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La paradoja de la desigualdad en Colombia: no dejan de concentrar riqueza pero sí ingresos

El 1% más rico del país concentra un tercio de la riqueza y un 17% de los ingresos. Pero mientras la segunda cifra (más baja) se resiste a caer, la primera (más alta) ha bajado sensiblemente en la última década.

Jorge Galindo
Un joven enfría cables eléctricos calientes, después de quemarlos para recuperar cobre en Cartagena, Colombia.
Un joven enfría cables eléctricos calientes, después de quemarlos para recuperar cobre en Cartagena, Colombia.Jan Sochor (Getty Images)

“La desigualdad colombiana está desbocada”, “los ricos son cada vez más ricos y los pobres, más pobres” son afirmaciones categóricas que conviven en el debate público colombiano con otras, aparentemente contradictorias: “en Colombia ha prosperado una clase media que antes no existía” o “el país de hoy tiene poco que ver con el de hace veinte años”. En estos meses de conversación en torno al nuevo Gobierno, su reforma tributaria, y la complicada salida de la economía colombiana del golpe pandémico, a veces incluso se contraponen, como si las primeras anularan las segundas o viceversa. Pero en realidad no lo hacen: los datos demuestran que todas ellas son ciertas en alguna medida, y ninguna cuenta por sí misma toda la historia de la desigualdad en Colombia.

La desigualdad es un fenómeno difícil de reducir a una sola dimensión porque incluye al mismo tiempo lo que se tiene (la riqueza) y lo que se gana (los ingresos), y porque depende de los grupos que se comparen entre sí. La manera tradicional de aproximarse a su estimación ha sido contraponiendo a amplios grupos, como la diferencia entre el quinto de hogares más rico y el quinto más pobre. Pero, con la creciente preocupación sobre la capacidad de una pequeña élite de concentrar recursos, la métrica que se ha puesto de moda en los últimos años es la posesión de riqueza del top 1% como aproximación a la versión más extrema de la desigualdad. Es decir: si dividimos a la sociedad colombiana en cien grupos con la misma cantidad de personas en cada uno, ¿qué parte de la tarta total de riqueza (viviendas, tierras, ahorros, acciones) tiene el grupo a la cabeza de esta distribución? La respuesta: una tercera parte.

Esta concentración de la riqueza en Colombia es comparable a la de EE UU o Costa Rica, y está por encima de la mayoría de América Latina. No llega, es cierto, a los exorbitantes niveles de Chile, Brasil o México, donde casi la mitad de todo está en manos del top 1%. Pero está notablemente por encima de Uruguay, Cuba, el vecino Ecuador, o España.

La imagen cambia sensiblemente cuando en lugar de mirar lo acumulado nos fijamos en el flujo de entrada: los ingresos. Si hacemos el mismo ejercicio, dividir a la población en cien grupos iguales, al 1% que más gana (que casi siempre coincide con el que más tiene, pero no necesariamente) llegó alrededor del 18% del total de ingresos en 2021. De nuevo EE UU anda cerca de Colombia en el ranking, pero ahora los países más desiguales de la región según esta métrica (República Dominicana, Perú, México) casi duplican a Colombia.

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Es decir: Colombia tiene a día de hoy la riqueza muy concentrada en unos pocos, y la renta bastante concentrada, pero no tanto. Lo interesante es que si uno mira hacia atrás las tornas se cambian: en los últimos 20 años, el 1% que más tiene ha perdido poder relativo de acaparar riqueza. Colombia estaba en los niveles de Brasil allá por 2009.

Sin embargo, la capacidad del top 1% de ingresos de acaparar los ingresos se ha mantenido casi inamovible en lo que va de siglo XXI.

Ya solo con estos datos relativos hay suficiente información como para repartir razones parciales a varios de los difusos lugares comunes con los que iniciábamos este texto. Unos pocos tienen mucho y ganan bastante, pero los que tienen mucho no tienen un pedazo tan grande de la rota como hace una década, aunque los que ganan bastante sí mantienen su porción. Pero para terminar de pintar el cuadro necesitamos hablar también en términos absolutos, en pesos.

