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El GEA se desvanece y añade un signo de incertidumbre a la Bolsa de Colombia

El pacto entre la familia Gilinski y los accionistas del conglomerado antioqueño supone un nuevo reto para un mercado de capitales que cada año pierde más peso

Un edificio de Bancolombia en Bogotá
Un edificio de Bancolombia en Bogotá.Jeff Greenberg (Getty Images)

Los títulos de Bancolombia, la mayor entidad financiera del país cuyo mayor accionista es el Grupo Sura, bajaron un 8,46% el jueves en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) y cerraron 28.850 pesos (6,05 euros). La jornada tampoco fue positiva para el mercado general. Esto ocurrió tras el anuncio del pacto entre la familia de banqueros Gilinski y los accionistas del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA). Desde el pasado miércoles flota una nube de incertidumbre sobre el futuro de un mercado de valores algo renqueante, poco apetecido en el extranjero y que ha perdido un 40% de su valor en dólares a lo largo del último año, según datos de Bloomberg.

Fuentes cercanas a la familia Gilinski dan por hecho que el clan familiar, en tándem con sus aliados emiratís, anularán la inscripción de bolsa del Grupo Nutresa, la multilatina de alimentos procesados recién adquirida en un 87% dentro del pacto de mutuo acuerdo que puso fin a una encarnizada disputa empresarial de año y medio por el conglomerado más poderoso del país. Nutresa dejaría una plaza vacía en un momento de vulnerabilidad para la BVC, que tiene listadas las acciones de tan solo 34 empresas.

Y a pesar de que los analistas repiten que el desempeño bursátil de los grupos Nutresa, Argos y Sura, hasta ahora el núcleo central del GEA, ha sido más bien modesto, también recalcan una paradoja: su actividad en bolsa mantenía cierta atención sobre un mercado que padece desde hace años estrecheces.

“La acción de Nutresa desde 2010 es casi plana”, explica el analista financiero Sebastián Arango, “con la aparición de Gilinski se movió un poco mejor. Lo mismo sucedió con la de Sura. En el caso de Argos la situación ha sido más grave, porque ha sido una acción que no levanta desde octubre de 2010, con máximos de 23.700 pesos”. Se trata, quizá, de un buen reflejo de la situación y confirma que las opciones para los inversionistas también se reducen: “El mercado no se va a secar por las peleas de tres grandes compañías”, puntualiza Arango, “pero en los últimos años han salido demasiadas especies y creo que ya son varios golpes consecutivos para la credibilidad y la liquidez”.

No sobra recordar que la bolsa de valores es una entidad privada y un instrumento fundamental para que las empresas tengan acceso a un financiamiento más barato. También un canal de participación tangible en el sistema financiero para los ciudadanos en general (en otros tiempos, incluso, más cercano que la banca, condicionada por otros requisitos). En últimas es una suerte de lonja que democratiza la propiedad de las empresas y donde algunos fondos de pensiones y compañías públicas del país participan.

El jueves, la Bolsa de Valores de Colombia informó a través de un comunicado que las negociaciones de las acciones de Sura, Argos y Nutresa quedan suspendidas de manera preventiva. Una decisión que tendrá alcance hasta el próximo 15 de junio y cuyo objetivo es darle tiempo de análisis e información a los inversionistas para mover mejor sus fichas ante los cambios de panorama. Los títulos de los tres grupos cerraron la jornada del miércoles con caídas más o menos predecibles tras el acuerdo cuyo contenido aún se desconoce en buena medida.

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Del pacto ha quedado establecido, por lo pronto, que los dos bandos tuvieron que ceder una porción de sus ambiciones. Si bien el Grupo Nutresa queda en manos de los Gilinski y los árabes, la multilatina de alimentos debe salir del accionariado del Grupo Sura, una decisión que trocea la férrea defensa del denominado enroque antioqueño y que había blindado a las compañías del grupo de tomas hostiles durante más de cuatro décadas. Pero también significa que los futuros dueños de la compañía que tiene marcas como Zenú, Pastas Doria o El Corral, ceden sus pretensiones de quedarse con las empresas industriales, financieras y de infraestructura del GEA.

Por su parte, la historia desde una óptica internacional también presenta síntomas de agotamiento. Un operador financiero radicado en Estados Unidos cuenta que desde hace un año no recibe una sola llamada de inversionistas internacionales interesados en Colombia. En su opinión, los dos vectores que más han empujado la atención hacia otros mercados son las dudas que genera el cambio político hacia la izquierda, encarnado en el presidente Petro, y los vaivenes de la transacción entre el GEA y los Gilinski, que ya se había extendido por más de un año y medio.

Nutresa, agrega, era atractiva para los inversores internacionales porque es la única empresa de productos de consumo, pues los otros dos bloques se concentran en asuntos financieros o de infraestructura. Para ejemplificar la pérdida de atractivo recuerda que cuando empezó a cubrir el mercado colombiano, se negociaban 100 millones de dólares diarios. Hoy son menos de 30. En la misma línea, Juan Camilo Jiménez, gerente de la financiera Estrategia Andina, agrega que nunca es bueno que salga un emisor en un mercado tan apretado.

En su discurso, sin embargo, el pesimismo no es generalizado y recuerda que Nutresa “tampoco fue un gran formador de liquidez del mercado de valores colombiano”. Recuerda que el único método efectivo en las últimas décadas para despertar el apetito de los inversores fue, justamente, las nueve ofertas públicas de adquisición (OPA) lanzadas por los Gilinski. “También hay que tener en cuenta que hemos estado en un mercado castigado y su acción nunca representó más del 3%” del mercado.

Razones suficientes para que vea una oportunidad: “Yo creo que las compañías del GEA tenían decenas de proyectos que tenían atascados”, continúan Jiménez, “y este es un buen momento para que tomen un segundo aire, después de tanto desgaste por cuenta de la incertidumbre legal, y se lancen con nuevas acciones y nuevas emisiones, así sea largo plazo”.

Felipe Gómez, director del capítulo colombiano de la gestora financiera británica Ashmore, agrega que es una buena coyuntura para que se operen cambios a nivel regulatorio: “Hace rato no pasaban muchas de estas cosas. Pero después de lo que vimos con las nueve OPA hostiles deberíamos tomar ejemplo de los mercados más desarrollados y proteger a los inversionistas que venden en condiciones más desfavorables, más barato. Esa sería una señal de gran confianza para los mercados”.

De cualquier forma, el exministro de Hacienda Juan Camilo Restrepo recuerda que la Bolsa de Valores de Colombia ha sido históricamente un actor pequeño, con ausencia de liquidez y apenas algo más de una treintena de empresas cotizantes: “Las cosas deberían volver a su cauce normal. Pero estamos ante un panorama inédito en Colombia. Yo creo que el impacto grande ya se dio durante las pujas de esas acciones y la estrategia de defensa del grupo antioqueño. Con una transacción de tipo comercial en curso creo que lo relevante es el resultado de un negocio que se redujo a un intercambio de acciones. Los Gilinski, apoyados en los recursos de los árabes a través de interpuestas personas, se quedan con la empresa de alimentos más importante de Colombia, Nutresa, y los antioqueños se quedan, básicamente, con el grupo financiero. Pronosticar más allá no resulta sencillo”.

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