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Alerta, pero sin pánico: aparecen trazas de fentanilo en otras drogas en Colombia

La preocupación por los opiáceos ha empezado a crecer en Colombia. Expertos piden no bajar la guardia

Fentanilo
Una imagen de archivo de una bolsa de heroína, adulterada con fentalino.Drew Angerer

Hace unas semanas, en el marco del festival de música Estéreo Picnic, el proyecto Échele Cabeza encontró por primera vez trazas de fentanilo, un potente opioide, en la droga conocida como tusibi o tusi. Es la primera vez que ese proyecto, que lleva alrededor de diez años revisando la calidad de las drogas en eventos de consumo como festivales musicales, encuentra trazas de ese opioide en otras drogas en Colombia.

Así lo explica Julián Quintero, director de la corporación Acción Técnica Social a la que pertenece Échele cabeza cuando se dé en la cabeza, una iniciativa que busca generar y difundir información sobre Sustancias Psicoactivas (SPA) para la reducción de riesgos y daños. Quintero aclara que las muestras fueron identificadas de forma preliminar y serán enviadas a análisis confirmatorios, pero resalta la gravedad. “Es la principal alerta. Eso se veía venir, pues desde el año pasado habíamos encontrado oxicodona y benzodiacepinas en el tusi”. Quintero aclara cómo funciona la producción en Colombia hasta el momento: “Aquí no se produce fentanilo ni se consume de manera directa. Hay fentanilo de uso hospitalario, que usan de sustituto para heroínas en el mercado ilegal hace muchos años. Pero es de baja concentración, por lo que no ha sido un riesgo”. Así, llama a no generar pánico, pero sí a estar alerta.

Desde el año pasado y luego de una reciente investigación del periódico El Espectador sobre los contenidos del tusi en Medellín, se ha hablando de la presencia de este opioide en drogas que se consumen en Colombia. El fentanilo, que puede ser hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina, es motivo de gran preocupación en Estados Unidos, donde se vive una epidemia de consumo de opioides y en los últimos años porque las muertes por sobredosis de opioides sintéticos han ido al alza. Entre 2021 e inicios de 2022, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la cifra de personas muertas por esa causa alcanzó su máximo llegando a 109.000 muertes, en particular causadas por el fentanilo, una síntesis de varios opiáceos. Si bien no es la primera crisis de los opioides en el mundo, sí ha sido una de las más mortíferas, al menos en ese país.

Esta epidemia ha abierto lo que el Ministro de Justicia de Colombia, Néstor Osuna, llamó “el capítulo más peligroso de la guerra contra las drogas”, en conversaciones con varios medios posterior a su reunión con el Comité de Relaciones Exteriores de Estados Unidos el pasado 30 de marzo en Washington. En sus declaraciones, el alto funcionario alertó que la preocupación por esa sustancia por parte del gobierno norteamericano era prioridad, por lo que también lo sería para el Gobierno colombiano.

Para el sociólogo de Acción Técnica Social, en Colombia no se debería generar pánico por el fentanilo. A su juicio, es improbable que se genere una epidemia como la norteamericana. Insiste en que el contexto social y los antecedentes de producción son suficientemente diferentes como para que los riesgos en el país sean bajos: “En Colombia no es negocio vender fentanilo. Aquí tampoco tenemos un antecedente de consumo alto de opiáceos. En Latinoamérica tenemos una cultura más de estimulantes”.

El experto, sin embargo, encuentra otros frentes en los que se debe prestar especial atención. Se trata de otras drogas que sí se acomodan a las condiciones del mercado colombiano y que pueden ser igual o peor de riesgosas: “El gran reto ahora es el tusibí, porque es un cóctel de sustancias, varias de ellas legales: cafeína, base de ketamina o benzodiacepina. También la sustitución del éxtasis por catinonas sintéticas o ‘sales de baño’; o los datos preocupantes que arrojó el informe preliminar del Festival Estéreo Picnic: hay presencia de muchas sustancias desconocidas”.

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“El sistema de salud debe prepararse, saber identificar síntomas y el Ministerio de Salud debería poner, en los contextos donde haya riesgos de sobredosis, naloxona (narcan), el antídoto para los opiáceos”, recomienda Quintero, quien crítica duramente la propuesta del presidente mexicano, Andrés López Obrador de prohibir el uso médico del fentanilo como medida de prevención de consumo.

Para el director de Échele Cabeza, que lleva más de veinte años trabajando estos temas, la prohibición es muy problemática. “Estamos transitando y cambiando el paradigma. El futuro va a ser la reducción del daño, la gestión del placer en un mundo con drogas reguladas”. Una línea similar en la que se ha pronunciado el mandatario colombiano Gustavo Petro, quien manifestó el año pasado ante la ONU que la “guerra contra las drogas había fracasado” y ha planteado regular los usos alternativos de la planta de coca y el cannabis de uso adulto.

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