Crecimientos relativos contra absolutos

Tanto la riqueza como la renta del país han crecido en ese mismo periodo. Colombia tiene más capital acumulado y un Producto Interior Bruto mayor. Si los datos de arriba nos decían qué porcentaje de estas dos tartas tiene el top 1%, ahora nos interesa saber cuántos pesos tiene cada grupo. Aquí, una vez más, el debate público tiene argumentos para todos los gustos: hay quien insiste en que el crecimiento agregado solo ha beneficiado a la cúspide de la pirámide; otros sugieren que las clases medias han sido las grandes ganadoras; e incluso algunos se felicitan de las mejoras experimentadas por los más pobres.

Para contrastar cómo de precisas son estas ideas, volvemos a empezar por esa división de la población en cien partes iguales. Si las pintamos en un gráfico de izquierda a derecha, y en la vertical las ubicamos en función del ingreso medio (en pesos colombianos) que obtuvo cada uno de esos grupos al inicio de siglo (2001) y el año pasado (2021), podremos comparar los cambios absolutos a lo largo y ancho de toda la distribución.

Usamos una escala logarítmica, no lineal, porque así podemos ver qué grupos han mejorado más su situación en estas dos décadas en comparación con su punto de partida, consigo mismos. En materia de ingresos, los que más han mejorado están en la parte media-baja de la distribución: el 15-30% que menos gana. No son los que están más a la cola de la pobreza ni tampoco las clases medias. Esto es consistente con las mejoras en la tasa de pobreza que ha experimentado Colombia hasta hace relativamente poco, especialmente en áreas urbanas o bien conectadas, y también con la resistencia de un “suelo” de exclusión particularmente duro fuera de estas zonas.

Si indexamos a 100 el nivel de renta inicial (es decir, damos el valor de 100 a lo que recibían en 2002) ciertos percentiles, esto se ve de manera más nítida: el percentil 15 ha disfrutado de la mayor mejora proporcional, seguido de la parte media de la distribución.

Repitiendo el ejercicio con la riqueza, son las clases medias las que más han mejorado en esos 20 años.

Esto encaja relativamente bien con la historia de nuevas clases medias propietarias, especialmente de vivienda, a lo largo y ancho del país. Pero también con la dificultad para que hogares de menor ingreso logren consolidar capital propio al mismo ritmo, aunque sí han visto aumentos bastante significativos.

Ahora bien: estas son mejoras proporcionales respecto al punto de partida. Es normal que si el punto de inicio es más bajo, que si en 2002 ganaban muy pocos pesos, el crecimiento proporcional sea mayor. En renta, por ejemplo: el nivel medio del top 1% ha pasado de 33 a 43 millones de pesos mensuales. Este incremento de un tercio entre 2001 y 2021 es menor que la duplicación de ingresos del percentil 25 (clase trabajadora), que pasaron de 271.000 a 452.000 pesos mensuales. Aunque todo ello sea descontando inflación, y aunque efectivamente esos 281.000 pesos de más para un hogar en el umbral de la pobreza relativa hayan supuesto una diferencia más crucial en la calidad de vida que los 11 millones extra en el hogar del top 1%, siguen siendo 11 millones extra versus 270.000 pesos.

Con esto se termina de entender la importancia del gráfico de (no) evolución del porcentaje de la renta total que acumula este top 1%: efectivamente, al no haber reducido su porcentaje de la torta en las últimas dos décadas, han seguido siendo los primeros de la fila para recibir los nuevos pesos que el país ha generado desde inicios de siglo, mes a mes, año a año. Eso no elimina, pero sí limita, el poder igualador que tiene el crecimiento económico. La desigualdad extrema en Colombia sigue, así, condicionando la vida material de toda su ciudadanía.

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Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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