redes sociales”, dijo en referencia a problemas como la propagación de noticias falsas o de mensajes divisorios. Para él, la inteligencia artificial y las lógicas de mercado harán que las máquinas reemplacen a muchos periodistas. Asimismo, al igual que Morelo, considera que las redes sociales han condicionado las agendas de los medios. Según Santos, la necesidad de reaccionar rápido ante la última polémica en Twitter ha perjudicado el ejercicio de “un periodismo serio” que se toma más tiempo en redactar informaciones y revisarlas. “El periodismo se volvió víctima de los clics”, expresó el consultor y columnista de El Tiempo.

La transmisión completa del evento está disponible en este enlace.

Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.